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El Testigo Fiel
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Documentación: Tertuliano: Sobre la Oración (De Oratione)
Fue escrita hacia el año 192, como exhortación a los catecúmenos. Contiene la más antigua explicación conocida del Padrenuestro, además de consejos prácticos sobre cómo orar. Sus números 28-29 se utilizan en el Oficio de Lecturas (jueves III Cuaresma). [...]

La traducción presentada es de Alfonso Ropero Berzosa, en el volumen "Obras Escogidas de Tertuliano", ed. Clíe, Barcelona, 2018.


Fuentes: MPL001, CPL-7

Sitios de internet para hallar la obra:
»» www.clie.es: pág. del volumen en la editorial

Otras obras del autor: Apologético

1 - El vino nuevo de la oración

1. El Espíritu de Dios y la Palabra de Dios y la Razón de la Palabra-de-Dios de Razón[1]; y la Razón y el Espíritu de la Palabra-de-Jesucristo nuestro Señor, a saber, que es tanto lo uno como lo otro, ha determinado para nosotros, los discípulos del Nuevo Testamento una forma nueva de oración[2]. Porque en este particular también era conveniente que el vino nuevo fuera echado en pellejos nuevos y la pieza nueva cosida a la ropa nueva (Mt 9:16, 17; Mc 2:22; Lc 5:36, 37).

2. Además, independientemente de lo que haya prevalecido en los días antiguos, mucho ha sido quitado o abolido, como la circuncisión; o completado, como el resto de la Ley; o realizado, como las profecías; o traído a su perfección, como la fe misma. Por la gracia nueva de Dios ha renovado todas las cosas de carnal en espiritual, que, con la venida del Evangelio, ha borrado completamente el sistema antiguo; por el cual nuestro Señor Jesucristo ha sido aprobado como el Espíritu de Dios, y la Palabra de Dios, y la Razón de Dios: el Espíritu, por el cual Él fue poderoso; la Palabra, por la cual Él enseñó; la Razón, por Él vino.

3. Así la oración compuesta por Cristo ha sido compuesta en tres partes[3]. En palabras, por las que la oración es articulada; en el espíritu, por el cual sólo ésta prevalece y por la razón que argumenta. El propio Juan había enseñado a sus discípulos a orar (Lc 11:1), pero todas sus actividades estaban sometidas al carácter preparatorio del precursor de Cristo, hasta que Jesús creciera, como Juan mismo anunció: "conviene que Él crezca, mas que yo mengüe" (Jn 3:30). Entonces todo el trabajo del precursor sería traspasado, junto con el espíritu mismo, al Señor. De ahí que las palabras por las cuales Juan enseñó a los hombres a orar no constan en ninguna parte, porque lo terrenal ha dado paso a lo celestial. "El que de arriba viene, sobre todos es; el que es de la tierra, terreno es, y cosas terrenas habla; el que viene del cielo, sobre todos es. Y lo que vio y oyó, esto testifica" (Jn 3:31, 32). ¿Y qué es esto, sino que Cristo el Señor, así como su método de oración, proviene del cielo?

4. Y así, hermanos benditos, consideremos su sabiduría celestial, en primer lugar respeto al precepto de orar en secreto, mediante lo cual, Él demandó la fe para creer que es visto y oído por Dios Todopoderoso hasta cuando el hombre está dentro de la casa y fuera de la vista; y deseó una reserva modesta en la manifestación de su fe, para que el creyente ofreciera su homenaje a Dios solamente, en quien creía que le escuchaba y le veía en todas partes.

5. Más aún, ya que la sabiduría declaró el siguiente precepto, pertenece a la fe y a la modestia apropiada de la fe; no pensar que nosotros podemos acercarnos al Señor con un caudal de palabras, pues estamos seguros de que por su propio acuerdo, Él tiene cuidado de sus criaturas[4].

6. La frase concisa, que forma el tercer punto de su enseñanza, descansa para su apoyo sobre una figura de lenguaje profunda y eficaz; el pensamiento comprimido en pocas palabras lleva una inundación de significado a la mente. Porque no sólo esto abarca los deberes apropiados de la oración, a saber, la adoración de Dios y el acto del hombre de súplica, sino prácticamente cada palabra del Señor, el contenido entero de su enseñanza sobre la oración, que realmente contiene un resumen del Evangelio entero.


Notas:

1. La Palabra de Dios expresa la razón y la posee.

2. Esta frase es de difícil traducción, aunque lo que Tertuliano quiere enseñar resulta bastante claro: Así como Cristo es Espíritu, Palabra y Razón, la oración que Él nos enseñó también está formada por palabra, espíritu y razón.

3. La edición de Pamelio dice: "La oración compuesta por Cristo se componía de tres partes: el lenguaje, por la que es enunciada; el espíritu, por el que prevalece, y la razón, por la que es enseñada". Rigaltio y editores posteriores escriben: "de razón, por la que es concebida", pero esta cláusula falta en los manuscritos.

4. Cf. Mateo 6:8: "No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis".


2 - La importancia del nombre "Padre"

1. La oración comienza con un testimonio de Dios y con la recompensa de la fe, cuando decimos: "Padre nuestro que estás en los cielos" (Mt 6:9), porque al decirlo, oramos a Dios al mismo tiempo que mostramos nuestra fe, cuya recompensa es esta apelación. Está escrito: "A todos los que le recibieron, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios, a los que creen en su nombre" (Jn 1:12).

2. Nuestro Señor con mucha frecuencia proclamó a Dios como Padre; de hecho, hasta dio el precepto de no llamar a ninguno "padre" en la tierra, sino sólo al que tenemos en el cielo (Mt 13:9). Así, cuando oramos de esta manera, observamos también este precepto.

3. ¡Felices los que reconocen a su Padre! Este es el reproche dirigido contra Israel, cuando el Espíritu pone al cielo y a la tierra como testigos, diciendo: "Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Yahvé: Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí" (Is 1:2).

4. Además, cuando decimos "Padre", también le llamamos Dios. Esta relación es tanto de amor filial como de poder.

5. En el Padre, el Hijo también es invocado. Ya que Cristo dijo: "Yo y el Padre somos uno" (Jn 10:30).

6. Tampoco la Iglesia, nuestra madre, es pasada por alto sin mención, ya que en el Hijo y el Padre la madre es reconocida, de la cual asciende el nombre del Padre y del Hijo; obedecemos su precepto, y reprochamos a los que son negligentes del Padre.


3 - Santificado sea su Nombre

1. El nombre de Dios "Padre" no había sido revelado a nadie. Incluso Moisés, quien había preguntado por él, escuchó un nombre diferente[5]. A nosotros esto ha sido revelado en el Hijo, ya que el Hijo es ahora el nombre nuevo del Padre. "Yo he venido en nombre de mi Padre" (Jn 5:43), dijo, y otra vez, "Padre, glorifica tu nombre" (Jn 12:28), y más abiertamente: "He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste" (Jn 17:6).

2. Por aquel nombre, por tanto, pedimos que "sea santificado". No que se deje a los hombres desear el bien de Dios, como si hubiera cualquier otro[6] por quienes pueda ser deseado el bien, o como si Él sufriera a menos que lo pidamos. Claramente, esto se pide para que Dios sea bendito en todo el mundo[7]. En cada lugar y tiempo, debido a la memoria de sus ventajas, que una vez fueron deuda de cada hombre. Pero esta petición sirve también para convertirse a cambio en una bendición.

