Dios te salve, Virgen pura
Reina del cielo y la tierra,
Luna clara y sin menguante,
Luciente y hermosa estrella.
Dios te Salve, Blanca Aurora
Que disipa las tinieblas
Del pecado malicioso,
Que influye en nuestras miserias.
Vida que nos vivificas,
Dulzura que nos consuelas,
Y esperanza cuyo amparo
Nuestras desdichas ahuyenta.
A ti te llaman los rocieros,
Tus devotos a ti apelan,
A ti como a su Patrona,
Porque los socorras ruegan.
A ti llamamos nosotros
Desterrados hijos de Eva,
Y los que de su desgracia
Arrastramos las cadenas.
A Ti porque nos ampares,
A Ti porque nos defiendas,
Suspiramos los mortales,
En este Valle de penas.
¡Ea, preciosa Paloma!
¡Ea, dulcísima Reina!
¡Ea, Madre del Rocío!
Constante abogada nuestra;
Vuelve a nosotros tu vista,
De Misericordia llena.
Amén.
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El Rocío - Antecedentes históricos
El escenario de la devoción
El Rocío, uno de los centros más importantes de religiosidad popular y de devoción mariana en la actualidad, cuyo centro es la Virgen del Rocío, Virgen de Pentecostés, hunde sus raíces a finales del siglo XIII, coincidiendo con la reconquista de esta tierra a los árabes y su recuperación para la cristiandad.
El lugar que hoy conocemos como El Rocío, da nombre no sólo a la Virgen, sino a una aldea y a un territorio concreto que no siempre se llamó así. Ni su configuración paisajística, ni su demarcación y dependencias administrativas fueron siempre las mismas.
Alfonso X "El Sabio", conquista esta tierra a los árabes, a cuya jurisdicción pertenecía al reino de taifa de Niebla.
En 1582, el Concejo de Almonte adquiere las tierras denominadas, Madre de las Marismas, junto a la Ermita, con todo lo que hoy es ruedo de la aldea, quedando esta zona no sólo ya término de Almonte sino propiedad de su municipio, quien sigue siéndolo en la actualidad.
A escasa distancia de la Ermita dos grandes cazaderos reales: Lomo de Grullo, término de Hinojos; y la Rocina, donado al Duque de Medina Sidonia, Señor de la villa de Almonte y a la vez Conde de Niebla.
Toda esta tierra señorial, donde se enclava la Ermita, estaba atravesada por caminos muy transitados que se cruzan a escasos metros de esta, convirtiéndola en lugar de encrucijada que será vital para que se propague con facilidad la devoción a la Blanca Paloma.
La Ermita es también lugar equidistante de poblaciones de tres provincias: Huelva, Sevilla y Cádiz que convergen en este enclave, extendiéndose rápidamente la devoción por las poblaciones de las comarcas más próximas: Aljarafe sevillano, con Villamanrique y Pilas, el Condado de Huelva, con La Palma y Moguer y Cádiz con Sanlucar de Barrameda o Rota.
Son éstas las primeras poblaciones con Hermandades constituidas, después de la de Almonte que ya existía con anterioridad. Con el tiempo el escenario de la devoción se irá agrandando a lo largo y ancho no sólo del territorio andaluz, sino de otros muchos puntos de la geografía nacional.
En medio de todo ese conjunto paisajístico y vital, la historia del Rocío se va a dar de frente con lo que es, sin duda, el germen de la devoción rociera: la belleza serena y peregrina de una Imagen que transmite algo y que fue precisamente colocada allí, ya veremos como, pero con tal acierto que la semilla una vez más cayó en tierra abonada cuyos frutos, hoy se ponen de manifiesto.
Los primeros documentos
En 1262 Alfonso X "El Sabio" conquista Niebla y con ella toda su jurisdicción, a la cual pertenecía Almonte (Alyabal) con su actual y vasto término municipal.
En 1335, se reúnen autoridades de las ciudades de Sevilla y Niebla para tratar asuntos concernientes a la división de los términos entre ambas jurisdicciones en un lugar denominado el Bodegón de Freyle o Fraile que " está en buen uso... cabo de una iglesia que dicen Santa María de las Rocinas ".
Este Bodegón, especie de venta, se encontraba frente a la Ermita en el lugar que hoy conocemos como la Canaliega.
Hacia 1340 se escribe el "Libro de la Montería" tratado de caza escrito por Alfonso XI en el cual se cita también la Ermita de Ntr. Sra. De las Rocinas cuando dice: " ...e señaladamente son los mejores sotos de correr cabo de una iglesia que dicen Santa María de las Rocinas et cabo de otra iglesia que dicen Santa Olalla " .
Siguiendo la cronología, otro documento fechado en 1349, nos relata el humilde legado de una vecina de Niebla llamada Urraca Fernández dejando dos maravedies a la " obra de Santa María de las Rocinas ".
