A medida que pasan los años más voy cayendo en la cuenta de que el mandato de unidad que dió Jesús es uno de los pilares de la fe cristiana, no un accesorio o una especie de "via de perfección" de la Iglesia, que bueno, si somos uno, bien, la Iglesia es más perfecta, pero si no lo somos... pues bueno, qué se le va a hacer....
No es que antes no viera lo importante que es, pero me parecía más "lógica" la cuestión de que la unidad tiene que ser en la verdad, entonces, si no creemos exactamente lo mismo, lo de "ser uno" resulta un poco falso... pero me doy cuenta de que para Jesús la verdad es el amor, y por tanto no es tan importante el matiz exacto de lo que creemos, sino el hecho de que compartamos el espacio a partir del cual podemos descubrir la verdad tal como la vive y experimenta el otro, y ese espacio no puede ser más que la unidad.
Por ejemplo, el documento conjunto de la Iglesia Católica y de la Federación Evangélica acerca de la justificación -tema centralísimo de la verdad de la fe- puede resultar un poco farragoso de leer, pero es fundamental, y no porque lleguemos a la conclusión de que creemos exactamente lo msimo, sino precisamente porque en cada punto distingue: esta es la fórmula en la que estamos de acuerdo, este es el modo como entiende el luteranismo esa fórmula, este es el modo como entiende el catolicismo esa fórmula...
Y ya en eso podemos convivir, sabiendo que no tenemos la misma sensibilidad ante tal tema, pero podemos compartir el espacio de fe abierto por la fórmula común.
Claro, para esto, se debe partir de la base de que hay verdad en el otro; si partimos de la base de que el otro está equivocado y yo no, entonces no es posible llegar a un espacio común de fe.
Ese es el punto de inflexión al que la Iglesia -de la mano de Francisco- está tratando de llevarnos respecto de la figura de Lutero, y, en general, de la Reforma: que entendamos que aunque la culpa mayor de la ruptura de la unidad sea siempre del que la rompe, la reforma luterana no se hizo sin gran pecado anterior, simultáneo y posterior de parte de la Iglesia Católica, y si estamos realmente comprometidos en la búsqueda de la unidad, nos toca ver y aceptar eso. Sólo en nuestra verdad profunda, vista con humildad, podremos darnos vuelta y pedirle al otro que vea también en la humildad su propia historia.
Pero hay unos cuantos que no están por la labor, que les horroriza escuchar que se llama "testigo del evangelio" a Lutero; sin embargo, es parte de una sensibilización completamente necesaria. La Reforma no es un mero movimiento de ruptura. Aunque ocurrió en el seno de una ruptura, y de una ruptura que -como toda ruptura de la unidad de la Iglesia de Cristo, es pecaminosa-, no sólo rompió, sino que plantó árboles que dieron genuinos frutos espirituales a lo largo de cinco siglos; pensemos sólo en el renacimiento del estudio bíblico de los siglos XVIII y XIX, que dieron como fruto la crítica bíblica del XX, que nos abrió profundidades y tesoros del texto sagrado antes invisibles.
Lamentablemente, los mismos que rechazan reconocer el valor espiritual de la tradición luterana, rechazan al mismo tiempo la crítica bíblica, como si fuera una mera excrescencia del estudio bíblico, que ya con San Agustín y San Jerónimo habría llegado a su punto más alto, a partir de lo cual sólo toca repetir.
Pero este mismo ejemplo nos sirve para darnos cuenta que se trata de una ceguera voluntaria: de no querer ver todo lo que Dios está haciendo en su Iglesia (en su única Iglesia), ¡porque si la tradición luterana dio algún fruto, no es por mérito de Lutero, sino porque Dios quiso fecundarla! igual que lo hace con la Católica, que no florece por lo fotogénico que sea Francisco...
La unidad se dará cuando Dios lo imponga, pero por nuestra parte, si realmente entendemos que el mandato de unidad es el mismo que el del amor, sólo es una de sus caras, no podemos menos que ponerla en el centro de nuestras preocupaciones, de nuestra oración, de nuestra acción, y sobre todo de nuestro lenguaje, de la delicadeza al hablar del que pertenece a otra tradición espiritual dentro de la misma Iglesia de Cristo.