3. Si no ¿cuándo no es el nombre de Dios "santo", y "santificado" por Él mismo, viendo que Él santifica a otros? Él, a quien el coro de los ángeles le rodea sin dejar de decir, "Santo, santo, santo?" (Is 6:3; Ap 4:8). De manera parecida, por tanto, también nosotros, candidatos para el cielo angélico, si logramos merecerlo, comencemos aquí en la tierra a aprender de memoria la tensión en el futuro para ser levantados a Dios, y la función de la gloria futura.

4. Hasta aquí, sobre la gloria de Dios. Por otra parte, para nuestra propia petición, cuando decimos: "Santificado sea tu nombre", pedimos esto: que pueda ser santificado en nosotros que estamos en Él, también en otros para quienes la gracia de Dios todavía espera[8]; que nosotros podamos también obedecer este precepto, "orando por todos" (1Ti 2:1); hasta para nuestros enemigos personales[9]. Y por lo tanto, llenos de admiración, no decimos: "Santificado sea tu nombre en nosotros", sino "en todos".


Notas:

5. Cf. Éxodo 3:13-16: "Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me ha enviado a vosotros. Y dijo más Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Yahvé, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre, este es mi memorial por todos los siglos. Ve, y junta los ancianos de Israel, y diles: Yahvé, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac, y de Jacob, me apareció".

6. "Cualquier otro dios."

7. Cf. Salmos 103:22: "Bendecid a Yahvé, vosotras todas sus obras, en todos los lugares de su señorío".

8. Cf. Isaías 30:18: "Yahvé esperará para tener piedad de vosotros, y por tanto será ensalzado teniendo de vosotros misericordia; porque Yahvé es Dios de juicio; bienaventurados todos los que le esperan".


4 - La voluntad de Dios

1. Después, añadimos esta frase: "Sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra" (Mt 6:10). No que alguien pueda impedir el cumplimiento de la voluntad de Dios y que nosotros deberíamos orar para que su voluntad se cumpla satisfactoriamente, sino que oramos para que en todo su voluntad sea hecha. Por la interpretación figurada de carne y el espíritu, nosotros somos "el cielo" y "la tierra"; aunque esto sea entendido simplemente, de todos modos el sentido de la petición es el mismo.

2. A saber, que la voluntad de Dios se cumpla en nosotros sobre la tierra, para que esta pueda ser hecha por nosotros también en el cielo. Ahora bien, ¿qué es lo que Dios quiere, sino que andemos según su enseñanza? Pedimos, por lo tanto, que Él nos conceda la sustancia de su voluntad y la capacidad para cumplirla, para que podamos ser salvos tanto en el cielo como en la tierra, ya que la suma total de su voluntad es la salvación de quienes Él ha adoptado como hijos.

3. Esta es la voluntad de Dios que nuestro Señor realizó por su enseñanza, sus obras, y sus sufrimientos. Porque, si Él mismo dijo que no "he descendido del cielo, para hacer mi voluntad, mas la voluntad del que me envió" (Jn 6:38), sin duda que Él hizo lo que era la voluntad de su Padre; aquellas cosas que Él usó como ejemplos, ahora nos provocan[10] a predicar, trabajar y sufrir hasta la muerte. Necesitamos la voluntad de Dios para ser capaces de cumplir con nuestros deberes.

4. De la misma manera, cuando decimos: "Sea hecha tu voluntad", deseamos al mismo tiempo nuestro propio bien, porque no hay ningún mal en la voluntad de Dios, aunque dé a cada uno proporcionalmente según su mérito.

5. Así que por esta frase nosotros nos armamos de antemano a nosotros mismos con paciencia, ya que también nuestro Señor quiso mostrarnos en su propia carne, carne de debilidad, por la realidad de sus sufrimientos, diciendo: "Padre, si quieres, pasa esta copa de mí", y luego, después de la reflexión, añadió: "pero no se haga mi voluntad, sino la tuya" (Lc 22:42). Él mismo era la voluntad y el poder del Padre, y aun así, se rindió a la voluntad de su Padre para indicar la paciencia que es debida.


Notas:

9. Cf. Mateo 5:44: "Orad por los que os ultrajan y os persiguen".

10. Cf. Hebreos 10:24: "Considerémonos los unos a los otros para provocarnos al amor y a las buenas obras".


5 - La venida del Reino

1. La frase, "Venga tu reino" (Mt 6:10), también hace referencia al mismo fin que "sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra", referida a nosotros. Porque, ¿cuándo no reina Dios, en cuya mano está el corazón de cada rey[11]? Pero todo lo que deseamos para nosotros, dirigimos nuestra esperanza hacia Él, y le atribuimos lo que esperamos de Él. Si es así, si la realización del reino de nuestro Señor pertenece a la voluntad de Dios y a nuestra expectativa ansiosa, ¿cómo es que unos piden por una prolongación del tiempo para este mundo (soeculo), ya que el reino de Dios, por cuya venida oramos, tiende hacia la consumación del mundo (saeculi)[12]? Nuestra esperanza es que nuestro reinado se apresure, no que nuestra servidumbre se prolongue.

2. Aunque no se hubiera prescrito pedir en la oración el que nosotros deberíamos pedir el advenimiento del reino, de nuestro propio acuerdo lo haríamos por el deseo de nuestra impaciencia para abrazar el objeto de nuestra esperanza.

3. Con indignación las almas de los mártires bajo el altar claman en voz alta al Señor: "¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre de los que moran en la tierra?" (Ap 6:10). Porque, al menos al final del mundo, la venganza de ellos está ordenada.

4. ¡De verdad, tan rápidamente como sea posible, oh Señor, venga tu reino! Esta es la oración del cristiano; que perturba a los paganos y exalta a los ángeles; es por la que sufrimos, o más bien, por la que oramos.


Notas:

11. Cf. Proverbios 21:1: "Así está el corazón del rey en la mano de Yahvé: A todo lo que quiere lo inclina".

12. Cf. Mateo 24:3: "Y sentándose él en el monte de las Olivas, se llegaron a él los discípulos aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del mundo?"


6 - Pan del alma, pan del cuerpo

1. ¡Con qué gracia ha ordenado la divina Sabiduría el orden de esta oración que, después de las cosas celestiales; es decir después del nombre de Dios, la voluntad de Dios, y el reino de Dios, quisiera hacer también un lugar para pedir por necesidades terrenales. Porque nuestro Señor nos ha enseñado: "Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas" (Mt 6:33).

2. Sin embargo, nosotros deberíamos entender espiritualmente la petición: "Danos hoy nuestro pan cotidiano" (Mt 6:11). Ya Cristo es "nuestro pan", porque Cristo es nuestra vida y pan de vida. "Yo soy el pan de vida" (Jn 6:35), dijo. Y un poco antes: "Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo" (Jn 6:33). Entonces, encontramos que su Cuerpo es tomado en cuenta en el pan: "Esto es mi cuerpo" (Mt 26:26). Por lo tanto, cuando pedimos nuestro pan de cada día, pedimos vivir siempre en Cristo y estar inseparablemente unidos a su Cuerpo.

3. Pero, ya que también se admite una interpretación de esta frase en sentido carnal, no se puede usar sin recordar el sentido religioso y la instrucción espiritual. Cristo manda que nosotros pidamos el pan, que, para el fiel es la única cosa necesaria, ya que los paganos buscan todas otras cosas[13]. Así, también, Él inculca su enseñanza por ejemplos e instruye por parábolas, diciendo, por ejemplo, que un padre no toma el pan de sus hijos y lo echa a los perros (Mt 15:26; Mc 7:27). Y otra vez: "¿Qué hombre hay de vosotros, a quien si su hijo pidiere pan, le dará una piedra?" (Mt 7:9; Lc 11:11). Él indica lo que los hijos esperan de su padre. Aquel llamador, también, que durante toda la noche golpeó la puerta para pedir pan (Lc 11:5-9).

