Dios te salve María,
llena eres de gracia
El Señor es contigo,
bendita tu eres entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén
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En la primera fundación de Buenos Aires Pedro de Mendoza llamó al sitio Real de Nuestra Señora Santa María del Buen Ayre para cumplir la promesa que hiciera a la Patrona de los Navegantes. “Buen Ayre” era la castellanización del nombre de la Virgen de Bonaria que se veneraba en el santuario de Cagliari, Cerdeña, y que era también patrona de los navegantes de Cádiz, España.
En la segunda fundación, Juan de Garay le da al nuevo asentamiento el nombre de Ciudad de la Trinidad. La razón sería que la festividad más importante cercana a la fecha había sido la de la Trinidad o, según algunos historiadores, porque la nave ancló el día de dicha festividad.
Pero al puerto le dio el nombre de Puerto de Santa María de los Buenos Ayres. Sin embargo los designios de Garay no tuvieron éxito ya que a pesar de que jamás hubo disposición oficial alguna que cambiara su nombre, el uso inapelablemente consagró desde el primer momento el nombre de Buenos Aires para la ciudad.
Sin embargo, el nombre asignado por Garay lo conserva el templo mayor porteño, que se llama Catedral de la Santísima Trinidad.
La capital argentina posee un bello templo de estilo gótico-lombardo coronado por una gran cúpula y dos esbeltas torres aguja, dedicado a la advocación mariana bonaerense. Es la basílica de Nuestra Señora de Buenos Aires (Av. Gaona 1730) en el barrio de Caballito, levantado por los padres mercedarios quienes están al frente de la respectiva parroquia.
Fueron precisamente dos sacerdotes mercedarios que llegaron con Don Pedro de Mendoza trayendo con ellos una imagen de la Virgen de Buenos Aires del santuario de Bonaria en la isla de Cerdeña, regenteada por los hijos de la Merced.
La imagen italiana, protectora de los navegantes. La leyenda de donde proviene se remonta a una tormenta en el mar en 1370: un barco que llevaba mercancías de España a Cerdeña sufre una tormenta, pero al tirar la mercancía al agua, una imagen de la Virgen que venía en una pesada caja, sigue a flote, y la tormenta se calma milagrosamente. La imagen es llevada al puerto, y reconocida como la causa del milagro, es puesta en un altar lateral de los mercedarios. Pero aun continúan los prodigios, ya que la propia imagen se traslada varias veces al altar mayor, hasta que los hermanos la entronizan de manera definitiva en el centro del santuario.