Si ponen en Google este texto "Uno de los abusos que más se extendieron en la Edad Media, era la concesión de uno o varios beneficios eclesiásticos a los jóvenes", les aparecerán como mínimo tres sitios donde se repite. En realidad está en muchos más: es el comienzo de una biografía de san Engelberto de Colonia, tomada del Butler-Guinea, tomo IV, pág. 288ss. que, acorde a la práctica (a la mala práctica) ya asentada en internet, todos copian y nadie cita.
Pero lo peor no es eso; en realidad eso es ya algo tan habitual, que no causa sorpresa; lo peor, y lo que motiva este post, es que la biografía original continúa así:
«San Engelerto, cuyo padre era el poderoso conde de Berg, es un ejemplo característico de esto. Cuando estudiaba todavía en la escuela de la catedral de Colonia, era ya prebendado de Santa María de Aquisgrán, de San Jorge, de San Severino y de la catedral de Colonia. En su juventud, llevó una vida que cuadraba mal con sus obligaciones y aun fue excomulgado por haberse levantado en armas contra el emperador Otón IV. Durante algún tiempo, participó en la cruzada contra los albigenses. Más tarde, mediante un hábil juego a las cartas con otros dos candidatos, consiguió hacerse elegir arzobispo de Colonia, en 1217, cuando tenía apenas unos treinta años. Su gran diócesis estaba arruinada por las luchas políticas y religiosas...»
Todo el apartado que he puesto en negrita, donde se habla de la excomunión de Engelberto (por motivos políticos, como era práctica en la época), y de cómo obtuvo el arzobispado (!!!), fue borrado por quienes copiaron al Butler. Es decir, copiaron: pero no aquello que daba una imagen humana del santo, sino lo que no pudiera ni molestar, ni escandalizar, ni dar mal ejemplo... pero tampoco decir la verdad.
Muchas veces nos quejamos de que los hagiógrafos antiguos se inventaban dragones a los que los santos mataban, y tonteras por el estilo, pero en definitiva, nosotros seguimos, en pleno siglo XXI, haciendo lo mismo. Si no toleramos que un santo pueda haber tenido en su juventud una vida ligera, o incluso que un obispo haya obtenido el episcopado por azar, ¿qué idea tenemos de la santidad?
¿Es la santidad algo que premia nuestra naturaleza (y entonces para qué vino Cristo)? ¿o una manifestación completamente inmerecida de la gracia obrando en nosotros, y muchísimas veces a pesar nuestro?
¿Debe contarse la miseria humana de los santos? ¿o mejor callarla para no dar mal ejemplo? Es todo un dilema, se los aseguro.
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«Si Dios no glorifica al hombre, la gloria de los hombres no tiene ninguna consistencia» (Abba Sisoes)
Pelagianismo disfrazado con otro nombre, manifestado como una plaga en la actualidad en la desidia, la deserperanza y la falta de parresía de tantos eclesiásticos, y por tanto en los laicos que no nos enteramos de nada y damos más palos que un ciego. La primacía la tiene la gracia. La santidad es la obra del amor de Dios manifestada en gracia, en inhabitación de la Trinidad que nos transforma, la mayoría de las veces, a pesar de nuestra propia naturaleza. ¡Cuanto menos será un premio a nuestra naturaleza!
Toda buena voluntad viene de Dios. Los santos lo único que han hecho es, a pesar de sus innumerables miserias humanas, es aprender poco a poco a no resistirse a la voluntad de la gracia, porque el hombre no posee nada meritorio si no es antecediendo la gracia, ni siquiera la voluntad de obrar bien y convertirse es obra de la propia voluntad. El hombre sólo hombra su voluntad rechazando a la gracia. Cuando deja de resistirla, entonces hasta seres humanamente miserables como Engelberto se convierten en SANTOS de Dios, que es lo mismo que decir en OBRAS de Dios.
A propósito, ¿se predica hoy en día la gracia desde los púlpitos, o se predican buenos valores? (entiéndase, en qué proporción)
¿Debe contarse la miseria humana de los santos? ¿o mejor callarla para no dar mal ejemplo? Es todo un dilema, se los aseguro.
Creo que precisamente si desde los púlpitos se predicara más la gracia de Dios, en vez de un dilema, sería una fuente inagotable de ejemplos abundantísimos de palurdos humanos hechos santos para las homilías. Fides ex auditu que mueve a la conversión (a la de verdad, no a la de buenos propósitos). O como dice San Pablo, miserable ser humano y Apóstol de Cristo: ¿cómo creerán si no se les predica?
Poseso.
