OMA, viernes, 24 junio 2005 (ZENIT.org).- Ante la sorpresa de sus mismos editores, el «Pequeño Catecismo Eucarístico» se está convirtiendo en un best seller mundial.
Publicado por primera vez en Italia, en 2002, por iniciativa del Instituto San Clemente I Papa y Mártir, se ha publicado ya en Portugal, Francia, Estados Unidos, América Latina y está en preparación su edición en rumano y en suahili.
En América Latina lo han difundido las ediciones Paulinas, con prefacio del arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, el cardenal Pedro Rubiano Sáenz.
En México, ha formado parte de las publicaciones del Congreso Eucarístico Internacional, celebrado en octubre pasado en Guadalajara, con prefacio del cardenal Juan Sandoval Iñiguez.
En España, sale a la luz publicado por la editorial Planeta con el título «El tesoro escondido», con prefacio del cardenal José Saraiva Martins, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, y prólogo de monseñor Fernando Sebastián Aguilar, arzobispo de Pamplona.
Para comprender el éxito de este libro, Zenit ha entrevistado al padre Carlos Soler, teólogo y doctor en Derecho y en Derecho Canónico en la Universidad de Navarra, autor de la adaptación española
--¿Por qué ha decidido publicar «El tesoro escondido»?
--Soler: A mediados de 2004 vi una información en Zenit sobre la edición mexicana de la obra. Se trataba de una entrevista a Antonia Salzano, que es quien la ha promocionado de principio a fin. Hablaba de que a veces hay un cierto olvido de la Presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, de que en ocasiones queda en la penumbra el carácter sacrificial de la Misa... Y decía que había decidido lanzar esta obra para insistir en las verdades fundamentales sobre este sacramento. Impresionado por la entrevista, le escribí un mail pidiendo un ejemplar de la edición original italiana, que me envió inmediatamente.
Lo devoré enseguida, y me pareció el mejor resumen para gente joven que había leído hasta el momento: por su fundamentación bíblica, por su solidez teológica, por su carácter pedagógico, por su fidelidad al Magisterio, y por el amor a Jesús-Eucaristía que rezuman todas las páginas del libro.
Además, las tres partes del libro me parecían muy adecuadas. En la primera, el padre Goggi, a base de preguntas y respuestas, explica todos los aspectos de la Eucaristía, con gran fe, competencia teológica y piedad: la presencia real, el sacrificio, la comunión y la adoración a Jesús presente en la eucaristía fuera de la Misa.
La segunda parte narra diversos milagros eucarísticos, algunos de ellos impresionantes, como el de Lanciano o el de Siena. La tercera parte narra brevemente detalles sobre diversos santos especialmente enamorados de la eucaristía. Tanto los milagros como los santos nos ayudan a creer que un misterio tan portentoso pueda ser verdad, que el Amor de Dios es capaz de llegar a estos extremos.
Me pareció que era un instrumento muy útil para la catequesis de comunión y de postcomunión (más o menos entre 9 y 13 años). También observé que podía hacer mucho bien a las personas mayores: a mí me hizo un bien inmenso, y eso que cuento ya 45 años, soy sacerdote y he sido profesor de Teología en una Universidad.
La gran cantidad de ilustraciones a color, cada una con su correspondiente pie de foto explicativo, me pareció muy oportuna: la doctrina explicada en el texto entra por los ojos a través de unas imágenes de alta calidad.
De modo que escribí rápidamente a Antonia Salzano, sugiriendo que hicieran una edición en España cuanto antes; me propuso encargarme de ella, y acepté con sumo gusto.
--Hablar de Eucaristía de manera ortodoxa a los niños no está de moda, es más, va contra la mentalidad políticamente correcta. ¿Qué objetivos se propone?
--Soler: Si hablar de la Eucaristía no está de moda es porque la fe no está de moda: la Eucaristía es como un resumen de toda nuestra fe: quien cree en la Eucaristía cree, al menos implícitamente, en todo lo demás. Entonces, si el problema es que la fe no está de moda, no podemos quedarnos quietos: tenemos que anunciar la fe por todos los medios, tenemos que dar testimonio de Jesucristo. Y hablar de la Eucaristía --que nos remite al acontecimiento central de la muerte y resurrección de Jesús-- es un modo estupendo de dar testimonio de Cristo, y de confesar nuestra fe en comunión con toda la Iglesia.
No creo que hablar de la Eucaristía sea políticamente incorrecto. Por lo menos es España no se percibe así, que yo sepa.
