1 Los obispos de Asia, en cambio, con Polícrates en cabeza, seguían persistiendo con fuerza en que era necesario guardar la costumbre primitiva que se les había transmitido desde antiguo. Polícrates mismo, en una carta que dirige a Víctor y a la iglesia de Roma , expone la tradición llegada hasta él con estas palabras:
2 «Nosotros, pues, celebramos intacto este día, sin añadir ni quitar nada. Porque también en Asia reposan grandes luminarias, que resucitarán el día de la venida del Señor, cuando venga de los cielos con gloria y en busca de todos los santos: Felipe, uno de los doce apóstoles, que reposa en Hierápolis con dos hijas suyas, que llegaron vírgenes a la vejez, y otra hija que, después de vivir en el Espíritu Santo, descansa en Efeso.
3 »Y además está Juan, el que se recostó sobre el pecho del Señor y que fue sacerdote portador del pétalon, mártir y maestro; éste reposa en Efeso.
4 »Y en Esmirna, Policarpo, obispo y mártir . Y Traseas, obispo asimismo y mártir, que procede de Eumenia y reposa en Esmirna.
5 »¿Y qué falta hace hablar de Sagaris, obispo y mártir, que descansa en Laodicea , así como del bienaventurado Papirio y de Melitón, el eunuco , que en todo vivió en el Espíritu Santo y reposa en Sardes esperando la visita que viene de los cielos el día en que resucitará de entre los muertos?
6 »Todos éstos celebraron como día de Pascua el de la luna decimocuarta, conforme al Evangelio, y no transgredían, sino que seguían la regla de la fe . Y yo mismo, Polícrates, el menor de todos vosotros, (obro) conforme a la tradición de mis parientes, a algunos de los cuales he seguido de cerca. Siete parientes míos fueron obispos, y yo soy el octavo, y siempre mis parientes celebraron el día cuando el pueblo desterraba el fermento.
7 »Por lo tanto, hermanos, yo, con mis sesenta y cinco años en el Señor, que he conversado con hermanos procedentes de todo el mundo y que he recorrido toda la Sagrada Escritura, no me asusto de los que tratan de impresionarme , pues los que son mayores que yo han dicho: Hay que obedecer a Dios más que a los hombres» .
8 Luego añade esto que dice sobre los obispos que estaban con él cuando escribía y eran de su misma opinión: «Podría mencionar a los obispos que están conmigo, que vosotros me pedisteis que invitara y que yo invité. Si escribiera sus nombres, sería demasiado grande su número. Ellos, aun conociendo mi pequeñez, dieron su común asentimiento a mi carta, sabedores de que no en vano llevo mis canas, sino que siempre he vivido en Cristo Jesús».