Reductio ad pelagio. jejeje
La vida de los santos se pule para que su misión recibida de Dios se nos presente gloriosa y mega-clara-y-cristalina. Espero que con el caso Maciel esto empiece a cambiar.
Qué tiempos aquellos en que uno se podía ganar le excomunión con honor y luego un arzobispado en el casino! Máxime cuando el casino lo frecuentaban los otros candidatos al cargo. jajajajaja
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El mundo escucha de buen grado a los maestros, cuando son también testigos.
Benedicto XVI.
No sólo creo que debe contarse, sino que me parece algo evangélico. Tenemos en la Biblia bastantes ejemplos de santos que no han tenido precisamente "vidas ejemplares": Abraham el temeroso, Jacob el tramposo, David el adúltero y asesino, la samaritana del pozo de Jacob, Zaqueo el publicano, Pedro el negador de Cristo, Tomás el incrédulo, Dimas el ladrón crucificado, Pablo el perseguidor de cristianos...todos ellos han tenido momentos de debilidad en sus vidas o vidas alejadas de Dios, pero todos han acabado aceptando la Gracia de Dios, que puede hacer hijos de Dios de las piedras, porque para el Amor de Dios nada es irredimible.
Personalmente pienso que las vidas de santos perfectos e irreprochables, que levitaban a tres palmos del suelo y que no pecaban desde el seno materno han hecho mucho daño, pues esa santidad es irreal e inalcanzable para el común de los mortales. Hace recaer el acento en el no pecar, en lugar de en la Gracia de Dios que levanta al caído, y puede escandalizar y desesperar al que no consigue salir de su pecado y cae repetidamente. El santo no es el que nunca cae, sino aquel que cae y se levanta, y es consciente que todo lo bueno que tiene y es procede de Dios, y pone en Él toda su confianza.
Un abrazo.
Esa santidad irreal e inalcanzable genera la "casta" de los santos. Santos que siempre son cosa del pasado o de otra esfera, de ellos, no de mi ni de nosotros ni de los nuestros; y además nos hace impecables a la vez. Es decir nos hace más impecables y menos santos, curiosamente.
Es lo que Cristo diría como que nos blanqueamos el sepulcro.
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El mundo escucha de buen grado a los maestros, cuando son también testigos.
Benedicto XVI.
A ver...
¿Los santos de todas las épocas no están hechos de la misma materia? (La humana)
¿Entonces por que deben ser distintos los santos del santoral?
Estoy absolutamente segura que los santos de entonces y los de hoy en día, fueron niños normales, que tenían cosas de niños normales (léase aquí: "me agarré con mi hermana", "Estaba probando si el jarrón rebotaba", "pero es que a Fido le encanta tu sopa, por eso se la doy a él") Y luego, cosas de adolescentes normales, y de adultos normales.
Algunas veces buenos, otras no tan buenos.
¿que hizo que terminaran en ese librito?
ESE es el verdadero misterio.
Porque, limpios de polvo y paja, la añadida por biógrafos chupacirios y la pasteurizada por los de espiritualidad hipersensible; cada santo es distinto. Y parecen tropezarse en el camino de santidad, unos van en un sentido y otros en el opuesto. Unos luchan en la causa independentista, y otros en la monárquica, y de algún modo, llegan todos al mismo sitio.
¿No es eso suficientemente fascinante?
Reductio ad pelagio.
:P
Tiene mil nombres, y en este caso me interesa menos la pureza doctrinal que el desaliento, la lejanía, el desánimo que produce en los corazones de los pastores y los fieles que nos hemos ido labrando poco a poco esta imagen idealizada y mísitca de los santos de una especie de época dorada de la santidad, que no es otra cosa que una idea lejana y oscura de la gracia de Dios en la predicación habitual de la Iglesia y en la vida de los cristianos.
¿Era más fácil ser santo entonces que ahora?
1. No, porque como ya han dicho, al menos que los fast-food los haga el demonio (cosa no baladí), la materia es la misma.
2. Sí, porque estamos tan hinchados de medios y tan desconfiados del poder de Dios, de su gracia, que a lo más que podemos aspirar es a merendar santos y comer abismos de miseria y desaliento.
¡Reforma ya!
cada santo es distinto. Y parecen tropezarse en el camino de santidad, unos van en un sentido y otros en el opuesto
Sí, creo que es una de las cosas más llamativas de la santidad cristiana. Si sólo tuviéramos una historia de santo, no podríamos ni remotamente imaginar lo que es la santidad cristiana, porque fijaríamos la mirada en unos hechos concretos, y nos perderíamos de ver esos choques que señalas.
Yo soy partidario de que, sencillamente, hay que contar las cosas con los datos que tengamos, si son datos contradictorios, si uno se jugó el episcopado en el casino, bueno, se lo jugó, qué se le va a hacer... ahora bien: también hay santos que volaron, eso es otro "datum".