Más adelante, concretamente un 25 de febrero del año 1400, se reúnen en la propia Ermita de Santa María de las Rocinas, autoridades de Sevilla y Niebla para firmar un acta de fijación de mojonera entre los términos de las villas de Almonte, Villalba, Manzanilla e Hinojos.
De todos estos datos deducimos casi con toda seguridad lo siguiente:
que la Ermita fuera levantada por Alfonso X "el Sabio" entre 1285 y 1300 como era costumbre del Rey Sabio, en los lugares recién conquistado al Islam.
Que a lo largo de todo el siglo XIV permanece levantada y dedicada a Ntra. Sra. de las Rocinas, según comprobamos en los documentos expuestos.
Que el sitio donde se ubica era un lugar de encrucijada de caminos, de paso obligado y lugar frecuentado por pastores y ganaderos de Almonte, villa ésta, distante tres leguas y en cuyo término se enclava.
El Legado de las Indias
" ...Item mando que de las parte, que he de aver é me cupiere de mi parte, se saquen dos mil pesos ensayados é marcados, que mi muger los envie a España é se lleven a la villa de almonte, que es dies leguas de Sevilla y allí se hechen en rrenta fija et perpétua y con ellos ynstituyo unia capellanía en la ermita que se llama nuestra Sra. de las Rosinas, que está entre Sanlucar de varrameda y la dicha villa de Almonte ... "
Esto es un fragmento del testamento de Baltasar Tercero, natural y vecino de Sevilla, quien en 1587, dona los mil pesos para instituir una capellanía en la Ermita de Ntra. Sra. de las Rocinas.
Poco se sabe del testador salvo que marchó a las Indias y que muere en la ciudad de Lima, donde otorga el citado testamento fundando una capellanía de la Ermita del Rocío, dejando como patronos de la misma a los cabildos de Almonte.
Con este dinero se adquieren propiedades que producen importantes rentas lo que hace que la Ermita esté debidamente atendida con un capellán estable que nombra el propio Concejo de la villa. De esta manera los cultos se regularizan y se atienden debidamente no solo a los lugareños, sino a los muchos transeúntes que frecuentan aquella encrucijada de caminos que era ese lugar.
La capellanía de Baltasar Tercero tuvo importantes repercusiones en la posterior historia del Rocío, ayudando notablemente en la difusión de la devoción rociera por todos los pueblos de la comarca. Posiblemente sin la llegada de este legado aquella ermita hubiera desaparecido en la soledad de aquel paraje de Doñana, como ocurrió con Santa Olalla o la Hermosa, también en el término de Almonte.
Los grandes acontecimientos del siglo XX
El primero de estos acontecimientos importantísimos en la historia reciente del Rocío, fue la Coronación Canónica que tuvo lugar el 8 de junio de 1919. Parte la idea del Canónigo de la Catedral Hispalense y natural de Hinojos. Don Juan F. Muñoz y Pabón, insigne rociero que lanza la idea en un artículo periodístico, que bajo el título de " La pelota está en el tejado ", publicado en el Correo de Andalucía motivó a cuantos rocieros lo leyeron. Un año después, el Cardenal Almaraz, Arzobispo de Sevilla, ciñó la corona sobre las sienes de la Blanca Paloma.
La crónica de la coronación recoge este momento y los prolegómenos del acontecimiento de una manera magistral en el libro publicado y escrito por el Vizconde de la Palma D. Ignacio de Cepeda. Entre las personas que contribuyeron en hacer posible este acontecimiento hay que destacar también, a la entonces camarista de la Virgen Doña Anita Valladolid.
Otro de los acontecimientos importantes fue la Inauguración del actual Santuario cuya bendición tuvo lugar en 1969 por el entonces obispo de Huelva Monseñor D. José Mª García la Higuera.
En 1992, tiene lugar en el Rocío un acontecimiento de ámbito internacional, la clausura del XVIII Congreso Mariano y el XI Mariológico , presidido por el Legado Pontificio Cardenal Martínez Somalo con la asistencia del Nuncio de S.S Monseñor Tagliaferri, estando representadas todas las hermandades por sus simpecados formando su impresionante retablo sobre el fondo de la marisma en un altar levantado al efecto.
La asistencia de S.S M.M los Reyes de España, D. Juan Carlos y Doña Sofía, dieron al acto el respaldo, también civil, de la más alta institución del estado.
El 14 de junio del año siguiente, tuvo lugar el acontecimiento más importante de la historia rociera. La visita de S.S Juan Pablo II , quien después de orar a los pies de la Virgen se dirigió desde un balcón del Santuario a la multitud de rocieros que venidos desde muchos puntos de la geografía nacional aguardaban, el saludo, el mensaje y la bendición del Sumo Pontífice, quien le dio el respaldo definitivo de la Iglesia a esa realidad de Fe que es el Rocío, con aquellas inolvidables palabras:
"QUE TODO EL MUNDO SEA ROCIERO"
La Virgen - La Imagen
La imagen de Nuestra Señora del Rocío, que vemos ataviada de brocados y ricas telas bordadas, responde en su interior a una talla completa fechable hacia finales del siglo XIII. Esto equivale a decir que se trata, por la coincidencia cronológica, de aquella primitiva imagen que fuera colocada por Alfonso X "El Sabio" hacia 1280, momento en que se erige la primera Ermita.