4. Además, Él correctamente ha añadido: "Danos hoy", en vista de lo que Él antes había dicho: "No os congojéis por el día de mañana; que el día de mañana traerá su fatiga" (Mt 6:34; Lc 12:29). A esta idea Él también adaptó la parábola del hombre que reflexionó sobre la ampliación de sus graneros para recoger sus próximas cosechas, y sobre la seguridad de que iba a disfrutar; pero murió aquella misma noche (Lc 12:16-20).


Notas:

13. Cf. Mateo 6:32: "Porque los gentiles buscan todas estas cosas; que vuestro Padre celestial sabe que de todas estas cosas habéis de menester".


7 - Perdonar y ser perdonados

1. Era conveniente que, después de contemplar la liberalidad de Dios[14], de la misma forma deberíamos rogar por su clemencia. Porque ¿de qué nos aprovecharán los alimentos si realmente les somos consignados, como si fuéramos un toro destinado para el sacrificio[15]? Nuestro Señor sabía que sólo Él era inocente y entonces nos enseña decir: "Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores" (Mt 6:12). Pedir perdón es reconocer el pecado, ya que quien pide perdón confiesa su culpa. Así, también, vemos que el arrepentimiento es aceptable a Dios, que lo desea más que la muerte del pecador[16].

2. Ahora, en las Escrituras, la "deuda" es usada en sentido figurado para indicar la culpa; igualmente debida a la sentencia de un juicio, y exigida por Él, que no evita la justa demanda a no ser que se le perdone el pago de la deuda, tal como el señor perdonó la deuda a aquel criado (Mt 18:21-35), porque hacia aquí tiende el alcance de la parábola: que el mismo siervo que fue liberado por su señor, no liberó igualmente a su deudor y fue, por lo tanto, traído delante de su señor, que le entregó al torturador hasta que pagara el último cuadrante, que es la última y más pequeña de sus faltas. Cristo intentó, mediante esta parábola, conseguir de nosotros que también perdonemos a nuestros deudores.

3. Esto es expresado en otro lugar bajo este aspecto de oración: "No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados" (Lc 6:37). Y cuando Pedro preguntó si uno debe perdonar a su hermano siete veces, nuestro Señor dijo: "Más bien setenta veces siete" (Mt 18:21, 22); de manera que Él pudo rectificar la Ley, porque en Génesis la venganza de Caín es exigida siete veces, de Lamech setenta veces siete (Gn 4:15, 24).


Notas:

14. Al darnos el pan de cada día.

15. Es decir, si se nos alimenta y se engorda como el toro destinado para el sacrificio.

16. Cf. Ezequiel 18:32: "Que no quiero la muerte del que muere, dice el Señor Yahvé, convertíos pues, y viviréis"; Ez. 33:11: Diles: Vivo yo, dice el Señor Yahvé, que no quiero la muerte del impío, sino que se torne el impío de su camino, y que viva".


8 - Satán el tentador

1. Para completar una oración así de breve, Cristo añadió que nosotros deberíamos orar no sólo que nuestros pecados sean perdonados, sino que los evitemos por completo: "Y no nos metas en tentación" (Mt 6:13), es decir, suframos antes de permitir ser conducidos por el tentador.

2. ¡No quiera Dios que nuestro Señor sea visto como el tentador[17], como si Él fuera ignorante de la fe de uno o estuviera impaciente por trastornarlo!

3. Aquella debilidad y rencor son las características del diablo[18]. Porque, hasta en el caso de Abraham, Dios había ordenado el sacrificio de su hijo no para tentar su fe, sino para confirmarla por la prueba, para que en él Dios pudiera poner en adelante un ejemplo de su precepto por el cual nos enseña que nadie debería sentir mayor afecto que a Dios[19].

4. Cristo mismo, cuando fue tentado por el diablo, manifestó quién preside esto y es autor de la tentación (Mt 4:10; Lc 4:8).

5. Este pasaje lo confirma Cristo por las palabras dirigidas a sus discípulos, cuando dice: "Orad que no entréis en la tentación" (Lc 22:40; Mt 26:41; Mc 14:31). Los apóstoles estuvieron tan tentados a abandonar a su Señor, porque cedieron al sueño, en lugar de dedicarse a la oración.

6. Por lo tanto, la frase que equilibra y hace de intérprete dice: "No nos metas en tentación, mas líbranos del mal", cuyo sentido es, líbranos del malo[20].


Notas:

17. Cf. Santiago 1:13: "Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado de los malos, ni él tienta a alguno".

18. Debilidades implicadas en la hipótesis de la ignorancia.

19. Cf. Mateo 10:37: "El que ama padre o madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama hijo o hija más que a mí, no es digno de mí".

20. Cf. Lucas 11:4: "No nos metas en tentación, mas líbranos del malo".


9 - Únicamente Dios podía enseñar esta oración

1. ¡En el sumario de tan pocas palabras, cuántas expresiones de los profetas, evangelistas y apóstoles; cuántos sermones de nuestro Señor, parábolas, ejemplos y preceptos son mencionados! ¡Cuántos deberes impuestos son simultáneamente cumplidos!

2. El honor debido a Dios en la palabra "Padre"; el testimonio de la fe del nombre, el ofrecimiento de la obediencia va en la mención de la voluntad de Dios; el recuerdo de esperanza en la mención de Su reino; una petición vitalicia en la mención del pan; la confesión de pecados en la petición de perdón; la solicitud en cuanto a tentación con la demanda de protección.

3. ¿De qué nos sorprendemos? Sólo Dios podría enseñarnos la manera de orar que Él quiere. El homenaje de la oración, entonces, es ordenado por Él y animado por su Espíritu en el momento mismo en que salió de sus labios divinos; por su propia prerrogativa, asciende al cielo, encomendando al Padre lo que el Hijo ha enseñado.


10 - Podemos añadir nuestras propias oraciones a la Oración del Señor

1. Ya que el Señor prevé las necesidades humanas, después de darnos esta regla de la oración, dijo: "Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá" (Mt 7:7; Lc 11:9); y ya que cada hombre tiene peticiones que hacer según sus propias circunstancias, nuestras necesidades adicionales tienen el derecho de ser mencionadas, después de comenzar con la oración prescrita y acostumbrada como el fundamento, como si se tratara de una base sobre lo que ir añadiendo nuestras peticiones, siempre con el recuerdo de los preceptos del Señor, que no estemos tan lejanos de los oídos de Dios como de sus preceptos.


11 - En la oración no cabe el rencor

1. El recuerdo de estas enseñanzas prepara el terreno para que nuestras oraciones alcancen el cielo, y lo primero es que no acudamos al altar (altare)[21] de Dios sin antes arreglar cualquier controversia u ofensa que hayamos contraído con nuestros hermanos[22]. Porque ¿cómo puede uno acercarse a la paz de Dios sin la paz con el hermano[23], o sin el perdón de pecados, cuando guardas rencor? ¿Cómo agradarás a tu Padre si estás enfadado con tu hermano, cuando hasta se nos ha prohibido toda la cólera desde del principio? (Mt 5:21, 22).

2. Cuando José envió a sus hermanos a casa para que trajeran a su padre dijo: "No riñáis por el camino" (Gn 45:24). De hecho, él estaba amonestándonos a nosotros, porque en otra parte nuestro modo de vida es llamado el "Camino"[24]; que el camino de la oración no ha sido ordenado para acercarnos al Padre si estamos enfadados.

