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El Testigo Fiel
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Buscador simple (o avanzado)
El buscador «simple» permite buscar con rapidez una expresión entre los campos predefinidos de la base de datos. Por ejemplo, en la biblioteca será en título, autor e info, en el santoral en el nombre de santo, en el devocionario, en el título y el texto de la oración, etc. En cada caso, para saber en qué campos busca el buscador simple, basta con desplegar el buscador avanzado, y se mostrarán los campos predefinidos. Pero si quiere hacer una búsqueda simple debe cerrar ese panel que se despliega, porque al abrirlo pasa automáticamente al modo avanzado.

Además de elegir en qué campos buscar, hay una diferencia fundamental entre la búsqueda simple y la avanzada, que puede dar resultados completamente distintos: la búsqueda simple busca la expresión literal que se haya puesto en el cuadro, mientras que la búsqueda avanzada descompone la expresión y busca cada una de las palabras (de más de tres letras) que contenga. Por supuesto, esto retorna muchos más resultados que en la primera forma. Por ejemplo, si se busca en la misma base de datos la expresión "Iglesia católica" con el buscador simple, encontrará muchos menos resultados que si se lo busca en el avanzado, porque este último dirá todos los registros donde está la palabra Iglesia, más todos los registros donde está la palabra católica, juntos o separados.

Una forma de limitar los resultados es agregarle un signo + adelante de la palabra, por ejemplo "Iglesia +católica", eso significa que buscará los registros donde estén las dos palabras, aunque pueden estar en cualquier orden.
La búsqueda admite el uso de comillas normales para buscar palabras y expresiones literales.
La búsqueda no distingue mayúsculas y minúsculas, y no es sensible a los acentos (en el ejemplo: católica y Catolica dará los mismos resultados).

No es fácil seguir a Jesús

25 de agosto de 2024
Palabras del Papa antes y después del Ángelus de este domingo.

Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz domingo!

Hoy el Evangelio de la liturgia (Jn 6,60-69) nos refiere la célebre respuesta de San Pedro, que dice a Jesús: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna» (Jn 6,68). ¡Hermosa respuesta! Es una expresión muy hermosa, que testimonia la amistad y la confianza que lo unen a Cristo, junto con los demás discípulos. “Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna”. ¡Hermoso!

Pedro la pronuncia en un momento crítico, porque Jesús acaba de terminar un discurso en el que ha dicho que es “el pan bajado del cielo” (cf. Jn 6,41): este es un lenguaje difícil de entender para la gente, y muchos, también los discípulos que lo seguían, lo abandonaron, porque no entendían.

Los Doce, en cambio, no: se quedaron, porque en Él encontraron “palabras de vida eterna”. Lo han escuchado predicar, han visto los milagros que llevó a cabo y continúan compartiendo con Él los momentos públicos y la intimidad de la vida cotidiana (cf. Mc 3,7-19).

No siempre los discípulos comprenden lo que el Maestro dice y hace; a veces les cuesta aceptar las paradojas de su amor (cf. Mt 5,38-48), las exigencias extremas de su misericordia (cf. Mt 18,21-22), la radicalidad de su modo de entregarse a todos. No es fácil para ellos entender, pero son leales. Las elecciones de Jesús van a menudo más allá de la mentalidad común, más allá de los cánones mismos de la religión institucional y de las tradiciones, hasta el punto de crear situaciones provocadoras y embarazosas (cf. Mt 15,12). No es fácil seguirlo.

Y, sin embargo, entre los muchos maestros de aquel tiempo, Pedro y los demás apóstoles encontraron solo en Él la respuesta a la sed de vida, a la sed de alegría, a la sed de amor que los anima; solo gracias a Él experimentan la plenitud de vida que buscan, más allá de los límites del pecado e incluso de la muerte. Por eso no se van, al contrario, todos, excepto uno, incluso entre muchas caídas y arrepentimientos, permanecen con Él hasta el final (cf. Jn 17,12).

Y, hermanos y hermanas, esto también nos concierne a nosotros: tampoco para nosotros es fácil seguir al Señor, comprender su modo de actuar, hacer nuestros sus criterios y sus ejemplos. Tampoco para nosotros es fácil. Pero, cuanto más nos acercamos a Él - cuanto más nos adherimos a su Evangelio, recibimos su gracia en los Sacramentos, estamos en su compañía en la oración, lo imitamos en la humildad y en la caridad -, más experimentamos la belleza de tenerlo como Amigo, y nos damos cuenta de que solo Él tiene “palabras de vida eterna”.

Entonces, preguntémonos: ¿Hasta qué punto está presente Jesús en mi vida? ¿Hasta qué punto me dejo tocar y provocar por sus palabras? ¿Puedo decir que son también para mí “palabras de vida eterna”? A ti, hermano, hermana, pregunto: ¿Las palabras de Jesús, son para ti – también para mí – palabras de vida eterna?

Que María, que acogió a Jesús, Verbo de Dios, en su carne, nos ayude a escucharlo y a no dejarlo nunca.


Palabras después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

Deseo manifestar mi solidaridad a las miles de personas afectadas por la viruela del mono, que es ya una emergencia sanitaria global. Rezo por todas las personas contagiadas, especialmente por la población de la República Democrática del Congo tan probada. Expreso mi cercanía a las Iglesias locales de los países más afectados por esta enfermedad y aliento a los gobiernos y a las industrias privadas a que compartan la tecnología y los tratamientos disponibles, para que a nadie le falte una asistencia médica adecuada.

Al amado pueblo de Nicaragua: os animo a renovar vuestra esperanza en Jesús. Recordad que el Espíritu Santo guía siempre la historia hacia proyectos más altos. Que la Virgen Inmaculada os proteja en los momentos de prueba y os haga sentir su ternura materna. Que la Virgen acompañe al amado pueblo de Nicaragua.

Continúo siguiendo con dolor los combates en Ucrania y en la Federación Rusa, y pensando en las normas de ley adoptadas recientemente en Ucrania me asalta un temor por la libertad de quien reza, porque quien reza de verdad reza siempre por todos. No se hace mal por rezar. Si alguien hace mal a su pueblo, será culpable de esto, pero no puede haber hecho mal por haber rezado. Y entonces que se deje rezar a quien quiere rezar en la que considera su Iglesia. Por favor, que ninguna Iglesia Cristiana sea abolida, directa o indirectamente. ¡Las Iglesias no se tocan!

Y continuemos rezando porque se ponga fin a las guerras, en Palestina, en Israel, en Myanmar y en cualquier otra región. ¡Los pueblos piden paz! Recemos para que el Señor nos dé, a todos, la paz.

Os saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos de Italia y de tantos países. En particular, saludo a los nuevos seminaristas del Colegio Norteamericano y les deseo un buen camino formativo; y les deseo también que vivan su sacerdocio con alegría, porque la verdadera oración nos da la alegría. Saludo a los muchachos con discapacidades motoras y cognitivas, que participan en los “relevos de la inclusión” para afirmar que las barreras pueden superarse. Saludo a los amigos, a los muchachos de la Inmaculada.

Y deseo a todos un feliz domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!

fuente: Vaticano
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