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«Busca a Dios, entonces hallarás a Dios y todo lo bueno.» (M. Eckhard)
Es interesante notar que en Youtube encuentras conferencias magistrales de grandes teologos y cuando los escuchas ni se te ocurre pensar si es o no catolica o de que denominacion es. Todos estan hablando el mismo idioma. No sera que la tecnologia nos esta uniendo ya?
A propósito, y teniendo a la vista el tono del catolicismo en España (pasado y presente) cuando de Lutero (y en general el protestantismo) se trata... el documento de los obispos españoles ¿no les resulta un poquitín... aguado?
jajajaja... no quise ser malo, pero me llamó mucho la atención que el párrafo dedicado a "las culpas de la ruptura" parece apuntar exclusivamente a las culpas del otro:
En este sentido, se invita a las distintas Iglesias y comunidades eclesiales a dar gracias a Dios por los dones espirituales y teológicos de la Reforma, pero también al arrepentimiento por la división causada y mantenida en el Cuerpo de Cristo y los demás pecados cometidos, y a fortalecer nuestro testimonio común del Evangelio de la misericordia en el mundo y nuestro compromiso de caminar juntos en el futuro.
Por supuesto que en esas "distintas Iglesias y comunidades eclesiales" está incluida la Católica, a la que se nombró en el párrafo ante-anterior. Pero creo que hubiera correspondido la misma contundencia que en el documento "Del conflicto a la comunión":
Aunque estamos agradecidos profundamente por los dones espirituales y teológicos recibidos a través de la Reforma, también reconocemos y lamentamos ante Cristo que luteranos y católicos hayamos dañado la unidad visible de la Iglesia.
Pero no... precisamente porque las semillas de la división siguen en pie, porque se queda mal con todos los supermegacatólicos españoles que están clamando que ellos no van a llamar "testigo del evangelio" a Lutero, etc etc etc... es decir, lo de siempre, ua mezcla de miedo, inconciencia y falta de mirada religiosa. Todo ello no en un artículo de infocatólica sino en un documento de los obispos...
Para completar el cuadro: un documento insustancial pero laaaaargo... más largo cuanto más insustancial, como si la cantidad de palabras fuera a suplir la carencia de espíritu.
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«Busca a Dios, entonces hallarás a Dios y todo lo bueno.» (M. Eckhard)
Respondiendo a Miguel, la tecnología ayuda mucho: con todo lo negativo que pueda tener el hecho de que carezca de una orientación acerca de quién opina (simplemente es tan "democrática" que todo se puede decir al aire, incluso tonterías), es verdad que accedeos hoy a pensamientos de primera mano de "los otros", y podemos conocernos mejor, cosa muy difícil hace dos o tres décadas.
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«Busca a Dios, entonces hallarás a Dios y todo lo bueno.» (M. Eckhard)
Siempre que me intento imaginar eso de ser "uno solo", "una sola iglesia", me parece casi imposible en pensar que significa que todos se pasan al "padrón de la Iglesia Católica". Lo imagino y veo más en la linea de proclamar a Cristo, crucificado y resucitado... haciendose más patente en una última persecución contra los Cristianos a nivel global. Algo apocaliptico pero siempre lo he imaginado así.
Creo que el "extra ecclesiam nulla salus" es interpretado con muchos matices que afectan la capacidad de un Católico para entender que la unicidad no es amontonamiento de criterios.
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En general las teologías del siglo XX sobre la unidad apuntaban más a un modelo de unidad por convergencia (que creo que es lo que dices), que a una unidad por asimilación. En el siglo XXI nos toca ponernos en marcha decidida a realizarlas.
A las iglesias católica y luterana les es difícil plantearle a sus fieles un modelo de convergencia: "nosotros somos la verdadera, pero para que quepa el otro vamos a hacer de cuenta que en algo no lo somos...". Hemos pensado la unidad de la Iglesia en los siglos XVI y XVII, una época de uniformidad general.
La época se acabó, pero nuestro magisterios respectivos quedaron impregnados de la idea de que "unidad" es uniformidad general.