3. Además, nuestro Señor, ampliando claramente la Ley[25], añade que la cólera con un hermano equivale al asesinato (Mt 5:21, 22). Él no permite que expresemos ni una palabra mala[26]; incluso si alguna vez nos enfadamos, nuestro enfado no debería durar más tiempo que la puesta del sol, como el apóstol nos recuerda[27]. ¡Cuán temerario es, además, pasar el día sin orar, rechazando dar la satisfacción a tu hermano, u orar en vano mientras la ira persiste!


Notas:

21. Cf. Hebreos 13:10: "Tenemos un altar, del cual no tienen facultad de comer los que sirven al tabernáculo".

22. Cf. Mateo 5:22, 23: "Yo os digo, que cualquiera que se enojare con su hermano, será culpado del juicio; y cualquiera que dijere a su hermano, Raca, será culpado del concejo; y cualquiera que dijere, Fatuo, será culpado del infierno del fuego. Por tanto, si trajeres tu presente al altar, y allí te acordares de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu presente delante del altar, y vete, vuelve primero en amistad con tu hermano, y entonces ven y ofrece tu presente".

23. Cf. Filipenses 4:6-7: "Sean notorias vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con hacimiento de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepuja todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros entendimientos en Cristo Jesús".

24. Cf. Hechos 9:2; 19:9, 23: "Mas endureciéndose algunos y no creyendo, maldiciendo el Camino delante de la multitud".

25. Cf. Mateo 5:27: "No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino a cumplir".

26. Cf. Mateo 12:16: "Yo os digo, que toda palabra ociosa que hablaren los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio".

27. Efesios 4:26: "Airaos, y no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo".


12 - Libres de toda perturbación

1. No simplemente de la ira, sino de toda la perturbación mental, debería verse libre el ejercicio de la oración, expresada por un espíritu tal como el Espíritu al que va dirigida. Un espíritu impuro no puede ser reconocido por un Espíritu santo[28]; ni uno triste por uno alegre[29], ni uno atado por uno libre[30]. Nadie concede la recepción a su adversario; nadie admite la entrada de otro excepto al que es un espíritu con él.


Notas:

28. Cf. Efesios 4:30: "No contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual estáis sellados para el día de la redención".

29. Cf. Romanos 14:17: "Que el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo por el Espíritu Santo".

30. Cf. Salmos 51:12: "Vuélveme el gozo de tu salud; y el espíritu libre me sustente".


13 - Espíritu limpio, manos limpias

1. Además, ¿cuál es el sentido de orar con manos limpias, cuyo espíritu está manchado? ¿Por qué hasta las manos mismas necesitan una limpieza espiritual de modo que puedan ser levantadas al cielo[31], libres de toda falsedad, crimen, crueldad, envenenamiento, idolatría, y todas las manchas que concibe el espíritu y las manos realizan? ¡Esto es la limpieza verdadera[32], no la que muchos, con escrupulosa superstición observan, tomando agua en cada oración, hasta cuando vienen después de haberse dado un baño completo!

2. Cuando consideré esto detalladamente y busqué una explicación, encontré esto de Pilato, que se lavó las manos en el mismo acto de entregar a Cristo (Mt 27:24). Adoramos a Cristo, no le entregamos. Seguramente, nosotros deberíamos observar un comportamiento bastante diferente del seguido por el traidor y por esta razón no lavar nuestras manos; excepto cuando se trata de alguna suciedad resultando de nuestro trato con los hombres, por el bien de nuestra conciencia; pero las manos están suficientemente limpias una vez que las hemos lavado junto con el cuerpo entero en Cristo[33].


Notas:

31. Cf. 1Tim 2:8: "Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos limpias, sin ira ni contienda".

32. Cf. Mateo 15:10, 11, 17-20; 23:25, 26: "No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre".

33. Por medio del bautismo.


14 - Cuando oramos, confesamos a Cristo

1. Aunque Israel se lavara diariamente todos sus miembros, nunca estará limpio. Sus manos, en todos los acontecimientos, están siempre sucias, para siempre teñidas con la sangre de los profetas, y del Señor mismo. Conscientes, por lo tanto, de esta mancha hereditaria de sus padres[34], ellos no se atreven a levantar sus manos al Señor, no sea que algún Isaías grite[35], o que Cristo los abomine. En nuestro caso, no sólo las levantamos, sino que las extendemos, y, tomando nuestro modelo de la pasión del Señor hasta en la oración le confesamos.


Notas:

34. Cf. Mateo 27:25: "Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos".

35. Cf. Isaías 1:15: "Cuando extendiereis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multiplicareis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos".


15 - Hay que evitar la superstición de los ritos

1. Ahora, ya que hemos mencionado un detalle de observancia vacía, no dejaremos de censurar otras también, que por su vanidad merecen ser reprobadas, puesto que carecen de la autoridad de un precepto sea de parte de nuestro Señor o de sus apóstoles. Prácticas como estas deben pertenecer no a la religión, sino a la superstición; pues son estudiadas y forzadas e indicativo de escrupulosidad más bien que de un servicio racional[36]; que merecen ser refrenadas en todos los sentidos, aunque sea por esta razón: que nos colocan en el mismo nivel que los gentiles.

2. Tomad, por ejemplo, la costumbre de algunos de quitarse sus capas o mantos cuando oran. Este es el modo en que las naciones se acercan a sus ídolos; práctica que, seguramente, si esto fuera necesario, los apóstoles la habrían incluido en sus instrucciones sobre el vestido para la oración, ¡a no ser que haya quien piense que fue durante su oración que "Pablo dejó su capa con Carpo"![37] ¡Supongo que Dios no oiría suplicantes cubiertos, el que claramente escuchó la oración de los tres jóvenes santos en el horno del rey babilonio cuando ellos oraron en su amplio pantalón oriental y con turbantes![38]


Notas:

36. Cf. Romanos 12:1: "Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro racional culto".

37. Cf. 2Tim 4:13: "Trae, cuando vinieres, el capote que dejé en Troas en casa de Carpo; y los libros, mayormente los pergaminos".

38. Cf. Daniel 3:21: "Entonces estos varones fueron atados con sus mantos, y sus calzas, y sus turbantes, y sus vestidos, y fueron echados dentro del horno de fuego ardiendo".


16 - De pie en presencia del Altísimo

1. Asimismo, en cuanto a la costumbre que algunos tienen de sentarse cuando su oración ha terminado, no veo ninguna razón de ello, sino que actúan como niños[39]. ¿Qué quiero decir? Si ese Hermas, cuyas escrituras generalmente llevan el título de "El Pastor", dijera, después de haber terminado su oración, que no se sentaron sobre la cama, sino hecho alguna otra cosa, ¿adoptaríamos nosotros esa práctica también? ¡Seguramente no!

2. Porque, como está escrito: "Cuando yo había ofrecido mi oración y me había sentado sobre la cama", fue registrada simple y únicamente en el curso de la narrativa, no como un modelo de disciplina.

3. ¡De otro modo, estaríamos obligados a no ofrecer oraciones en cualquier parte, sino donde hubiera una cama!

4. Más bien, quienquiera se siente en una silla o en un banco, actuará contrariamente a esta escritura.

5. Además, dado que esto es lo que las naciones hacen -sentarse ante las imágenes de los dioses que ellos adoran-, sólo por este motivo merece ser reprobado en nosotros, porque esto es observado en la adoración de ídolos.

