ASHINGTON, jueves, 17 de noviembre de 2005 (ZENIT.org).- Los obispos estadounidenses aprobaron por aplastante mayoría una declaración afirmando que Estados Unidos no puede «enseñar que matar está mal, matando a quienes matan».
Los obispos votaron por 237-4 el martes pasado a favor el documento «Cultura de la vida y pena de muerte», en el que aseguran que recurrir a la pena de muerte contribuye a alimentar un ciclo de violencia en la sociedad que puede ser roto.
«La pena de muerte viola el respeto a la vida y dignidad humanas», subraya la declaración.
El documento describe la pena de muerte como un signo permanente de una «cultura de muerte» en la sociedad estadounidense.
«Ha llegado el momento de que nuestra nación abandone la ilusión de que podemos proteger la vida quitando la vida --afirman los obispos--. Cuando el Estado, en nuestro nombre y con nuestros impuestos, acaba con una vida humana, a pesar de tener alternativas no letales, sugiere que la sociedad sólo puede superar la violencia con violencia».
«El recurso a la pena de muerte debe ser abandonado, no sólo por lo que hace a quienes son ejecutados, sino por lo que hace a toda la sociedad».
La declaración se hace eco de las palabras del Papa Juan Pablo II. En su encíclica «Evangelium Vitae» insistía en que el castigo «no debería llegar al extremo de ejecutar al ofensor, excepto en casos de absoluta necesidad: en otras palabras, cuando no fuera posible defender a la sociedad de otro modo. Hoy, sin embargo, como resultado de los serios progresos en la organización del sistema penal, tales casos son muy raros, si no prácticamente inexistentes».
La nueva declaración de los obispos norteamericanos reconoce también que se debe hacer más para ayudar a las víctimas de la violencia.
«Tienen toda nuestra compasión, solidaridad y apoyo --espiritual, pastoral y personal--. Sin embargo, estar al lado de las familias de las víctimas no nos empuja a apoyar el recurso a la pena de muerte».
«Ninguna medida, ni siquiera una ejecución, podrá devolver a un ser querido o curar sus heridas. El dolor y la pérdida de un ser querido no puede cancelarse con otra muerte», afirman los obispos.
El documento incluye breves testimonios e historias de familiares de víctimas de crímenes de asesinato, así como el de un ex condenado a muerte que fue exonerado.
Esta declaración forma parte de una amplia Campaña Católica para Acabar con la Pena de Muerte con la siguiente página en la red: www.ccedp.org.