Hemos llegado al fin del Octavario
Efesios 4, 20-23
Dad lugar a la renovación espiritual de vuestra mente
Pablo cuya conversión celebramos hoy, escribía a los cristianos de Efeso, que renovaran su mente, que se desprendieran del hombre viejo
Qué nos diría hoy a los cristianos del siglo XXI, lo mismo, que renovemos espiritualmente nuestra mente, que crezcamos, que seamos niños solo ante el Padre Dios
Que dejemos de echar las culpas de la separación de los cristianos al vecino, que nos examinemos, que trabajemos juntos, que oremos juntos, que lo que importa es ser cristianos, que somos de Cristo que murió y resucito por nosotros
Que Jesús el Único Mediador sigue orando por nosotros.
Oramos a Jesús nuestro Dios, para que nos tumbe del caballo, y, con Él oramos al Padre Dios, para que cuando quiera y como quiera nos una en La Iglesia de su Hijo; la que es su Cuerpo y Esposa para que el mundo crea y sea salvado, y, nosotros también
Santa María Madre de Jesús, ruega por nosotros
San Pablo. Ruega por nosotros
San Juan Pablo II. Ruega por nosotros
Martin Luther Küng. Ruega por nosotros
Mártires de todos los tiempos. Iglesias y Comunidades. Rogad por nosotros.
Un abrazo
Maite
La verdad es que este año lo viví de manera especial, porque con el grupo de oración de ETF hemos incorporado durante todo el octavario un resumen de la meditación del día al final del Oficio de Lecturas que hacemos cada día.
Me parecieron meditaciones muy buenas, muy certeras, sobre todo las dos últimas, que hablaban, la de ayer, de los dones que ya están, pero tenemos que descubrir, como el gran don de la Unidad, que Cristo ya dio a su Iglesia, aunque nos cueste tanto hacerlo real. La más especial para mí, sin embargo, fue la de hoy, que hablaba de "volver por otro camino", como hicieron los Magos: eso es lo que tenemos que hacer como Iglesia, dejar de echarnos culpas unos a otros, como bien dices, Maite; también dejar de revisar unilateralmente la historia (que es otra forma de echar culpas a los demás).
Y sí, para eso: renovar nuestra mente, dejar que el reclamo de unidad que hace Jesús se sobreponga a nuestros reclamos de poder de unos a otros.
Es muy difícil, está claro, pero es cada vez más intenso el deseo de unidad, y finalmente se sobrepondrá a la división. Dios nos permita verlo y vivirlo.
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La creación es la esposa de Cristo, y nosotros su regalo de bodas.