Partes de esta serie: Texto del «Rogito», acta en pergamino sobre la vida del Papa introducido en su ataúd ·
Salmo 102 (101) IUDAD DEL VATICANO, viernes, 8 abril 2005 (ZENIT.org).- Publicamos nuestra traducción y el original latín del texto del «Rogito», acta en pergamino que leyó el maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, el arzobispo Piero Marini, y que tras ser firmado por todos los presentes fue introducido en el ataúd de Juan Pablo II.
En la luz de Cristo resucitado de los muertos, el 2 de abril del año del Señor 2005, a las 21,37 horas, mientras concluía el sábado, y ya habíamos entrado en el día del Señor, Octava de Pascua y Domingo de las Divina Misericordia, el querido pastor de la Iglesia, Juan Pablo II, pasó de este mundo al Padre. Toda la Iglesia acompañó en oración su tránsito, especialmente los jóvenes.
Juan Pablo II fue el papa número 264. Su memoria se queda en el corazón de la Iglesia y de toda la humanidad.
Karol Wojtyła, elegido Papa el 16 de octubre de 1978, nació en Wadowice, ciudad a 50 kilómetros de Cracovia, el 18 de mayo de 1920 y fue bautizado dos días más tarde en la Iglesia parroquial por el sacerdote Francesco Zak.
A los 9 años recibió la primera Comunión y a los 18 el sacramento de la Confirmación. Al interrumpir los estudios a causa del cierre de la Universidad por parte de las fuerzas de ocupación nazis, trabajó en una cantera y, después, en la fábrica química Solvay.
A partir de 1942, sintiéndose llamado al sacerdocio, estudió en el seminario clandestino de Cracovia. El 1 de noviembre de 1946 recibió la ordenación sacerdotal de manos del cardenal Adam Sapieha. Después fue enviado a Roma, donde se licenció y doctoró en teología, con una tesis que llevaba por título «Doctrina de fide apud Sanctum Ioannem a Cruce».
Regresó después a Polonia, donde recibió algunas tareas pastorales y enseño las sagradas disciplinas. El 4 de julio de 1958, el Papa Pío XII le nombró obispo auxiliar de Cracovia. Y Pablo VI, en 1964, le destinó a esa misma sede como arzobispo. Como tal intervino en el Concilio Vaticano II. Pablo VI le creó cardenal el 26 de junio de 1967.
En el cónclave fue elegido Papa por los cardenales, el 16 de octubre de 1978, y tomó el nombre de Juan Pablo II. El 22 de octubre, día del Señor, comenzaba solemnemente su ministerio petrino.
El pontificado de Juan Pablo II ha sido uno de los más largos de la Iglesia. En este período, bajo diferentes aspectos, se ha asistido a muchos cambios. Entre los cuales, la caída de algunos regímenes, a la que él mismo contribuyó. Con el objetivo de anunciar el Evangelio realizó muchos viajes a diferentes países.
Juan Pablo II ejerció el ministerio petrino con incansable espíritu misionero, dedicando todas sus energías movido por la «sollicitudo omnium ecclesiarum» y por la caridad abierta a toda la humanidad. Más que todos sus predecesores se ha encontrado con el Pueblo de Dios y con los responsables de las naciones, en las celebraciones, en las audiencias generales y en las visitas pastorales.
Su amor por los jóvenes le llevó a comenzar las Jornadas Mundiales de la Juventud, convocando a millones de jóvenes de varias partes del mundo.
Ha promovido con éxito el diálogo con los judíos y con los representantes de las demás religiones, convocándoles en ocasiones en encuentros de oración por la paz, especialmente en Asís.
Ha ampliado notablemente el Colegio de los cardenales, creando 231 (además de uno «in pectore»). Ha convocado quince asambleas del Sínodo de los Obispos, siete generales ordinarias y ocho especiales. Ha erigido numerosas diócesis y circunscripciones, en particular en el Este de Europa.
Ha reformado los Códigos de Derecho Canónico Occidental y Oriental, ha creado nuevas instituciones y reordenado la Curia Romana.
Como «sacerdos magnus» ha ejercido el ministerio litúrgico en la diócesis de Roma y en todo el orbe, en plena fidelidad al Concilio Vaticano II. Ha promovido de manera ejemplar la vida y la espiritualidad litúrgica y la oración contemplativa, especialmente la adoración eucarística y la oración del santo Rosario (Cf. carta apostólica «Rosarium Virginis Mariae»).
Bajo su guía, la Iglesia se ha acercado al tercer milenio y ha celebrado el Gran Jubileo del año 2000, según las líneas indicadas con la carta apostólica «Tertio millennio adveniente». Ésta se ha asomado después a la nueva época, recibiendo sus indicaciones en la carta apostólica «Novo millennio ineunte», en la que se mostraba a los fieles el camino del tiempo futuro.
Con el Año de la Redención, el Año Marino y el Año de la Eucaristía, ha promovido la renovación espiritual de la Iglesia. Ha dado un impulso extraordinario a las canonizaciones y beatificaciones para mostrar innumerables ejemplos de santidad de hoy, que sirvieran de aliento a los hombres de nuestro tiempo. Ha proclamado doctora de la Iglesia a santa Teresa del Niño Jesús.
El magisterio doctrinal de Juan Pablo II es muy rico. Custodio del depósito de la fe, se entregó con sabiduría y valentía para promover la doctrina católica, la teología moral y espiritual, y a enfrentarse durante todo su pontificado a las tendencias contrarias a la genuina tradición de la Iglesia.
Entre los documentos principales, se encuentran 14 encíclicas, 15 exhortaciones apostólicas, 11 constituciones apostólicas, 45 cartas apostólicas, además de las catequesis propuestas en las audiencias generales y de las alocuciones pronunciadas en todas las partes del mundo. Con su enseñanza, Juan Pablo II ha confirmado e iluminado al Pueblo de Dios sobre la doctrina teológica (sobre todo en las primeras tres grandes encíclicas («Redemptor hominis», «Dives in misericordia», «Dominum et vivificantem), antropológica y social (encíclicas «Laborem exercens», «Sollicitudo rei socialis», «Centesimus annus»), moral (encíclicas «Veritatis splendor», «Evangelium vitae»), ecuménica (encíclica «Ut unum sint»), misiológica (encíclica «Redemptoris missio»), mariológica (encíclica «Redemptoris Mater»).
Ha promulgado el Catecismo de la Iglesia Católica a la luz de la Tradición, autorizadamente interpretada por el Concilio Vaticano II. Ha publicado también algunos volúmenes como doctor privado.
Su magisterio ha culminado en la encíclica «Ecclesia de Eucharistia» y en la carta apostólica «Mane nobiscum Domine», durante el Año de la Eucaristía.
Juan Pablo II ha dejado a todos un testimonio admirable de piedad, de vida santa y de paternidad espiritual.
(Firmas de los testigos de las celebraciones de inhumación?)
Partes de esta serie: Texto del «Rogito», acta en pergamino sobre la vida del Papa introducido en su ataúd ·
Salmo 102 (101)