Yo pienso que es cuestión de tiempo, es decir, cuando el deseo y la necesidad de unión supere la fuerza centrífuga de las "ideas de unidad", los católicos aceptaremos con naturalidad redimensionar el lugar del obispo de Roma (que pienso que es el único gran escollo a la unidad, por nuestra parte), y los luteranos aceptarán por fin que ellos siempre han tenido tradición y magisterio, y podremos converger; por supuesto, manteniendo nuestras tradiciones y prácticas respectivas.
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«Busca a Dios, entonces hallarás a Dios y todo lo bueno.» (M. Eckhard)
Leí esto hace poco en una introducción de un libro que tengo pendiente de leer:
Ante aquello que representa la cuestión infinitamente más importante y decisivapara la salvación, es decir, la orientación de fondo de la conciencia a Cristo,
todo desacuerdo particular entre los cristianos pasa a un segundo plano,
igual que pasa a un segundo plano si se considera el servicio que los cristianos,
de hecho, prestan a este mundo. En este sentido, sea que se eleven hacia
las cumbres, sea que se hundan en los abismos, los cristianos, de cualquier
modo, se acercan cada vez más los unos de los otros. (...) Si los cristianos de
una confesión creyesen en la sinceridad de la orientación hacia Cristo de los
cristianos de las otras confesiones, es probable que no hubiese más divisiones,
lo cual no significa que acabasen también las diferencias. (...) Pero los cristianos
siguen dividiéndose y luchando los unos contra los otros precisamente
porque no creen en la sinceridad de la orientación cristiana recíproca.
El camino hacia la adquisición de la verdad religiosa, por otra parte, no se da
de una manera abstracta, sino que se realiza en un ambiente concreto y preñado
de vida. En cuanto que pertenezco a una bien determinada confesión,
es natural para mí pensar que las formas estructurales de mi Iglesia sean capaces
de organizar la vida auténtica; y es obvio que engañaría a mi Iglesia y
a los creyentes de las otras confesiones si en un determinado momento, en
nombre de la unidad, por ligereza o por motivos tácticos, comenzase a contestar
precisamente estas formas. Pero también está claro, por otra parte, que,
reconociendo su importancia, acabaría por violar el mandamiento cristiano
del amor si como condición absoluta de la unidad comenzase a poner la exigencia
de que todas las demás confesiones asuman como propias las formas
concretas de vida religiosa que caracterizan a mi Iglesia. Si estoy firmemente
convencido de que una determinada conciencia está sinceramente orientada
hacia Cristo, esto hace posible, e incluso necesario, el reconocimiento recíproco
y la unidad, porque toda la vida concreta florece a partir del germen,
de aquí y solamente de aquí, mientras que todo el resto depende del clima y
del terreno sobre el que ha crecido la semilla de la fe.
La vida conciliar (sobórnaia) de la Iglesia universal no es la suma de las vidas
de los hombres particulares, y tampoco la de las diversas Iglesias: el todo
es mayor que la suma de las partes. (...) De este modo, las diferencias de
estructura y de funcionamiento de los diversos órganos del Cuerpo de Cristo
le dan la posibilidad de manifestaciones vitales que serían inaccesibles en
el caso de una absoluta uniformidad.
Hay en nuestro tiempo un pecado común a todas las confesiones, que consiste
precisamente en el olvido del término «católico», al cual, en el mejor de
los casos, se le atribuye un significado extensivo y cuantitativo, mientras que
la expresión catolicos indica ante todo algo intensivo y cualitativo. (...) La
conciencia de la propia limitación y la consiguiente aspiración a completar el
propio don con el don de los otros, que están presentes fuera de un grupo determinado,
da un carácter de «catolicidad» a las diversas confesiones.
Las formas de la vida religiosa han de ser interpretadas precisamente como
manifestaciones de la vida, y lo que hemos de hacer es descifrar estos jeroglíficos
de la razón sobórnica (razón católica, conciliar, de conjunción e integridad)
de la Iglesia universal, y hacerlos nuestros como expresiones de la razón
de Cristo. (...) La hostilidad de las diversas confesiones en relación con estos
símbolos sagrados de las otras confesiones se funda en un modo absolutamente
no espiritual de acercarse a los símbolos mismos. Pero afrontar de una manera
no espiritual lo que es espiritual, ¿acaso no constituye un craso error?27
El grado de cercanía y de alejamiento entre las diversas confesiones sería entonces
determinado por razones internas (...). El haber establecido una relación
verdadera daría después la posibilidad de juzgar muchas cosas, comenzando
finalmente a afrontarlas en su esencia.
