¡ Oh Madre clemente y pía !
Escuchad nuestros clamores.
Si en vuestra imagen hermosa de Chiquinquirá
encontramos todo el bien que deseamos
en esta vida penosa.
Si en todos tiempos, Graciosa ,
dispensáis vuestros favores con franca soberanía.
Te pedimos humildemente,
que ayudes a tu pais, Colombia,
y al mundo entero,
a alcanzar la paz que tanto anhelamos.
Gracias por todas tus bendiciones.
leer sobre esta advocación leer o pedir intenciones de oración
La tradición nos cuenta que hace cuatro siglos don Antonio de Santana, encomendero de los pueblos de Suta y Chiquinquirá, solicitó al español Alonso de Narváez que pintara una imagen de la Virgen del Rosario, para colocarla en una pequeña capilla.
El cuadro es colocado en la Capilla de Sutamarchán , pero como el techo es de paja, poco a poco empiezan a caer goteras, y unos años después la pintura está casi totalmente borrada.En 1578 el cuadro está tan borroso y deteriorado que el Párroco, P. Leguizamón, lo hace quitar del altar y lo envía a una finca que el Sr. Santana tiene en Chiquinquirá.
En 1585 llega de España una sencilla mujer, llamada María Ramos, familiar de la esposa de Don Antonio de Santana y se va a trabajar como doméstica a la casa de ellos en Chiquinquirá. Allí en el ranchejo que hace de Capilla encuentra María Ramos el cuadro que ahora está muy deteriorado. Todo es agujero y mugre.
La piadosa mujer lo observa y al ser informada de que en un tiempo fué una imagen de la Sma. Virgen, , se dedica a quitarle el polvo y la mugre y lo cuelga en una especie de marco.
María Ramos pasa largos ratos de rodillas allí ante el borroso cuadro pidiendo a la Virgen que la consuele porque extraña su casa y su patria, y rogándole que por favor se digne hacerse un poco más visible porque allí en aquella tela casi no se notaba nada.
Pasan los meses, y María Ramos suplicaba: "Rosa del cielo ¿cuándo te pondremos contemplar bien?".
La Renovación:
Dice la crónica de aquel tiempo: “ así las cosas el día 26 de diciembre de 1586, a eso de las 9 de la mañana pasaba una india cristiana llamada Isabel que llevaba en la mano a su hijo de 4 años llamado Miguel y al pasar por frente a la Capilla le dijo: "Madre mía, mire a la Madre de Dios que está en el suelo" volvió la india hacia el altar y vió como la imagen de la Madre de Dios estaba en el suelo despidiendo de si un resplandor celestial que inundaba toda la Capilla. Quedó asombrada la india y muy despavorida le dijo en altas voces a María Ramos: "mire señora que la Madre de Dios se ha bajado del sitio donde estaba y parece que se está quemando".
Volvió María Ramos el rostro y vió que la imagen de la Sma. Virgen estaba de la manera que decía la india y admirada de ver tan estupendo portento, llena de asombro y pasmo, dando goces y derramando lágrimas fué corriendo hasta el sitio donde estaba la imagen y arrodilándose se quedó mirándola y rezándole con gran fe y devoción.
Y sigue diciendo la crónica de aquel tiempo: "Estaba la milagrosa imagen en el suelo recostada e inclinada hacia el altar en el mismo sitio en el que acostumbraba hacer oración María Ramos. La pintura se había vuelto tan renovada y de celestiales colores y que era una gloria el verla. Cesaron los resplandores que despedía la milagrosa imagen de la madre de Dios y después de un rato, con respeto y devoción levantaron de aquel sitio el milagroso cuadro y lo colocaron en el puesto que había ocupado antes, sobre el altar."
La fama de tan impresionante suceso corrió rápidamente por todo el vecindario. Indios y españoles comenzaron a acudir de todos los alrededores, y en un par de meses todo el territorio del virreinato Nueva Granada, estaba informado el acontecismo, y los milagros empezaron a duplicarse.
A los 15 días llegó el párroco de Sutmarchán a comprobar el hecho. Se quedó admirado de la renovación milagrosa. Habiendo reverenciado a la Virgen con mucha devoción, llamó a los testigos que habían presenciado la Renovación y ante un escribano les hizo hacer declaraciones juramentadas de lo que habían visto, con todos sus detalles. Todos declararon bajo la gravedad del juramento lo que acabamos de narrar, y el 10 de enero de 1587 en sobre cerrado y sellado fueron enviadas estas declaraciones al Arzobispo de Santa Fe de Bogotá.
El Sr. Arzobispo ante la noticia de que de todas partes se dirigen peregrinos a rezar ante el famoso cuadro, envía a unos investigadores especiales a indagar todos los detalles y después de mil averiguaciones, los especialistas concluyen que lo acontecido es algo excepcional, algo divino.
Entonces el Sr. Arzobispo en persona se va a visitar el cuadro y no le queda más que repetir las palabras que dijo Jacob en la Biblia: "Verdaderamente Dios está en este sitio, y yo no lo sabía" (Gn. 28, 16).
Las gentes acudían de todas la regiones y la Madre bendita comenzó a obrar curaciones y conversiones en favor de devotos. Pero el milagro más grande y más frecuente que la Virgen de Chiquinquirá hace a sus devotos es la de la Conversión, que dejen su vida de pecado y empiecen una vida como Dios la desea.