6. A esto podemos añadir la acusación de irreverencia, inteligible hasta a las naciones mismas, si tuvieran algún sentido. Si, por otra parte, es irreverente sentarse en la presencia y en la vista de quien uno tiene en alta estima y honor, cuánto más sería una falta de respeto en la presencia del Dios vivo, mientras el ángel de la oración está de pie al lado de Él[40]. ¡A no ser que nosotros reprochemos a Dios que la oración nos ha cansado!


Notas:

39. Que suelen imitar todo lo que ven.

40. "Y otro ángel vino, y se paró delante del altar, teniendo un incensario de oro; y le fue dado mucho incienso para que lo añadiese a las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro que estaba delante del trono. Y el humo del incienso subió de la mano del ángel delante de Dios, con las oraciones de los santos" (Ap. 8:3, 4).


17 - Manos sin altivez, voz sin gritos

1. Pero encomendamos más nuestra oración a Dios si oramos con modestia y humildad, cuando no levantamos nuestras manos con altivez, sino que las elevamos templada y decentemente; y ni siquiera nuestro semblante imprudentemente elevado[41].

2. Porque hasta el publicano, no sólo en sus palabras, sino en su semblante también, era humilde y oró con ojos abatidos, y se marchó justificado antes que el fariseo arrogante (Lc 18:9-14).

3. El tono de voz, también, debería ser sometido; de otro modo, ¡qué pulmones necesitaríamos, si ser escuchados dependiera del ruido que hacemos! Pero Dios no oye la voz; sino el corazón, tal como es su inspector.

4. El demonio del oráculo pitiano[42] dice: "Y entiendo al mudo, y claramente oigo al mudo" (Herodoto I, 47). Los oídos de Dios, ¿esperan un sonido? Si lo hiciera, ¿cómo podría la oración de Jonás en las profundidades del vientre de la ballena haber encontrado el camino al cielo, por encima de los órganos de tan gran bestia desde el mismo fondo del mar, por encima de tan enorme cantidad de agua?

5. ¿Cuál es la superior ventaja de los que oran tan fuertemente, aparte de molestar a sus vecinos? Más bien, al hacer audibles sus peticiones, ¿qué hacen además de orar en público?[43]


Notas:

41. Con presunción, se entiende.

42. Se refiere a la divinidad llamada Pitón, que ofrecía oráculos sobre el futuro a cargo de una pitia o pitonisa, sacerdotisa que interpretaba en estado de trance o éxtasis los mensajes recibidos.

43. Cf. Mateo 6:5, 6: "Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en las sinagogas, y en los cantones de las calles en pie, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo, que ya tienen su pago. Mas tú, cuando ores, éntrate en tu cámara, y cerrada tu puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en secreto, te recompensará en público".


18 - El beso de paz

1. Hay otro uso que se ha hecho frecuente: cuando los que ayunan han terminado su oración con sus hermanos, retienen el beso de paz, que es el sello de la oración.

2. Pero, ¿cuándo debe darse el beso de paz si no en el cumplimiento de nuestras observancias religiosas, mientras nuestra oración asciende al cielo, hecha más digna de alabanza debido a nuestra caridad? Para que ellos mismos puedan compartir nuestra observancia, a la que han contribuido pasando su paz a su hermano.

3. ¿Qué oración es completa divorciada del beso santo?[44]

4. ¿Quién impide la paz en su servicio al Señor?

5. ¿Qué clase del sacrificio es el del que se marcha sin dar el beso de paz?

6. Cualquiera que sea nuestra oración, no puede pasar por alto la observancia del precepto por el cual se nos manda que ocultemos nuestro ayuno[45]. Porque cuando nos abstenemos del beso, saben que ayunamos. Pero, aunque hubiera alguna razón para esta práctica, de todos modos que no seas tenido por culpable de transgredir este precepto; si tú lo deseas, puedes prescindir del beso de paz en casa, ya que allí tú estás entre los que no es completamente posible mantener en secreto tu ayuno. Pero, en cualquier otra parte donde puedes ocultar tus actos de observancia, deberías recordar este precepto; de ese modo cumplirás satisfactoriamente con la disciplina religiosa en público, y con el uso ordinario en casa.

7. Así, también, en Viernes santo, cuando el ayuno es en general y, como si así fuera, una obligación pública, justamente renunciamos al beso, no preocupándonos para nada en ocultar lo que hacemos en común con todos.


Notas:

44. Cf. "Saludaos los unos a los otros con ósculo santo", Romanos 16:16; 1Corintios 16:20; 2Corintios 13:12; 1Tesalonicenses 5:26; 1Pedro 5:14.

45. "Cuando ayunéis, no seáis como los hipócritas, austeros; porque ellos demudan sus rostros para parecer a los hombres que ayunan; de cierto os digo, que ya tienen su pago. Mas tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro; para no parecer a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en secreto, te recompensará en público" (Mt 6:16-18).


19 - Las estaciones

1. Asimismo con respecto a los días de estación[46], muchos piensan que no deberían estar presentes en las oraciones de sacrificio, alegando que la estación debería terminar cuando el Cuerpo del Señor es recibido.

2. ¿Ha cancelado, entonces, la Eucaristía, la obligación debida a Dios, o la ata más a Dios? ¿No pone sobre nosotros una obligación más grande para con Dios?

3. ¿No será tu estación más solemne si tú estás de pie en el altar (ara) de Dios?

4. Cuando el Cuerpo de nuestro Señor es recibido y reservado, cada punto queda asegurado, tanto la participación en el sacrificio, como el cumplimiento del deber.

5. Si la "estación" ha tomado su nombre del procedimiento militar (porque somos la milicia de Dios)[47], seguramente ninguna alegría, ni tristeza que cae sobre el campamento libera a los soldados en guardia de su deber. Porque con alegría uno realizará su deber más voluntariamente, y en la tristeza con más cuidado.


Notas:

46. Parece ser que esta palabra, "estación" -statio-, se usaba en más de un sentido en la Iglesia primitiva. En el Pastor de Hermas parece indicar el tiempo de ayuno.

47. Cf. 2Tim 2:1 y ss.


20 - La modestia en la mujer

1. Ahora, en cuanto al vestido de las mujeres, la variedad de observancia nos obliga a nosotros -hombres de ninguna consideración en absoluto- a tratar, presuntuosamente sin duda, lo dicho por el santo apóstol (1Cor 11:1-16; 1Ti 2:9, 10), excepto que no será presuntuoso si lo tratamos conforme a la medida del apóstol.

2. En cuanto a la modestia del vestido y adorno, la admonición de Pedro está claramente expresada (1P 3:1-6), usando las mismas palabras que Pablo, al estar inspirado por el mismo Espíritu, él impone límites a la ostentación en el vestido, la exposición orgullosa de oro, el arreglo excesivo y el arreglo ampuloso del pelo.


21 - El velo de las vírgenes

1. Pero el punto que promiscuamente es observado en todas partes por las iglesias, sobre si las vírgenes deberían ser veladas o no, debe ser tratado.

2. Los que conceden a las vírgenes el derecho de llevar sus cabezas descubiertas parecen apoyar su posición en el hecho de que el apóstol designó expresamente, no a las vírgenes, sino a las mujeres, para que llevaran velo[48]; es decir, no se refirió al sexo, usando el término genérico "hembras", sino a un grupo dentro del sexo, diciendo "las mujeres".

3. Si él hubiera especificado el sexo en general por el término "hembras" habría sentado una ley absoluta relativa a cada mujer; pero ya que él designa un grupo dentro del sexo, él lo pone aparte por su silencio en cuanto a otro grupo.