Las razones que me han movido a publicar la edición española están ya explicadas en la respuesta a la primera pregunta. Explicaré las razones de las novedades que hemos añadido en esta edición. En primer lugar, eché en falta una explicación sobre la Misa del domingo. Este es un tema importantísimo, sobre el que insistió mucho Juan Pablo II en sus últimos años y sobre el que sigue insistiendo el Santo padre Benedicto XVI, incluso más que su antecesor. Tenemos que conseguir que la gente, especialmente los niños, no vea la misa del domingo como una obligación que es un «rollo», sino como lo más maravilloso que tenemos en la tierra, una fiesta estupenda. Esto no lo conseguiremos haciendo cosas raras en la misa (no se trata de hacer un «espectáculo» que esté en condiciones de competir con los otros espectáculos que la sociedad del ocio ofrece hoy a través de diversísimos canales y formatos); lo conseguiremos haciendo a la gente cada vez más consciente de lo que ocurre en la Eucaristía y del significado de cada una de las cosas que se hacen y se dicen a lo largo de la Misa. Por eso añadí los números 64-70. Otros añadidos en la primera parte tienen una relevancia menor.
En la segunda parte he añadido algunos milagros que han tenido lugar en España y Portugal, y he expuesto un poco más las investigaciones científicas llevadas a cabo en los últimos años sobre el milagro de Lanciano, que me parece el más importante.
En la tercera parte he añadido santos españoles e iberoamericanos, así como algunos otros que me parecían universales y de inexcusable presencia.
¿Qué objetivos me propongo? Los mismos que la edición original italiana: ojalá que el libro ayude a difundir la fe y el amor a Jesús en la Eucaristía, a participar consciente y activamente en la Santa Misa, y a intimar con Jesús en el momento de la comunión y en la adoración a la Eucaristía en el sagrario.
--¿No tiene miedo a que le tachen de beatería o de ser antimoderno?
--Soler: En absoluto. Creo que la teología del libro es muy sólida, aun estando expresada en un lenguaje que puedan entender los niños.
No creo que nadie me ataque en este sentido por editar la versión española de este libro. Si lo hacen, ponderaré el peso de los argumentos, por si hay algo que se pueda mejorar. Esto es lo que importa: el peso de los argumentos. Un hipotético ataque, en sí mismo considerado, es decir sin argumentos sólidos, me saldría por una friolera.
Creer en la Eucaristía no es ser antimoderno, es sencillamente tener la plenitud de la fe cristiana. Si no creemos en la Eucaristía no nos podemos llamar católicos. Otra cosa es que esa fe se pueda exponer de muchas maneras, con muchos lenguajes; y este libro es una manera y un lenguaje entre otros muchos posibles
--¿No cree que todo lo que está viviendo España podría llevar a un despertar en la fe, en particular, entre los jóvenes y las familias?
--Soler: Yo no percibo ese renacer en mi país, pero en ello estamos: en trabajar para que llegue. Ojalá lo que está pasando en Italia llegue pronto a España.
No soy pesimista, sino optimista: Cristo ha resucitado, y por tanto el mundo ha sido redimido, la salvación está hecha; el Espíritu Santo actúa de mil modos que nosotros desconocemos. Y esto es lo importante. Pero de momento no veo ese renacimiento.
No obstante, hay cosas positivas: las dificultades de los años setenta y primeros ochenta han pasado, aunque han dejado muchas heridas que todavía siguen vivas y que costará mucho restañar. Sobre 44 millones de habitantes, cada domingo hay 11 millones en Misa, lo cual indica un 25%, que es mucho. Hay movimientos de renovación que están arraigando en España. Muchas parroquias hacen una evangelización cada vez más seria.
Puedo decir los que podrían ser signos de ese renacer en un futuro:
1. Que en todas partes se celebrara correctamente la liturgia; que los sacerdotes fomentáramos por todos los medios el sacramento de la penitencia, y estuviéramos dispuestos a dedicar horas a este exigente y apasionante ministerio; que anunciáramos orgánicamente el entero misterio de Cristo en la predicación y en la catequesis.
2. Una participación cada vez más consciente y activa de los fieles en la liturgia, especialmente en la Eucaristía; esto requiere una paciente labor de explicar el hondo y riquísimo significado de todo lo que se hace y se dice en la liturgia.
3. Una comunidad cristiana que dé testimonio público de su fe, en todas las materias que afectan a la convivencia social, y que siga dando testimonio (ya lo hace, y mucho) de la caridad de Cristo con los más necesitados y marginados.