La cuestión es que los santos no son ni totalmente ejemplos, ni totalmente modelos, ni solamente intercesores, ni solamente predecesores. Son una mezcla, variable en cada caso, de todo eso.
La primacía d ela gracia debe ser repetida incansablemente desde los púlpitos, pero también debemos creérnosla nosotros, es decir, sin esperar sólo a lo que se haga en el púlpito. Creerse en al propia vida la primacía de la gracia es algo que lleva tanta vigilancia cotidiana... el legalismo, el moralismo, el puritanismo, el buenismo, el bienintencionismo nos sale tan de dentro, que si no nos aplicamos a reformar eso, cualquier otra reforma no es más que andamiaje y artificio, no inútil en sí, pero que no dura (como si ponemos unos andamios, pero luego no seguimos haciendo construyendo la casa porque total están los andamios).
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«Si Dios no glorifica al hombre, la gloria de los hombres no tiene ninguna consistencia» (Abba Sisoes)
La primacía d ela gracia debe ser repetida incansablemente desde los púlpitos, pero también debemos creérnosla nosotros, es decir, sin esperar sólo a lo que se haga en el púlpito. Creerse en al propia vida la primacía de la gracia es algo que lleva tanta vigilancia cotidiana... el legalismo, el moralismo, el puritanismo, el buenismo, el bienintencionismo nos sale tan de dentro
Cierto, pero míralo a la inversa. Si no se comienza desde los púlpitos, no hay nada que hacer. Fides ex auditu. Sólo existe gracia visible en la predicación de los obispos y sus presbíteros y en los signos de los sacramentos. Nada más. Tiene un valor infinitamente mayor que un cura diga con fe en una predicación a sus fieles "Cristo dijo: nada podéis sin mí", que una sesuda lectura contemplativa de las Moradas de Sta Teresa.
Yo, como fiel no puedo "creérmelo", como tú dices, si no se me predica de forma habitual. Salvo por gracia actual, que pueda tener una moción, una luz que se dice, que tenemos en la oración, pero no tiene la misma garantía que la gracia sacramental y visible de la Iglesia.
Por eso digo ¡Reforma ya! :P
He cambiado mi nick, no por uno más amable, pero sí más servicial, aunque no os lo creáis mucho :P
Jajaja, me alegro por el cambio de nick, es por una cuestión de que al responderte es difícil dirigirse con un nick tan largo y ocasional como el otro, con éste ya va mejor.
Sí, en eso que dices estoy completamente de acuerdo. Para algo está la predicación, en definitiva. Lo único que pretendo yo destacar es que al cura de la parroquia, "creerse" la gracia le cuesta tanto como a mí.
Uno puede perfectamente decir: «si está en el Evangelio, ¿por qué no lo predican?» Sí, por supuesto, y tendría razón... pero también es verdad que si es por leer el evangelio, también tú (y yo) cuando lo leemos, leemos eso mismo, y no por ello nos sale automáticamente creérnoslo en al propia vida ni repartirlo en nuestro entorno.
Al cura (al obispo, al Papa) los miramos con la misma mirada legalista que a nosotros mismos, y que también hace difícil la predicación (que comprende un "momentum" de recepción).
La tarea de realizar el evangelio, en su "ciclo completo" de predicación-recepción-actuación-repredicación es algo tan lento... que lo que no podemos hacer es exasperarnos por esa lentitud (te lo dice alguien muy "exasperao" )
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«Si Dios no glorifica al hombre, la gloria de los hombres no tiene ninguna consistencia» (Abba Sisoes)
No sé si llamarlo Paraservir o julioverylight. Pero decir que cada aportación aporta. No desdice a otros.
Si se acaba por teorizar sobre los santos y la santidad, indica que no se está en ese camino. Y además estamos marcando a Dios lo que tiene qué hacer.
Es algo endémico del racionalismo, del modernismo. Es el demonio que amamos más que a Dios.
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El mundo escucha de buen grado a los maestros, cuando son también testigos.
Benedicto XVI.
Paraservir, lo de 'reductio ad pelagio' no es un posible nombre entre mil de lo que hablabas. Es un posible nombre a tu falacia.
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El mundo escucha de buen grado a los maestros, cuando son también testigos.
Benedicto XVI.
Si se acaba por teorizar sobre los santos y la santidad, indica que no se está en ese camino. Y además estamos marcando a Dios lo que tiene qué hacer.
Se teoriza sobre lo que es teorizable, buen señor, no sobre lo que es de fe. Es lo que yo llamo reductio ad fidem: aportar sin desdecir. ¿Qué desopinas al respecto?
