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El encuentro de Jesús resucitado con María Magdalena

15 de diciembre de 2006

Jesús resucitado se aparece a María Magdalena

1638

 

Juan 20,11-16


Estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies.


Dícenle ellos: "Mujer, ¿por qué lloras?"

Ella les respondió: "Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto."


Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.

Le dice Jesús: "Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?"

Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice: "Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré."

Jesús le dice: "María."

Ella se vuelve y le dice en hebreo: "Rabbuní" - que quiere decir: "Maestro" -.

 

Nuevamente un cuadro temprano, apenas unos pocos años después que el de Balaam. Vemos sin embargo despuntar ya aquí la luz como protagonista de la escena, que será un rasgo clave en la obra de Rembrandt.

La composición reproduce literalmente el relato bíblico, visto no con los ojos del lector -que sabe desde el primer momento que el aparecido es el Resucitado-, sino de María Magdalena, que cree ver al hortelano. Jesús le está hablando, y ella, vuelta, no le reconoce: estamos aún en el primer instante del encuentro, cuando todavía no es posible saber si lo reconocerá o no. Mientras tanto, el ángel visible desde el frente, esboza una sonrisa. Al igual que en el cuadro de Balaam, los dos personajes extra (los dos ángeles, con sus respectivas alas) sirven para marcar un corte entre lo que sabe María Magdalena y lo que sabe el espectador: es evidente que ella no está viendo a los ángeles como ángeles, que es como se le presentan al espectador; éste, entonces, puede entender la angustia de María desde un plano distinto de como ella la está viviendo.

Rembrandt ha logrado recuperar el movimiento de la escena, el tránsito desde la angustia inicial por la desaparición del cuerpo que se abre a la sorpresa que recibirá la Magdalena de parte de Jesús.

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