Madurar internamente
“Permaneced unidos a mí, como yo lo estoy a vosotros”
(Juan 15, 4a)
Efesios 3, 14-21 Que Cristo habite en nuestros corazones.
Lucas 2, 41-52 María guardaba todas estas cosas en su corazón
Meditación
El encuentro con Jesús da lugar al deseo de estar en Él y permanecer en Él: es el tiempo en el que el fruto madura.
Siendo como nosotros, plenamente humano, Jesús creció y maduró. Vivió una vida simple, arraigada en las prácticas de su fe judía. En esta vida oculta en Nazaret, donde aparentemente no sucede nada extraordinario, era el Padre quien lo alimentaba.
María contempló las acciones de Dios en su vida y en la de su hijo. Ella atesoraba todas estas cosas en su corazón. Así, poco a poco, ella abrazó el misterio de Jesús.
También nosotros necesitamos un largo período de maduración, toda una vida, para sumergirnos en la profundidad del amor de Cristo, para dejar que él permanezca en nosotros y para que nosotros podamos permanecer en él. Sin que sepamos cómo, el Espíritu hace que Cristo habite en nuestros corazones. Y es a través de la oración, de la escucha de la Palabra, del compartir con otros y poner en práctica lo que hemos entendido, cómo nuestra interioridad se fortalece.
Si dejamos que Cristo descienda a las profundidades de nuestro ser... Él penetrará en la mente y en el corazón, alcanzará nuestra carne hasta nuestro ser más íntimo, hasta que nosotros experimentemos algún día las profundidades de la misericordia.
Las fuentes de Taizé (2000), p.134
Oración
Espíritu Santo,
haz que recibamos en nuestros corazones la presencia de Cristo,
y apreciarlo como un secreto de amor.
Alimenta nuestra oración,
ilumina nuestra lectura de las Escrituras,
actúa a través de nosotros
para que los frutos de tus dones puedan pacientemente crecer en nosotros.
Nuestro hacer cristiano. Segundo día del Octavario
En este 2º día del Octavario
Pablo nos recuerda y nos desea, que Cristo habite en nuestros corazones, Efesios 3, 14, 21
Si Cristo vive en nosotros, ya estaremos unidos, aunque no lo estemos a otros nivele, no odiaremos al hermano, perdonaremos, porque tendremos los sentimientos de Jesús, nos dolerá el dolor y la ofensa al hermano, y, lo disculparemos.
Lucas nos dará la clave, Lucas 2, 41, 55
Como María meditar orar en nuestro corazón ante Dios, los acontecimientos de nuestras Iglesias y Comunidades, y, del mundo, seguir confiando, seguir orando y esperando el día en que Dios nos una a todos en La Iglesia Cuerpo de su Hijo, Cristo ora con nosotros, por eso, sabemos sin saber cuando que seremos oídos
invocamos la intercesión de
De Santa María, Madre de Jesús, Madre de La Iglesia, Madre de La Unidad
Del Patriarca Abraham nuestro Padre en la Fe
De San Jerónimo, el Padre de La Iglesia que nos recuerda que desconocer La Escritura es desconocer a Jesús, y, La Biblia nos une a los cristianos
De San Pablo y su discípulo Timoteo, que vivieron ya los primeros conflictos entre cristianos
De San Juan de Calabría, que fomento las relaciones entre los cristianos
y de San Juan Pablo II, el Papa puso el ecumenismo como una prioridad
Un abrazo
Maite
"Que sean Uno Padre, como nosotros somos Uno, para que el mundo crea"