Pavel Florenskj (fragmentos de su conferencia Cristianismo
y cultura)
Un abrazo
Madre mía, qué texto! es muy exacto!
Está este precioso relato en la Historia Eclesiástica de Eusebio, acerca de la disensión que agitó mucho a la Iglesia de los siglos II y III sobre la fecha de clebración de la Pascua, ya que un grupo de obispos asiáticos no celebraban en domingo sino el 14 de Nisán, cayera en el día que cayera (como la pascua judía), eran los llamados "cuartodecimanos".
San Policarpo fue a Roma en tiempo del papa Aniceto, y así lo cuenta Polícrates, obispo en Asia, en una carta al papa Víctor, que los presionaba para que cambiaran la fecha de la pascua:
«nunca se rechazó a nadie por causa de esta forma, antes bien, los mismos presbíteros, tus antecesores, que no observaban el día, enviaban la eucaristía a los de otras iglesias que sí lo observaban.
»Y hallándose en Roma el bienaventurado Policarpo en tiempos de Aniceto, surgieron entre los dos pequeñas divergencias, pero en seguida estuvieron en paz, sin que acerca de este capítulo se querellaran mutuamente, porque ni Aniceto podía convencer a Policarpo de no observar el día—como que siempre lo había observado, con Juan, discípulo de nuestro Señor, y con los demás apóstoles con quienes convivió—, ni tampoco Policarpo convenció a Aniceto de observarlo, pues éste decía que debía mantener la costumbre de los presbíteros antecesores suyos.
»Y a pesar de estar así las cosas, mutuamente comunicaban entre sí, y en la iglesia Aniceto cedió a Policarpo la celebración de la eucaristía, evidentemente por deferencia, y en paz se separaron el uno del otro; y paz tenía la Iglesia toda, así los que observaban el día como los que no lo observaban». (Eusebio, H.E. V,24 15-17)
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«Busca a Dios, entonces hallarás a Dios y todo lo bueno.» (M. Eckhard)
Mañana empezamos; “El Octavario por La Unidad”; aunque el deber de orar, y buscar la misma, no se limita a 8 días de enero, es obligación diaria, aunque claro, cuando una ve, o lee cosas como el ejemplo que ha citado Abel, o lee algunos en otro lado, pues aparte de vergüenza ajena, por las cosas que dicen algunos, de los dos lados, que son auténticas barrabasadas
De la ruptura, todos tuvieron la culpa, digo tuvieron y no tuvimos porque, nosotros no existíamos
Podríamos decir que en realidad, ya estamos unidos, y, no porque lo estemos en lo primordial, si, no porque somos unos, y otros miembros de Cristo
Os pongo a continuación el trabajo que como comentario al prólogo del texto para la oración de este año; hemos hecho una compañera del grupo de ecumenismo, y, yo, ya era para el sábado pasado, pero no tuvimos reunión lo presentaremos este
Así que sois los primeros en leerlo, ahí va
Lo abro en post aparte
Un abrazo
Maite
“Mi Dios es mi fuerza·
Gracias, leí primero lo otro y luego esto.
Te cuento lo que haremos en mi parroquia. Ante todo hay que tener presente que mi parroquia es de mucha gente mayor, y completamente sin conciencia de esta cuestión. Lo del ecumenismo les queda a años luz de distancia.
El anteaño empezamos introduciendo el tema del octavario, el año pasado hicimos un encuentro estilo "Taizé" (aprovechando el envión de la peregrinación de Taizé a Valencia, en la que fuimos una de las tantas parroquias anfitrionas), y este año avanzamos un poco más, con más material sobre el tema durante toda la semana.
Inspirándome en el material del Octavario, puse una pizarra en la puerta del templo con un muro dibujado, y un rotulador rojo grueso al lado, de modo que cada uno que quiera puede escribir en cada ladrillo dle muro un pecado contra la unidad.