4. Porque él podría haber incluido a las vírgenes en el término general "hembras", según razonan ellos.


Notas:

48. "Mas toda mujer que ora o profetiza no cubierta su cabeza, afrenta su cabeza; porque lo mismo es que si se rayese" (1Cor 11:5).


22 - Esposas y vírgenes

1. Los que adoptan esta posición[49], deberían prestar alguna atención al significado básico de esta palabra. ¿Qué significa "mujer" desde el principio de las páginas de la Escritura santa? Ellos descubrirán que es el término usado para designar el sexo, no una clase dentro del sexo; porque Dios llamó a Eva, aun cuando todavía no había conocido a un hombre, tanto mujer como hembra (Gn 2:23); hembra, como un término general para el sexo; mujer, con referencia especial a una etapa de vida dentro del sexo. Así, desde Eva, quien hasta entonces era todavía soltera, fue designada por el término mujer, término que se ha aplicado comúnmente también a una virgen. Nada tiene de asombroso, entonces, si el apóstol, dirigido por el mismo Espíritu que ha inspirado todas las Escrituras sagradas así como aquel Libro de Génesis, ha usado esta misma palabra, "mujer", que, aplicado a Eva soltera, es aplicable también a una virgen.

2. Todo lo demás, entonces, está en acuerdo. Porque por el mismo hecho de no nombrar a las vírgenes, como es el caso en otro lugar[50], donde él enseña sobre el matrimonio, está claro que se refiere a todas las mujeres y al sexo entero y que no hay ninguna distinción entre una mujer y una virgen ya que él no menciona a ésta en absoluto. No se olvidó de hacer una distinción en otro pasaje donde la diferencia lo exige -distingue ambas clases designando cada una con su término apropiado-, en un pasaje donde no distingue, ya que él no llama a cada uno, porque no quiere ninguna distinción.

3. Pero que del hecho que en griego, en el cual el apóstol escribió sus epístolas, el uso ordinario debe decir "mujeres" (gunaikas) más bien que "hembras" (theleias). Bien, si esta palabra es la que comúnmente se usa para designar el sexo femenino. Con frecuencia es usado en vez del nombre del sexo. Él ha nombrado el sexo en la palabra gunaika; pero en el sexo hasta la virgen está incluida.

4. La forma de expresión es inequívoca: "Toda mujer que ora o profetiza no cubierta su cabeza, afrenta su cabeza; porque lo mismo es que si se rayese" (1Cor 11:5). ¿Cuál es el significado de la expresión "toda mujer", sino las mujeres de cada edad, cada rango y cada posición? Al decir "toda", no excluye a ningún miembro del sexo femenino, tal como manda que los hombres tengan sus cabezas descubiertas al decir "todo hombre"[51]. Por lo tanto, como en la referencia al sexo masculino bajo el término "hombre" el apóstol prohíbe que incluso los jóvenes tengan sus cabezas cubiertas, asimismo en la referencia al sexo femenino, bajo el término "mujer", él ordena que hasta las vírgenes tengan su cabeza cubierta. En el caso de ambos sexos, el más joven debería seguir la regla del mayor; o si no, dejemos que los hombres "vírgenes" tengan también su cabeza cubierta, si la mujeres "vírgenes" no tuvieran que cubrir su cabeza; porque los jóvenes no son expresamente mencionados por nombre. Dejemos que hombre y joven sean diferentes, si mujer y virgen son diferentes.

5. Desde luego, es por causa de los ángeles, dice Pablo[52], que la cabeza de la mujer debe estar cubierta, porque los ángeles se rebelaron contra Dios debido a las hijas de los hombres (Gn 6:2). ¿Quién afirmará, entonces, que sólo las mujeres, es decir, las casadas ya no vírgenes, son una fuente de tentación? A no ser que, desde luego, las mujeres solteras sean incapaces de sobresalir en belleza y salir al encuentro de amantes. Pero veamos si eran vírgenes sólo quien ellos desearon cuando la Escritura habla de "las hijas de hombres" (Gn 6:2); para ello podría haber usado los términos "esposas de los hombre,", o "mujeres" indistintamente.

6. De la misma manera se dice: "Viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomáronse mujeres, escogiendo entre todas" (Gn 6:2). Esto es así porque las tomaron como esposas las que no tenían maridos. La Escritura habría usado una expresión diferente para las que tienen maridos. Ellas podrían no tener maridos por ser viudas o vírgenes. Así que al nombrar el sexo en general mediante el término "hijas", comprendía la especie en el género.

7. De la misma manera, cuando él dice que la naturaleza misma enseña que las mujeres deberían cubrir sus cabezas que para esto ha concedido el pelo en la mujer, como una cubierta y un adorno[53], ¿no es lo mismo para las vírgenes también? Si es vergonzoso para una mujer tener su pelo rapado, entonces, también lo es para una virgen.

8. Desde, entonces, la misma condición es atribuida a cada una con respecto a la cabeza, la misma regulación en cuanto a la cabeza es impuesta también a aquellas vírgenes a quienes por su edad sensible protege. Porque directamente desde el principio las vírgenes son incluidas en el término "mujer". Finalmente, Israel tiene la misma regulación. Pero aunque así no fuera, nuestra ley, amplificada y complementada, exigiría una adición, imponiendo el velo sobre las vírgenes, también. Concedido que de momento, en ese período de la vida que es inconsciente de su propio sexo debería ser perdonado. Concedido que debería conservar el privilegio de su inocencia; tanto para Eva como para Adán, cuando la realización les vino, inmediatamente cubrieron lo que habían llegado a conocer (Gn 3:6). Por lo menos, en el caso de las que han dejado la niñez, su edad debería recordar sus deberes en cuanto a la naturaleza y la disciplina. Porque las mujeres son reveladas por sus miembros y sus deberes. Nadie es una virgen desde el día que es de edad casadera, ya que la edad ahora la ha convertido en la novia de su propio compañero, es decir, del tiempo.

9. "Pero supongamos que alguna virgen en particular se ha consagrado a Dios." A pesar de todo, a partir de este tiempo, ella reorganiza su pelo y cambia su aspecto entero al de una mujer. Por lo tanto, permitamos que sea seria sobre el asunto y ofrezca la apariencia completa de una virgen; que ella oculta por amor a Dios, dejemos que se mantenga completamente fuera de vista[54]. Es para nuestro interés confiar al conocimiento de Dios sólo lo que la gracia de Dios realiza en nosotros; la prueba la recibimos del hombre, la recompensa la tenemos en la esperanza de Dios. ¿Por qué exponer delante de los ojos de Dios[55] lo que cubrimos en presencia de hombres?[56] ¿Serás más modesto en la calle pública que en la iglesia? ¿Si es una gracia de Dios y lo has recibido, por qué la jactancia? dice el apóstol: "Porque ¿quién te distingue? ¿O qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿de qué te glorías como si no lo hubieras recibido?" (1Cor 4:7). ¿Por qué condenas a otras mujeres por la ostentación de ti mismo? ¿O estás invitando a otros al bien por tu vanidad? Estás en peligro de perdición si te jactas de ello, y conduces a otros a los mismos peligros. Fácilmente se destruye lo que es asumido con una inclinación a la vanidad. ¡La virgen, cubra su cabeza si es una virgen, ya que debería ruborizarse para su vergüenza! Si tú eres virgen, evita la mirada fija de tantos ojos. No dejes a nadie mirar con admiración sobre tu cara. No permitas que nadie sea engañado. Es loable para ti crear la falsa impresión de que estás casada cubriendo tu cabeza. Pero no será una impresión falsa, porque eres la novia de Cristo. A Él has rendido tu cuerpo; actúa conforme a las instrucciones de tu Esposo. ¡Si Él ordena a otras novias de los hombres cubrir sus cabezas, cuánto más las suyas propias!

