El papa Francisco ha presidido la celebración de la Santa Misa para la Conmemoración de los fieles difuntos en esta ocasión en el Cementerio Laurentino, a las afueras de Roma. El pontífice ya acudió a este camposanto de la zona de Castel di Decima en 2018 ya que con sus sus 21 hectáreas, es el tercero más grande de la capital y cuenta con el “Jardín de los Ángeles“, una parte del cementerio donde están enterrados los niños, incluso los no nacidos.
El silencio por homilía
El Papa que comenzó su visita precisamente por ese jardín optó por el silencio como toda homilía en esta eucaristía sencilla a la que acudieron algunas autoridades, trabajadores del cementerio y familiares de algunos de los fallecidos enterrados en este cementerio. Tras un intenso momento de silencio tras la proclamación del evangelio el pontífice siguió la celebración de la eucaristía con la oración de los fieles.
Hace un año, Francisco presidió la santa misa en el Cementerio Militar de Roma (Rome War Cemetery) donde hizo un llamamiento a la paz y a la esperanza. Frente a la lluvia de hace un año, el sol ha dominado en esta clara mañana de difuntos a las afueras de la Ciudad Eterna. El próximo 4 de noviembre, el pontífice presidirá la misa en sufragio por los cardenales y obispos difuntos durante este año.
Una oración final
Antes de la bendición final, el Papa ha hecho una oración en el que recuerda el cementerio como “lugar de descanso de nuestros hermanos y hermanas difuntos”, en el que “renovamos nuestra fe en Cristo, que murió, fue sepultado y resucitó para nuestra salvación”. “Escucha la oración que te dirigimos por todos nuestros seres queridos que han dejado este mundo. Abre los brazos de tu misericordia y recíbelos en la asamblea gloriosa de la santa Jerusalén”, clamó el pontífice.
Francisco pidió: “Consuela a los que sufren el dolor de la despedida, con la certeza de que los muertos viven en Ti y de que incluso los cuerpos, confiados a la tierra, serán un día partícipes de la victoria pascual de tu Hijo”. “Tú, que has puesto en el camino de la Iglesia, como signo luminoso, a la Santísima Virgen María, por su intercesión sostén nuestra fe, para que ningún obstáculo nos haga desviarnos del camino que conduce a Ti, que eres la gloria sin fin”, concluyó Francisco.