A su vez imprimimos una hojita explicando por qué rezamos la semana de la unidad aunque no tenemos ningún grupo ecuménico en la parroquia, ni hay en el barrio ningún templo de otra confesión crisitiana, se explica allí lo del muro, se invita a escribir, y termina con una oración por la unidad que creo que está muy bien.
Este es el texto del folleto y la oración:
Semana de oración por la Unidad de los Cristianos
18 al 25 de enero de 2017
Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos
Comisión Fe y Constitución del Consejo Mundial de Iglesias
La unidad de los cristianos no es un objetivo menor, no es algo bueno sólo para los que “hacen ecumenismo”. Tal vez no tenemos cerca, en nuestro barrio, iglesias de otras confesiones cristianas que estén comprometidas con la búsqueda de la unidad, y nos parece que eso lo podemos dejar para otros. ¿Para qué voy a orar por la unidad de los cristianos si yo no conozco, no me relaciono con gente de otras confesiones cristianas?
«El amor de Cristo nos apremia», es el lema de la semana de la oración por la unidad de los cristianos 2017, tomado de 2Cor 5,14.
Es el pedido de Cristo en la Última Cena: «Que todos sean uno», el que nos apremia; la búsqueda de la unidad no es una moda, un deseo pasajero o veleidoso. Es un pedido que hace Jesús a cada uno. Él nos apremia.
Tómate un minuto para pensar en alguno de los pecados que construyen el muro de la desunión:
falta de amor, odio
desprecio, acusación falsa
discriminación, persecución
comunión rota, intolerancia
guerras de religión, división
abuso de poder, aislamiento
orgullo, indiferencia...
¡y tantos más!
Escribe uno de esos pecados en el muro de la desunión. Rezaremos esta semana de manera especial para que Jesús convierta nuestros corazones desunidos, que él rompa el muro.
Al finalizar cada misa rezaremos juntos:
Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, eres el origen y el fin de todo lo que existe.
Perdónanos cuando solo pensamos en nosotros mismos y nos ciegan nuestros propios criterios.
Enséñanos a ser amables, acogedores y misericordiosos, para que podamos crecer en la unidad de todos los cristianos, que es un don tuyo.
A ti sea el honor y la alabanza por los siglos de los siglos. Amén.
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«Busca a Dios, entonces hallarás a Dios y todo lo bueno.» (M. Eckhard)
Me parece estupendo la forma de plantear el octavario en vuestra parroquia, en la mía, va ser de pena, si acaso alguna oración de pasada en las misas, y, luego nada, o mejor que no haya nada, dependiendo del cura que oficie, claro que para 4 personas que van, mayores todos, o casi todos, les va sobrar
hace años cuando viviía el párroco, y, estaba bien, era distinto, a él, debo mi ecumenismo
pero te cuento, ayer fui a Misa, a la que llamo mi 2ª parroquia
el sacerdote hizo las oraciones por la Unidad,y pronunció homilia, personalmente le agradecería que nolo hubiése hecho, pero claro tampoco le puedo pedir otra cosa, tiene cerca de 90 años, el ecumenismo le debe sonar a herejía
qué dijo, que estabamos orando los cristianos, también los no católicos, hasta ahi perfecto, para que Dios nos uniese, los trajese a todos a la Iglesia de Pedro, yo pensaba que La Iglesia era de Jesús, pero este buen cura, le ha dado una a Pedro, es decir volvemos al retorno, bueno vuelve él
luego dijo que el Papa Francisco en todos los viajes, visita a los hermanos separados, por Dios desde Juan Pablo II, no son hermanos separados, son hermanos con los que no estamos en plenitud de comunión, no son separados porque son miembros de Cristo, los separados son los reprobos
Pero ya digo, seguro que a muchos pareció una homilia hasta ecuménica
Un abrazo
Maite
"Mi Dios es mi fuerza"
Bueno, es natural, son siglos de una predicación que hacía de Roma el centro del mundo divino.
Un cura de 90 años predicando así es un lujo, más me aterran los sitios de internet que en nombre del catolicismo dicen esas mismas cosas, o aun peores, y sus escritores no tienen 90 años...
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«Busca a Dios, entonces hallarás a Dios y todo lo bueno.» (M. Eckhard)