10. "Pero sigamos suponiendo que alguien piensa que el arreglo de su precursor[57] no debería ser cambiado." Muchos aplican sus propias ideas y persistencia en lo mismo para la costumbre establecida por otros. Concedido que las vírgenes no deberían ser obligadas a cubrir sus cabezas; pero al menos las que están dispuestas a hacerlo, no deberían ser impedidas. Si algunas no pueden negar que ellas son vírgenes, deberían estar contentas por la conservación de su conciencia ante Dios, y arriesgar su reputación[58].

Sin embargo, con respecto a las que son prometidas, puedo declarar y confesar esto con más firmeza de lo habitual en mí: sus cabezas deberían cubrirse desde el primer día que se estremecieron en el primer tacto corporal de un hombre por el beso y la mano. Ya que con ellos han prometido cada parte de ellas, su edad, su madurez, su carne, su espíritu por medio del entendimiento, su modestia por la experiencia del beso, su esperanza por su expectativa, y su mente por su buena voluntad. Para nosotros, Rebeca es el ejemplo suficiente; cuando su futuro marido le había sido indicado cubrió su cabeza con un velo simplemente porque ella sabía que estaba destinada a casarse con él (Gn 24:64, 65).


Notas:

49. Que hacen una diferencia entre las mujeres y las vírgenes.

50. "Hay asimismo diferencia entre la casada y la doncella: la doncella tiene cuidado de las cosas del Señor, para ser santa así en el cuerpo como en el espíritu; mas la casada tiene cuidado de las cosas del mundo, cómo ha de agradar a su marido" (1Cor 7:34).

51. "Todo varón que ora o profetiza cubierta la cabeza, afrenta su cabeza" (1Cor 11:4).

52. "Por lo cual, la mujer debe tener señal de potestad sobre su cabeza, por causa de los ángeles" (1Cor 11:10).

53. "La misma naturaleza ¿no os enseña que al hombre sea deshonesto criar cabello? Por el contrario, a la mujer criar el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello" (1Cor 11:14, 15).

54. Mediante el velo.

55. En la iglesia.

56. En público.

57. El presidente u obispo de la iglesia.

58. "Al aparecer en público como mujeres casadas, mientras que en su corazón son vírgenes" (Oehler).


23 - La importancia de arrodillarse o estar de pie

1. Con respecto a arrodillarse, también la oración está sometida a diversidad de observancias; por el acto de algunos pocos hay quien se abstiene de arrodillarse en el sábado, y ya que esta disensión está siendo particularmente puesta a prueba en las iglesias, que el Señor dé su gracia a los disidentes para que puedan ceder, o sean indulgentes en su opinión sin dar motivo de escándalo a otros.

2. Nosotros, sin embargo (tal como lo hemos recibido), sólo el día de la Resurrección de nuestro Señor deberíamos abstenernos de esta costumbre de arrodillarnos; y no sólo de ésta, sino de cada postura que sea signo de solicitud. Esto incluye aplazar los negocios, no sea que demos oportunidad al diablo (Ef 4:27). Asimismo, también en el período de Pentecostés; período que nosotros distinguimos con la misma solemnidad de gozo y exultación[59].

3. Pero ¿quién vacilaría en postrarse cada día ante Dios, por lo menos en la primera oración con la que entramos la luz de día?

4. Además, durante los períodos de ayuno y sobre los días de la estación, ninguna oración debería hacerse sin arrodillarse y con todo otro signo de un espíritu humilde. Ya que no oramos simplemente, sino que suplicamos y ofrecemos satisfacción a Dios nuestro Señor. Nada se ha prescrito sobre el tiempo dedicado a las oraciones conmovedoras, excepto hacerlo siempre y en cada lugar (Ef 6:18: 1Tes 5:17; 1Ti 2:8).


Notas:

59. Por ejemplo, absteniéndose de arrodillarse, que es una postura de solicitud y humillación, mientras que estar de pie lo es de confianza y alegría.


24 - El lugar de la oración

Ahora bien, ¿cómo "en cada lugar", si se nos prohíbe que oremos en público? (Mt 6:5, 6). Por cada lugar da a entender la oportunidad o hasta la necesidad, que sea conveniente, porque esto es lo que fue hecho por los apóstoles, quienes, en la cárcel, y ante la audiencia de los prisioneros[60], sin considerar que lo hicieran contrariamente al precepto; ni aun lo que hizo Pablo, quien estando en el barco, "dio gracias a Dios en presencia de todos" (Hch 27:35).


Notas:

60. "Mas a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los que estaban presos los oían" (Hch. 16:25).


25 - Tiempo para orar

1. Con respecto al tiempo, aunque extrínseco[61], la observancia de ciertas horas no será sin provecho. Me refiero a aquellas horas que marcan los intervalos del día, a saber, tercia, sexta, y nona; que vemos mencionadas en las Escrituras más solemnes que el resto.

2. La primera infusión del Espíritu Santo en los discípulos congregados ocurrió en la hora tercera: "siendo la hora tercia del día" (Hch 2:15, 1-4).

3. Fue en la hora sexta del día cuando Pedro, que había subido a la parte alta de la casa para orar (Hch 10:9), tuvo la visión de la comunidad universal[62] representada por las criaturas del vaso en forma de lienzo (Hch 10:10 ss.).

4. Asimismo, fue en la hora novena -nona- que Pedro y Juan entraron en el Templo donde fue sanado el paralítico (Hch 3:1 ss.).

5. Aunque estas prácticas están simplemente sin ningún precepto para su observancia, de todos modos se puede conceder que es cosa buena establecer algún precedente que pueda añadir fuerza a la admonición para orar, y hacer, como si fuera una ley, que nos arrancara de nuestros negocios para cumplir tal deber, como leemos que fue observado por Daniel también[63], y oraremos no menos de tres veces al día, deudores como somos de las tres Personas divinas, el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo, además de nuestras oraciones regulares que están previstas, sin necesidad de admonición, al amanecer y al anochecer.

6. Es conveniente para el fiel no tomar alimento ni ir al baño sin antes interponer una oración. El refresco y el alimento del espíritu deben ser puestos antes de las necesidades de la carne, porque las cosas del cielo tienen prioridad sobre las de la tierra.


Notas:

61. Extrínseco a cualquier mandamiento directo de Cristo y de sus apóstoles.

62. Es decir, la Iglesia cristiana extendida en todo el mundo y compuesta por clase de gentes.

63. "Daniel, cuando supo que la escritura estaba firmada, entróse en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que estaban hacia Jerusalén, hincábase de rodillas tres veces al día, y oraba, y confesaba delante de su Dios, como lo solía hacer antes" (Dn. 6:10); Cf. Salmos 55:17: "Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré; Y él oirá mi voz".


26 - Prioridad de la oración en las relaciones fraternales

1. Nunca despidas sin una oración a un hermano que ha entrado en tu casa. "Quien ve a un hermano, dice la Escritura, ve a su Señor."[64] En particular esto debe observarse en el caso de un forastero, no ocurra que sea un ángel[65].

2. Pero, incluso después de que seas recibido por tus hermanos, no deberás participar del alimento terrenal antes del celestial. Porque tu fe será inmediatamente juzgada, según el precepto: "La paz sea a esta casa"[66], a no ser que intercambies el beso de paz con los que están en la casa.


