ANTIAGO DE CHILE, lunes, 16 mayo 2005 (ZENIT.org).- El Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile ha confirmado este lunes que en parroquias, iglesias y lugares de culto del país se podrán entregar armas anónimamente.
Y es que «el Comité Permanente de la Conferencia Episcopal ha acogido la petición del Gobierno, encaminada a facilitar la entrega voluntaria de las armas a la que propende la modificación de la Ley sobre Control de Armas», confirma el organismo eclesial chileno en una declaración pública difundida bajo el título «Aporte a la paz y al bien social».
Por lo tanto, el Comité Permanente del episcopado ha definido los alcances operativos de su colaboración en el documento.
En él se lee: «Se pedirá a los párrocos, rectores de iglesias y sacerdotes responsables de otros lugares de culto que, en comunión con su obispo, reciban, en las parroquias, iglesias y dichos lugares, las armas que anónimamente quiera entregar cualquier persona».
«Ellos procederán a traspasar los elementos recibidos, a la mayor brevedad posible, al Comisario de Carabineros de su respectivo sector», señala.
Y es que «la Iglesia valora toda acción que contribuya a la paz y al bien social, especialmente en esta época en que vemos tantos signos de agresividad y violencia en la convivencia diaria», reconoce el organismo episcopal.
«Por este motivo, acoge el pedido de colaboración efectuado por las autoridades con el propósito de facilitar la entrega de armas, dentro del marco de la ley», puntualiza.
«A los sacerdotes de la Iglesia católica muy frecuentemente nos toca acompañar situaciones de inmenso dolor en familias golpeadas por la muerte trágica en episodios de violencia con uso de armas. (...) Por eso valoramos este paso que han dado el Ejecutivo y el Legislativo para regular esta situación», adelantó la semana pasada el secretario general del episcopado chileno, monseñor Cristián Contreras Villarroel ?cita la oficina de prensa de la Conferencia Episcopal de Chile--.
El obispo auxiliar de Santiago reconoció que la gente confía en las Iglesias y en sus pastores para que puedan recibir estas armas y guardar el secreto. En cualquier caso aclaró que aquí no se trata del secreto de confesión, sino de un secreto confiado que no tiene que ver con el sigilo sacramental.
Ante una consulta periodística sobre si la Iglesia no teme que las parroquias se transformen en un nuevo objetivo de la delincuencia --al saber que hay armas en sus locales--, el prelado subrayó que «tenemos que actuar sobre la base de la confianza» y explicó que, en todo caso, los sacerdotes «no van a tener un arsenal».