Daniel Ortega estrecha el cerco contra la Iglesia católica en Nicaragua. Esta vez lo hace impidiendo las operaciones financieras al congelar las cuentas de la Iglesia. La voz de alarma saltó en la diócesis de Estelí, a cargo de monseñor Rolando Álvarez a quien el tándem Ortega-Murillo mantiene encarcelado desde febrero. Después fueron las diócesis de Matagalpa y Managua las afectadas y el bloqueo ya se ha extendido a todo el país. Los hechos se han consumado sin ningún tipo de notificación oficial.
Lo que sí hay es una acusación. Un comunicado de la policía da por sentado que la Iglesia católica nicaragüense lava dinero: «La Policía Nacional inició investigaciones que llevaron al hallazgo de centenares de miles de dólares escondidos en bolsas ubicadas en instalaciones pertenecientes a las diócesis del país».
La nota asegura que las autoridades bancarias nicaragüenses han solicitado al cardenal Leopoldo Brenes «la presentación de los documentos que muestren los movimientos de las cuentas bancarias de las diócesis de manera que se cumpla en todo momento con las leyes del país evitando los actos ilícitos que se han venido cometiendo». La policía habría detectado «actividad ilícita en el manejo de fondos y recursos en cuentas bancarias que habían pertenecido a personas condenadas por traición a la patria».
En declaraciones a medios nicaragüenses, el cardenal Brenes ha indicado que en este momento la Iglesia está viendo cómo resolver la situación.
Tal y como informan estos medios, el problema se detectó el fin de semana pasado cuando dos sacerdotes de la diócesis de Estelí intentaron retirar unos fondos para la construcción de un dispensario. No pudieron realizar la operación y además ambos fueron requeridos por la policía y la fiscalía. A continuación, las cuentas de la diócesis quedaron congeladas.