¿Podemos “dormir”, o debemos actuar en la sociedad para luchar por la justicia?
En una palabra podemos como cristianos contentarnos, con lo que va sucediendo, excusándonos en qué, no, me van hacer caso, siempre hacen lo que quieren, total a mí
¿O, más bien tenemos la obligación ante Dios, y, nuestra conciencia, de luchar pacíficamente, por lo que creemos justo, con los medios que podamos, pero no quedándonos sólo con ofrecer un rosario, por la paz en el mundo, aunque luego hagamos nuestra guerra particular en casa, o el vecindario?
Un abrazo
Maite
“Todo lo hace bien, hace oír a los sordos, hablar a los mudos”
Es difícil para el cristiano actual pensar en su actuación:
-estamos en un contexto inédito de información global; podemos saber del muerto reciente por la guerra en el otro extremo del mundo, pero podemos hacer algo por restablecer la paz allí?
-por otra parte esa misma hiperinformación nos muestra la pobreza de nuestros medios: es tanto y tan enorme lo que hay que reparar que casi no sentimos la relación que puede tener el poner paz entre los míos y la paz en el mundo, como cuesta imaginar que el cuidado de no tirar a la basura normal unas pilas viejas pueda tener repercusiones planetarias.
Pero la realidad es que el bien es expansivo. Expansivo como el mal, pero a diferencia del mal, el bien es exponencial: no suma, multiplica, porque el mal es carencia, así que solo es malo aquello de lo que quito bien, solo lo puedo hacer restando, mientras que el bien siempre tiene la dimensión de la reparación (suma) y del modelo (multiplicación). Pon una persona a mirar el cielo en la calle, y al rato habrá diez, aunque no sepan qué miran; pon una persona haciendo el bien, y al rato habrá diez; quizás nueve no sean del todo conscientes de por qué lo hacen, pero lo harán, y eso es algo bueno, ya habrá tiempo de reflexionar sobre el bien y llegar a la consciencia personal que compromete a la continuidad de esa acción.
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«Busca a Dios, entonces hallarás a Dios y todo lo bueno.» (M. Eckhard)