Notas:

64. Cf. Mateo 25:34-40: "Respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos pequeñitos, a mí lo hicisteis"; y Marcos 9:37: "El que recibiere en mi nombre a uno de los tales niños, a mí me recibe; y el que a mí me recibe, no me recibe a mí, mas al que me envió".

65. "No olvidéis la hospitalidad, porque por ésta algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles" (He. 13:2, cf. Gn. 18).

66. "En cualquiera casa donde entrareis, primeramente decid: Paz sea a esta casa" (Lc. 10:5).


27 - Aleluyas y salmos

1. Los que son más diligentes en la oración tienen la costumbre de añadir a sus oraciones un "Aleluya" y salmos de tal carácter que aquellos que están presentes pueden responder al final de los mismos. Sin duda, la práctica es excelente en todos los sentidos para la alabanza y la honra de Dios; apunta unidamente para llevarle una oración enriquecida como una víctima selecta[67].


Notas:

67. Probable referencia a Oseas 14:2: "Tomad con vosotros palabras, y convertíos a Yahvé, y decidle: Quita toda iniquidad, y acepta el bien, y daremos becerros de nuestros labios"; cf. Hebreos 13:15: "Así que, ofrezcamos por medio de él a Dios siempre sacrificio de alabanza, es a saber, fruto de labios que confiesen a su nombre".


28 - La oración es nuestro sacrificio espiritual

1. Por esto la oración es la víctima espiritual que ha abolido los sacrificios prístinos[68]. "¿Para qué a mí, dice el Señor, la multitud de vuestros sacrificios? Harto estoy de holocaustos de carneros, y de sebo de animales gruesos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos" (Is 1:11).

2. ¿Qué, entonces? Lo que Dios requiere, el Evangelio lo enseña. "La hora viene -dice el Señor- y ahora es cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren" (Jn 4:23, 24).

3. Nosotros somos los adoradores verdaderos y los verdaderos sacerdotes[69], que oran en el espíritu[70], cuyo sacrificio es la oración, una víctima apropiada y aceptable a Dios, que sin duda Él ha requerido (o provisto) y buscado para sí mismo.

4. Esta víctima, consagrada con todo el corazón, alimentada con la fe, preparada con la verdad, inocente por entero, pura en castidad, coronada con amor (ágape), esta oración debemos llevar al altar (altare) de Dios con abundancia de buenas obras, entre el canto de salmos e himnos y esto obtendrá de Dios para nosotros todo lo que le pedimos.


Notas:

68. Cf. 1Pedro 2:5: "Vosotros también, como piedras vivas, sed edificados una casa espiritual, y un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios por Jesucristo".

69. "Y nos ha hecho reyes y sacerdotes para Dios, su Padre" (Ap. 1:6; 1P. 2:5).

70. 1Corintios 14:15: " Oraré con el espíritu, mas oraré también con entendimiento; cantaré con el espíritu, mas cantaré también con entendimiento"; Efesios 6:18: "Orando en todo tiempo con toda deprecación y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda instancia y suplicación por todos los santos".


29 - El poder de la oración

1. ¿Cómo va Dios a rechazar[71] la oración que viene a Él en espíritu y verdad, ya que esta es la oración que Él pide? ¡Qué pruebas de su eficacia leemos y oímos y creemos! Con toda seguridad la oración que antiguamente salvaba del fuego, de las bestias y del hambre, a pesar de que aún no había recibido su forma de Cristo. ¡Entonces cuánto más se puede conseguir por la oración cristiana! Ésta no hace aparecer a un ángel con rocío en medio del fuego[72], tampoco tapa la boca de leones, ni aumenta la comida para los hambrientos del campo[73], no ha otorgado gracia para evitar el sentido de dolor; pero confiere resistencia al que sufre, y paciencia a los que sienten y a los que padecen dolor; porque amplía la gracia por la virtud para que la fe pueda saber que viene del Señor y entender que esto sufre por el nombre de Dios.

2. También, en el pasado, la oración podía atraer plagas, poner en fuga los ejércitos del enemigo, retener los efectos beneficiosos de la lluvia (1Re 18; Stg 5:17, 18). Pero ahora, por la oración de justicia se aparta la ira de Dios; está alerta sobre los enemigos, e intercede por los perseguidores. ¿Es esto asombroso si sabe cómo retener la lluvia del cielo?, que fue capaz de encender fuegos[74]. La oración es sólo aquella que vence a Dios[75]; pero Cristo ha querido que no sirviera para ningún mal, Él ha conferido todo el poder para el bien. Y así no sabe nada, sino advertir a las almas del camino de muerte, fortalecer al débil, sanar al enfermo, liberar al poseso, abrir las puertas de la prisión, romper las cadenas del inocente. De la misma manera remite los pecados, rechaza las tentaciones, acaba con la persecución, consuela a los pusilánimes, anima al valeroso, trae de vuelta a casa a los viajantes, calma las olas, confunde a los ladrones, alimenta al pobre, gobierna al rico, levanta al caído, apoya a los caminantes, confirma a los decididos.

3. La oración es la muralla de la fe, su escudo y armadura contra el enemigo que nos vigila desde todos los ángulos. De ahí que no debamos estar nunca desarmados. Prestemos atención a nuestro deber de centinelas de día y de noche. Bajo las armas de la oración mantengamos el modelo de nuestro general y oremos como los que esperan el toque de trompeta del ángel[76].

4. Los ángeles también oran; cada criatura ora; las bestias, domésticas y salvajes, oran doblando sus rodillas, y cuando salen de sus establos y cuevas miran al cielo con respeto. Hasta los pájaros, al levantarse por la mañana, se remontan hacia el cielo y, en lugar de las manos, estiran la cruz de sus alas y entonan algo parecido a una oración. ¿Qué necesidad hay, entonces, de hablar más sobre la necesidad de orar? Hasta nuestro mismo Señor oró, a quien sea el honor y el poder por todos los siglos.


Notas:

71. Otros traducen: "¿Qué negará Dios…?"

72. "El ángel del Señor bajó al horno junto a Azarías y sus compañeros, empujó fuera del horno la llama de fuego, y les sopló en medio del horno, como un frescor de brisa y de rocío, de suerte que el fuego no los toco siquiera ni les causó dolor ni molestia" ("Cántico de Azarías en el horno", Dn. 3:49-50. BJ).

73. "Vino entonces un hombre de Baal-salisa, el cual trajo al varón de Dios panes de primicias, veinte panes de cebada, y trigo nuevo en su espiga. Y él dijo: Da a la gente para que coman. Y respondió su sirviente: ¿Cómo he de poner esto delante de cien hombres? Mas él tornó a decir: Da a la gente para que coman, porque así ha dicho Yahvé: Comerán, y sobrará. Entonces él lo puso delante de ellos, y comieron, y sobróles, conforme a la palabra de Yahvé" (2º R. 4:42-44).

74. "Elías respondió, y dijo al capitán de cincuenta: Si yo soy varón de Dios, descienda fuego del cielo, y consúmate con tus cincuenta. Y descendió fuego del cielo, que lo consumió a él y a sus cincuenta" (2º R. 1:10).

75. Referencia a Jacob y su lucha con el ángel, por la que se dijo: "No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has peleado con Dios y con los hombres, y has vencido" (Gn. 32:28); y a Mateo 11:12: "Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, al reino de los cielos se hace fuerza, y los valientes lo arrebatan".

76. Cf. 1Corintios 15:52: "En un momento, en un abrir de ojo, a la final trompeta; porque será tocada la trompeta, y los muertos serán levantados sin corrupción, y nosotros seremos transformados"; 1Tesalonicenses 4:16.

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