Oh, Madre de Dios, tráenos la Sabiduría que brotó de los labios del Altísimo, abarcando del uno al otro confín y ordenándolo todo con firmeza y suavidad.
Oh, Señora nuestra, tráenos a Adonai, Pastor de la casa de Israel, que se apareció a Moisés en la zarza ardiente y en el Sinaí le dio su ley.
Oh, Madre de la Iglesia, tráenos el renuevo del tronco de Jesé, que se alza como un signo para los pueblos, ante quien los reyes enmudecen y cuyo auxilio imploran las naciones.
Oh, Reina de los cielos, tráenos la llave de David y Cetro de la casa de Israel, que abre y nadie puede cerrar, cierra y nadie puede abrir.
Oh, Virgen Inmaculada, tráenos el Sol que nace de lo alto, Resplandor de la luz eterna, Sol de justicia.
Oh, Esclava del Señor, tráenos al Rey de las naciones y Deseado de los pueblos, Piedra angular de la Iglesia, que hace de dos pueblos uno solo.
Oh, Esposa del Espíritu Santo, tráenos al Emmanuel, rey y legislador nuestro, esperanza de las naciones y salvador de los pueblos.
Amén
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Una devoción mariana muy extendida en España y Portugal, incluso hasta hoy, es la de la Virgen llamada "de la O", aunque su nombre originario es "Virgen de la expectación del parto". Esta fiesta fue instituida por el Concilio de Toledo X en el año 695 para toda España, a celebrarse ocho días antes de la Navidad, esto es, el 18 de diciembre. El fundamento que da el Concilio es que la celebración de la Anunciación (25 de marzo), por caer con frecuencia dentro de la Cuaresma, impide honrar con el fasto debido a la Madre del Señor, por lo que, sin dejar de celebrarse esa fiesta instituida por la Sede Romana, agrega el Concilio esta otra para los territorios de su jurisdicción:
«Ideo speciali constitutione sancitur, ut ante octavum diem, quo natus est dominus, genetricis quoque eius dies habeatur celeberrimus et praeclarus.»
[Por ello con especial decreto se sanciona que el ocatvo día anterior al nacimiento del Señor, la Madre tenga su propio día celebérrimo y preclaro.]
Con el tiempo, esta misa fue teniendo un conjunto de textos completamente propio, y la devoción fue calando hondo en todas partes de España, ya que prácticamente con ella se abría la espera más inmediata de la Navidad. Popularmente la devoción se comenzó a llamar como "de la Virgen de la O", aunque no está clara exactamente la razón, y hay dos hipótesis igualmente admisibles:
-La más extendida dice que, puesto que todas las antífonas del Magníficat de esa semana (en Vísperas) comienzan con la invocación enfática "Oh" (en latín, simplemente "O"), se comenzó a asociar la expectación del parto con esa exclamación: "Oh Adonai" -18 de diciembre-, "Oh Sol que naces de lo alto" -21 de diciembre-, "Oh Emmanuel" -23 de diceimbre-, para poner sólo algunos ejemplos. Incluso parece que en la liturgia particular de la Catedral de Toledo era costumbre que todos los eclesiásticos asistentes a la liturgia "diesen grandes voces, sin orden ni concierto, pronunciando la letra O para demostrar su ansia ante la cercana venida del Redentor." (J.A.Muriel).
-La otra hipótesis proviene de la iconografía tradicional, y asocia la O no con el sonido, sino con la redondez del vientre de la Virgen, a punto ya de dar a luz.
Posiblemente los dos motivos se hayan reforzado mutuamente, dando lugar a esta devoción tan curiosa. En la actualidad no es fiesta litúrgica en el calendario oficial, ni siquiera en el calendario particular de España, porque uno de los criterios más importantes de la reforma litúrgica postconciliar fue, precisamente, no interrumpir permanentemente el "ritmo" propio del calendario general con memorias de los santos; no obstante, estos días tienen, de por sí y en la totalidad de los textos que se utilizan en la liturgia, no sólo del día 18 sino del 17 hasta el Nacimeinto, una presencia central de aquellos referidos a la Madre del Señor.
(Hemos compuesto la oración de esta página utilizando las siete "antífonas O" de la liturgia de la semana.
Aunque el texto de esta pequeña historia de la devoción es propio de ETF, debemos mucho al largo trabajo de Romualdo Mª Díaz Carbonell, O.S.B. en Mercabá dedicado al tema, así como a la facilidad de contar con los cánones originales de tan antiguos textos en Documenta Catholica Omnia, y otras páginas, especialmente sevillanas, donde la imaginería de esta advocación está muy presente, y que se pueden encontrar a través de cualquier buscador.
La imagen que presentamos se encuentra en el templo de Pangil, Laguna, Filipinas, donada al pueblo del lugar en 1764 por el rey Carlos III de España. La Virgen tiene una delicada postura de embarazada a punto de dar a luz, con una notable -incluso en la foto- barriga de parturienta. Debemos la foto a uno de los tantos extraordinarios blogsque hay en el cyberespacio.)