Nada.
Tú solito lo dices. jajaja
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El mundo escucha de buen grado a los maestros, cuando son también testigos.
Benedicto XVI.
La cuestión es que los santos no son ni totalmente ejemplos, ni totalmente modelos, ni solamente intercesores, ni solamente predecesores. Son una mezcla, variable en cada caso, de todo eso.
Leer o estudiar la historia de un santo, no deja de ser leer o estudiar hechos, que suelen ser muy virtuosos porque si no la Iglesia no los propondría para ejemplo y veneración. Pero lo realmente sustancial no lo podemos leer: su vida íntima con Dios, en qué consistió realmente su andanza en la santidad.
¿Y si en vez de ver a los santos como ejemplos, los vemos vasos de gracia?
¿Y si en vez de verlos como modelos, los vemos como barro modelado a voluntad de Dios a pesar muchas veces del modelo?
¿Y si en vez de verlos como intercesores, los vemos como intercedidos por la gracia?
¿Y si como predecesores, mejor lo vemos como avanzadilla de las promesas cumplidas en aquél que es primogénito en todo y en todos?
Entonces tal vez empezaríamos a ver a los santos "menos" santos, y a nosotros mismos más "santos" (un ver de contemplar), a todos una mismo asunto para Dios.
el legalismo, el moralismo, el puritanismo, el buenismo, el bienintencionismo nos sale tan de dentro, que si no nos aplicamos a reformar eso
Ésa es la reforma a la que me refiero y en la que, como bien dices, no podemos exasperarnos, porque si nos exasperamos estamos cayendo en algo que bien podría entrar en esta enumeración que haces. Porque como bien han dicho (¿kanbei?, estoy en vista previa y no me deja remirar)...
El santo no es el que nunca cae, sino aquel que cae y se levanta, y es consciente que todo lo bueno que tiene y es procede de Dios, y pone en Él toda su confianza.
Y lo peor para quien se "ve" en la santidad, no es caer en el pecado, sino en el moralismo, el puritanismo, el buenismo, el bienintencionismo... Eso es lo que nos impide la verdadera aspiración que Dios nos tiene, que no es no pecar, sino levantarnos, es decir, levantar siempre la mirada hacia Dios amor y misericordia transformadora más allá de categorías esculpidas en piedra, como pecar y no pecar, que no deberían tener sentido para un cristiano. Los santos rehuyen el pecado como la peste cuando no es el pecado lo que ven, sino a Dios muy dentro y muy fuera.
¿Y si en vez de ver a los santos como ejemplos, los vemos vasos de gracia?
¿Y si en vez de verlos como modelos, los vemos como barro modelado a voluntad de Dios a pesar muchas veces del modelo?
¿Y si en vez de verlos como intercesores, los vemos como intercedidos por la gracia?
¿Y si como predecesores, mejor lo vemos como avanzadilla de las promesas cumplidas en aquél que es primogénito en todo y en todos?
Siendo todo eso cierto, también es cierto que vasos, barro, intercedidos, avanzadilla, somos todos. Y no todos somos santos. Y los santos no lo fueron cada instante de su existencia.
Hay un componente, en todo esto de la acción de Dios, que es nuestro. y no en pasivo (dejándonos hacer), si no en activo (haciendo).
Hasta donde es Gracia; desde donde mérito personal, me resulta un misterio.
Siendo todo eso cierto, también es cierto que vasos, barro, intercedidos, avanzadilla, somos todos. Y no todos somos santos. Y los santos no lo fueron cada instante de su existencia.
Claro que somos todos. Eso es lo que pretendía decir, que no hay ninguna diferencia entre un santo y un "no santo", salvo en que Dios ha hecho santo a uno y a otro no, porque uno ha querido y otro no.
No se trata de una actitud pasiva (pietismo) sino una voluntad pasiva (humildad) y sobrenatural (divina) que confluyen en la re-creación, en la nueva criatura, que llamamos santo/a.
La voluntad activa de un santo, aunque propia y libre, es en realidad la voluntad de Dios mismo, el único Santo, obrando en ti y en mí, divinizándote. La libertad cristiana no es absolutamente autónoma, como una libertad teórica donde poseo una voluntad soberana sobre mi espíritu, sino que la libertad cristiana se resume en rechazar la gracia de Cristo o... ser Cristo :P
La voluntad activa de un santo, aunque propia y libre, es en realidad la voluntad de Dios mismo
Y ahí radica el misterio del que hablas.
Qué bonito es el platonismo!
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El mundo escucha de buen grado a los maestros, cuando son también testigos.
Benedicto XVI.