Oh Virgen Santísima, Vos os aparecisteis repetidas veces a los niños; yo también quisiera veros, oír vuestra voz y deciros:
Madre mía, llevadme al Cielo.
Confiando en vuestro amor, os pido me alcancéis de vuestro Hijo Jesús
una fe viva, inteligencia para conocerle y amarle,
paciencia y gracia para servirle a Él a mis hermanos,
y un día poder unirnos con Vos allí en el Cielo.
Madre mía también os pido por mis padres, para que vivan unidos en el amor; por mis hermanos, familiares y amigos, para que viviendo unidos en familia un día podamos gozar con Vos en la vida eterna.
Os pido de un modo especial por la conversión de los pecadores y la paz del mundo; por los niños, para que nunca les falten los auxilios divinos y lo necesario para sus cuerpos, y un día conseguir la vida eterna.
Oh Madre mía, sé que escucharás, y me conseguirás estas y cuantas gracias te pida, pues las pido por el amor que tienes de tu Hijo Jesús. Amén.
¡Madre mía, aquí tienes a tu hijo, sé tu mi Madre!
¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación mía!
El 13 de mayo de 1917, mismo día en que S. S. el Papa Pío XII recibió la plenitud del Sacerdocio al ser consagrado Obispo, 3 pastorcillos guardaban el ganado en Cova da Iria, en Portugal. Ellos se llamaban Lucía, de 10 años, y sus primos Jacinta, de 9 y Francisco de 7 años.
Sólo Lucía había hecho la Primera Comunión y ninguno de los 3 sabía leer ni escribir los dos menores.
Era el medio día. Nada nublaba el sol, hacía un calor de mayo, cuando de pronto les sorprendió la claridad de un relámpago, miraron por todos lados pero no vieron asomar tormenta por ninguna parte; ¿Qué ha sido? se preguntaron; Lucía dijo a sus primos: "Vámonos, que puede venir tormenta" Reunieron las ovejas y, mientras descendían, vieron un segundo relámpago; continuaron descendiendo y a cosa de 2 metros de una encina, vieron el resplandor por tercera vez. Miraron con recelo y he aquí que entre suaves resplandores apareció de pronto una joven de sobrehumana belleza que les sonreía y al verlos asustados les dijo: "No temáis, que no os haré daño". Entonces Lucía entre ruda y animosa, le dijo: ¿De dónde es vuestra Merced...? -Soy del Cielo, respondió Ella al mismo tiempo que, con la mano izquierda señalaba las alturas.
La descripción que de Ella hicieron después los videntes es la siguiente: parecía como de 18 años, su figura era esbelta y hermosa, tenía las manos a la altura del pecho como quien reza, de ellas pendía un rosario de cuentas nacaradas como perlas. Era su túnica blanca y blanco orlado de oro, el manto que le cubría la cabeza. Cuando se les preguntaba sobre el color de su rostro y de sus ojos, se contentaban con decir que era luz, luz, luz... y que no podían detener sus ojos ante tanto resplandor.
La pastorcita hizo algunas preguntas insignificantes, y la aparición contestó: "Volveré aquí 6 meses seguidos en este mismo día y a la misma hora" (los días 13 de cada mes), y después de decirles: "Rezad el Rosario todos los días para alcanzar el fin de la guerra y la paz del mundo", la vieron, Lucía. y los pastorcitos, desaparecer en el aire: iba segura, sin mover los pies, hacia el lado donde nace el sol; se vela cada vez más pequeña; por fin se abrió el Cielo y desapareció de la vista. . .
Como la Virgen lo prometió siguió apareciendo a los niños en 5 ocasiones más, los días 13 de cada mes, en ellas se dirigía sólo a Lucía, quien, como Jacinta, la veía y la oía, pero Francisco sólo la veía y no oía las palabras de la Virgen.
