OMA, sábado, 30 abril 2005 (ZENIT.org).- Algunos reportajes de los medios de comunicación tras el anuncio del nuevo Papa sacaban a la luz los estereotipos del hombre, retratándole como un autoritario inflexible. Otros reportajes, especialmente en los medios británicos, se han obsesionado por la idea de un Papa alemán que vivió su adolescencia bajo el régimen nazi.
Sin embargo, algunos de los testimonios personales publicados en los días pasados revelan una personalidad enteramente diferente. El cardenal Tarcisio Bertone, nuevo arzobispo de Génova, Italia, fue durante muchos años el segundo del cardenal Joseph Ratzinger en la Congregación para la Doctrina de la Fe. El prelado italiano fue entrevistado el 21 de abril por el periódico Il Messaggero.
El arzobispo de Génova habló de un hombre de «gran humanidad, un amante de la naturaleza y de la música». El cardenal Bertone también dio testimonio de la apertura y sencillez del cardenal Ratzinger al tratar con la gente, y cómo durante los años en Roma logró la amistad de mucha gente.
Monseñor Alejandro Cifres, principal archivista durante 14 años de la congregación doctrinal, también da su testimonio sobre el nuevo Papa en artículos publicados por el diario español ABC el 21 y el 22 de abril.
Cuando vino a Roma en 1981 para ocupar el puesto de prefecto de la congregación, ni siquiera ocupó el apartamento que le hubiera correspondido normalmente por derecho, al estar ocupado por un cardenal más anciano, al que no quiso molestar. El apartamento, en el que el cardenal Ratzinger ha vivido en todos estos años en Roma, no ha sido ni tan grande ni tan preparado como normalmente le hubiera correspondido por su puesto, y estaba amueblado con muebles de segunda mano. También está situado, con respecto a su oficina, al otro lado de la Plaza de San Pedro, en lugar de estar en el mismo edificio.
Monseñor Cifres comentaba que durante sus años de trabajo en la Congregación para la Doctrina de la Fe, era el propio cardenal Ratzinger quien daba al personal ejemplo de dedicación, levantándose temprano y yéndose tarde a la cama para ocuparse de forma expedita de los importantes temas que requerían su atención.
Además, monseñor Cifres explicaba que el cardenal Ratzinger había pedido en numerosas ocasiones al Papa Juan Pablo II que le permitiera dejar su puesto y volver a sus estudios teológicos. Repitió este deseo a su personal en su 78 cumpleaños, justo dos días antes de comenzar el cónclave.
Junto a Borgo Pio
El 22 de abril, el periódico italiano La Repubblica publicaba algunos comentarios de los propietarios de las tiendas cercanas a la calle donde vivió el cardenal Ratzinger cerca de 24 años, Borgo Pio.
Por las tardes, el futuro Papa solía dar un paseo por las calles cercanas a su apartamento y se paraba para saludar a los comerciantes a lo largo de Borgo Pio. Mario, un frutero, recordaba cómo una vez le preguntó el cardenal qué manzanas comprar para preparar mejor el strudel. Y el electricista Angelo Mosca habló de la vez que fue al apartamento del cardenal para arreglar un problema, y cómo se quedó con él en relajada conversación durante una hora, «como si fuéramos viejos amigos».
El periodista británico Charles Moore, escribiendo el 20 de abril en el Telegraph, describía un encuentro con el cardenal Ratzinger hacía algunos años. A Moore le impresionaron tres cosas del prelado. Primera, «su embarazosa cortesía». Moore comentaba cómo el cardenal leyó cuidadosamente un artículo que había traído consigo en el que el periodista describía su conversión al catolicismo.
El segundo punto que llamó su atención fue la curiosidad intelectual del cardenal Ratzinger: «No era un hombre que vivía en el pasado, sino más bien alguien que abordaba los nuevos desafíos del pensamiento humano con una mente cultivada y clara». La tercera característica fue las maneras abiertas y la voluntad del cardenal de responder cualquier cuestión que se le propusiera.