A finales del siglo XVI o principios del XVII, siguiendo el gusto de la época, la Virgen del Rocío, igual que a otras, se le adaptan ropajes de telas sobre la talla para ser revestida.
En el caso del Rocío parece ser que este cambio tiene lugar en la época en que los monjes mínimos de Almonte tienen su custodia.
Está vestida a la moda de los Austrias, como gran dama de la corte, cuyo atuendo se compone de las siguientes prendas: basquiña o saya de forma de campana sin pliegues ni arrugas, corpiño muy ajustado en el cuerpo y la gola que se transforma en rostrillo. Las sobremangas, de gran amplitud, se adaptan al brazo, dejándose ver debajo la manga. Sobre la cabeza se toca con el velo de las vírgenes y desde los hombros arranca el manto.
Porta la Imagen una serie de atributos en orfebrería: Ráfaga, cetro, corona y media luna, respondiendo a la descripción de la mujer en el Apocalipsis de San Juan: " ... vestida de sol, coronada con doce estrellas y la luna en los pies."
Es evidente que el resultado estético del cambio fue muy positivo aunque los más ortodoxos de la época lo vieran con recelo, pero los nuevos valores catequéticos inspirados tras el concilio de Trento fomentan una revisión también en el arte sacro. La sociedad, envuelta ya en pleno siglo de oro, nada le dice la severidad del primer gótico.
Del nombre de «Rocinas» al título del Rocío
El nombre primitivo de la Virgen fue Nuestra Señora de las Rocinas, haciendo alusión al lugar donde comenzó a ser venerada. En 1653 el pueblo de Almonte comienza a llamar a su Virgen con el título de Nuestra Señora del Rocío.
El nuevo nombre se inspira en la liturgia de la Misa de Pentecostés, que compara la acción del Espíritu Santo con la fecundidad del rocío. Por este motivo se hace también el traslado de su fiesta del 8 de septiembre al domingo de Pentecostés. Con estos acontecimientos el pueblo de Almonte quiso significar que la Virgen del Rocío es la Virgen del Espíritu Santo, la Virgen de Pentecostés.
El pueblo también invoca a la Virgen del Rocío con otros títulos:
· Blanca Paloma , en alusión al Espíritu Santo en forma de paloma que preside sus andas.
· Reina de las Marismas , en alusión a las Marismas del Guadalquivir que se encuentran junto a su Santuario.
· Pastora, en alusión al traje que luce cuando es llevada al pueblo de Almonte.
El Camino
Cuando un rociero habla del camino se refiere al trayecto que realiza con su Hermandad desde su pueblo hasta la Aldea del Rocío . Es el camino que concluirá con la llegada al Rocío y la presentación ante la Virgen.
Pero, en un sentido más amplio, el camino es la preparación para la Romería . Es un camino duro, sin las comodidades de nuestra época, pero el buen rociero está radiante de alegría porque, a cada paso, se acerca a su Madre, la Virgen. En el camino se comparte, se convive con los Hermanos en un claro ejemplo de fraternidad impregnado con el carácter festivo de nuestra tierra.
No podemos olvidar el sentido eclesial del camino . En él vemos al Pueblo de Dios caminando en torno a su Madre, representada por el Simpecado, que es el centro del camino. Ante él se celebra la Santa Misa del Alba, se reza el Angelus y al anochecer el Rosario. Ante él se canta, se baila, y se llora. Cada Simpecado representa en su Hermandad, a la Virgen del Rocío y los hermanos lo veneran con la misma Fe que cuando se postran ante Ella.
Pero los rocieros no sólo hacen este camino, todos los Domingos del año van Hermandades al Rocío en peregrinaciones oficiales y también especiales que hacen que la Aldea del Rocío esté siempre llena de peregrinos que, como buenos hijos, acuden a ver a su Madre.
La devoción a la Santísima Virgen del Rocío ciertamente constituye, por su tradición y su contenido espiritual, un cauce extraordinario de espiritualidad cristiana. La experiencia lo demuestra el testimonio de tantas personas que han desarrollado y vivido su fe por este camino. Para muchos el amor a la Virgen se convierte en verdadero camino por el que encontraron y encuentran a Jesucristo. Ante Ella han llorado sus pecados, reciben la Eucaristía, confiesan sus culpas, escuchan la Palabra de Dios y oran fervientemente. Más aún, han quedado definitivamente ligados a Dios y comprometidos con su fe cristiana.
Su fiesta se celebra el lunes siguiente al domingo de Pentecostés (variable cada año, 50 días después de la Pascua), aunque hubo una fecha fija el 8 de septiembre, en la que se celbró hasta el siglo XVII.
Fuente: Sintetizado a partir de SevillaWeb
imagen y texto enviados por Fernán Tendero Barca