En todas esas ocasiones no dejó de recomendarnos el rezo del Rosario para conseguir el fin de la guerra y la paz del mundo, pidió a los niños hicieran penitencia por los pecadores y la Comunión reparadora de los primeros sábados de mes, les recomendó guardaran en secreto ciertas cosas que les dijo; les prometió su salvación eterna, les profetizó que Jacinta y Francisco pronto morirían, como realmente sucedió, así como que María Lucía les sobreviviría porque "Jesús quería servirse de ella para hacer conocer y amar a la Virgen Santísima"; a las reiteradas preguntas de Lucía en su última aparición del 13 de octubre declaró: "Soy la Virgen del Rosario". Profetizó también la pronta terminación de la guerra mundial, así como que si el mundo no volvía a Cristo, vendría otra guerra peor aún que la primera, profetizó que en Portugal se conservaría siempre el don de la fe, y en fin, que Rusia se convertiría a la Fe católica.
Durante una de las apariciones, permitió que los niños tuvieron una visión del infierno, la que los llenó de tal espanto, que, decía Lucía, si no hubiera sido porque la Virgen les había prometido llevarlos al Cielo, hubieran muerto de la impresión.
Ni aún la madre de Lucía, mujer de grande energía creía en la realidad de las apariciones de la Virgen, pues no podía convencerse de que su hijita tuviera visiones sobrenaturales y más de una vez llegó hasta a golpearla para que confesara que todo aquello era mentira; y tampoco el Señor Cura del lugar creía en ello, por lo que Lucía tuvo mucho que sufrir y pidió a la Virgen alguna señal que diera fe de sus apariciones, señal que la Virgen prometió para el 13 de octubre.
El 13 de agosto, no pudieron los niños llegar a la Cova da Ida pues cuando iban a partir para allá, se presentó en casa de sus padres el sectario Administrador (Juez municipal) de Curén, a cuya Jurisdicción pertenece Fátima, ofreciéndose a conducir en su coche a los videntes; pero luego que los tuvo en él huyo repentinamente con ellos para la Villa, donde los tuvo detenidos por varios días tratando primero de hacerles confesar que eran falsas las apariciones y después, de arrancarles el secreto que la Virgen les confiara, lo que no consiguió ni con halagos ni con las mayores y más crueles amenazas.
La Virgen correspondió su entereza apareciéndoseles la tarde del día 19.
El 13 de septiembre se encontraban en Fátima más dé 20,000 personas, y el 13 de octubre, en que debía verificarse el prodigio anunciado, se calcula que llegó a 60,000 el número de personas que se congregaron en Fátima, a pesar de la lluvia pertinaz, todas las cuales fueron testigos del prodigio esperado.
El prodigio esperado.
Lo refiere Lucía así: "Al desvanecerse ese día la aparición, vi a Dios Nuestro Señor y a Nuestra Señora que tenía el aspecto de Nuestra Señora de los Dolores. Nuestro Señor parecía bendecir al mundo... Se desvaneció esta aparición y me pareció ver a Nuestra Señora en forma semejante a la Virgen del Carmen".
Esto nada más lo vieron los 3 pastorcitos, pero todas las 60,000 personas presentes vieron un espectáculo maravilloso que describe en esta forma el autor de la Vida de Jacinta:
"Entonces se produjo un espectáculo único en su género, y que parecerá increíble a quien no lo haya presenciado. De repente rázganse las nubes, cesa la lluvia por completo y aparece el sol en el cenit, sin nubes ni manchas. Semejábase a un disco de plata. Podía mirarse fijamente. No quemaba su calor ni cegaba su brillo. Diríase que era aquello un eclipse. Más he aquí que la muchedumbre prorrumpe en un grito cuyos clamores resonaban estruendosos: ¡"El sol da vueltas! ¡El sol da vueltas!"
"El astro rey giraba sobre sí mismo, como una rueda de fuego, con una rapidez indescriptible. El núcleo estaba obscuro y sólo brillaban los bordes. Parecía que saliendo de su órbita iba a precipitarse sobre nuestro planeta. Muchos gritaban desesperadamente pensando que era e fin del mundo. Al mismo tiempo haces de rayos de todos los matices del arco iris se entendían como inmenso abanico por encima del gentío cubriéndolo como una preciosa tapicería guarda, azul, y escarlata que era la admiración de todos.
Este acontecimiento se repitió por 3 veces bien distintas.
"El espectáculo duró en conjunto 10 minutos. Fotografías sacadas de aquellos breves momentos, muestran al sol semejante a un disco con el centro obscuro y los bordes luminosos!"
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