Otro periodista, David Quinn, escribiendo el 22 de abril en el Irish Independent, describía un encuentro con el cardenal Ratzinger 10 años antes. El cardenal dedicó una hora a sus preguntas. «Durante aquel tiempo fue la cortesía misma, enteramente generoso y paciente con mis preguntas», decía Quinn.
Recuerdo de cumpleaños
Los cardenales de Estados Unidos también recordaron la afabilidad del nuevo Papa, observaba un reportaje de Associated Press el 20 de abril. El cardenal Justin Rigali de Filadelfia decía que en medio del entusiasmo durante el cónclave tras el recuento de votos, Benedicto XVI tuvo tiempo de desearle un feliz cumpleaños. «Con todas las cosas en las que tenía que pensar, tuvo un detalle muy humano», decía el cardenal Rigali.
Y el arzobispo de Nueva York, el cardenal Edward Egan, recordó como hace algunos años el cardenal Ratzinger tuvo tiempo para comunicarle sus parabienes cuando se convirtió en arzobispo. «Es una persona muy encantadora y cariñosa», afirmó el cardenal Egan. «Creo que les gustará muchísimo».
Esta opinión fue repetida por el cardenal George Pell, arzobispo de Sydney, que durante 10 años fue miembro consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Describiendo el 21 de abril su experiencia de trabajar con el cardenal Ratzinger a un reportero de Australian Broadcasting Corporation, el cardenal describía al nuevo Papa como «el alma de la cortesía». Y, «cuando las personas en general lo vean de la forma en que lo hacemos quienes hemos trabajado con él, entenderán esto mucho más claramente», añadía el cardenal Pell.
Preservar la verdad
Durante sus años como prefecto de la congregación, el cardenal Ratzinger emprendió acciones disciplinarias contra algunos de los teólogos que se habían apartado del magisterio de la Iglesia.
El padre Thomas Frauenlob, rector del Seminario de San Miguel en Traunstein, Alemania, donde estudió el futuro Papa, comentaba el 19 de abril en un reportaje de Associated Press que «sólo alguien que conozca la tradición es capaz de conformar el futuro».
El padre Frauenlob describía a Benedicto XVI como «un sutil pensador con una profunda comprensión de la tradición católica y un toque personal que no se le suele valorar». Un ejemplo de esto fue cuando el cardenal Ratzinger aceptó prestamente el realizar el servicio de confirmaciones del seminario en el 2003 cuando no había otro obispo disponible. Rápidamente acordó ir, confirmando a los 14 chicos y tomándose tiempo para hablar personalmente con cada uno de ellos tras la ceremonia.
El 19 de abril, Daniel Johnson, escribiendo en el Times de Londres, también apuntaba cuán erróneo es esperar que el nuevo Papa haga pronto cambios drásticos en la enseñanza de la Iglesia. No podemos esperar que el Papa «abandone el ?depósito de la fe?, que es su deber sagrado preservar», observaba Johnson.
Rocco Buttiglione, político italiano y experto en el pensamiento de Juan Pablo II, fue entrevistado el 20 de abril por el periódico italiano La Repubblica. Buttiglione, que se encontró por primera vez con el futuro Benedicto XVI hace más de 30 años, comentaba que el alemán es un gran teólogo, «uno de los mayores intelectuales de nuestro tiempo», y que también tiene un marcado sentido del humor.
Una de las ideas claves del nuevo Papa, explicaba Buttiglione, es que necesitamos redescubrir las verdades eternas en el contexto de la sociedad moderna. La modernidad plantea muchas cuestiones, pero es en Cristo donde encontramos las respuestas. Es en este sentido, continuaba Buttiglione, en el que emprendió su acción el cardenal Ratzinger como prefecto de la congregación, como alguien que quería preservar los elementos esenciales de la fe cristiana. Una tarea que con toda seguridad seguirá llevando a cabo.