IUDAD DEL VATICANO, jueves, 24 noviembre 2005 (ZENIT.org).- Benedicto XVI confesó este jueves que hay una paradoja en el escenario internacional que le preocupa profundamente: el avance del progreso y al mismo tiempo el avance del hambre.
El pontífice hizo su constatación al encontrarse con los primeros ministros de Belize (Said Wilbert Musa) de Grenada (Keith Mitchell), con el director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y con los participantes en la conferencia de esta institución que tiene su sede en Roma, que es presidida por el ministro de Vietnam de Agricultura, Cao Duc Phat.
Tras defender «el derecho básico de cada persona a no pasar hambre», el Santo Padre reconoció que «la humanidad vive en este momento unas de las paradojas más preocupantes: por una parte se alcanzan nuevas y positivas metas en el campo económico, científico y tecnológico, y por otra se constata el crecimiento continuo de la pobreza».
Para acabar con esta contradicción, el Papa apoyó el «diálogo entre las culturas», «medio capaz de favorecer mejores condiciones de desarrollo y de seguridad alimentaria».
«Hoy más que nunca se necesitan instrumentos capaces de vencer las recurrentes tentaciones de conflicto entre las distintas visiones culturales, étnicas y religiosas», aclaró.
Las guerras, son de hecho, uno de los principales motivos del hambre, según denuncia insistentemente la FAO.
«Es necesario fundar las relaciones internacionales en el respeto de la persona y de los principios cardinales de la convivencia, en la fidelidad a los pactos y en el recíproco reconocimiento de los pueblos como miembros de la única familia humana», afirmó el Santo Padre.
Es necesario reconocer, siguió diciendo, que «el progreso técnico es necesario, pero no lo es todo, porque el verdadero progreso es el que salvaguarda la dignidad del ser humano en su integridad y consiente a cada pueblo compartir los propios recursos espirituales y materiales en beneficio de todos».