OMA, martes, 6 febrero, 2006 (ZENIT.org).- ¿Cuál es el papel de las escuelas católicas en las sociedades multirreligiosas del mundo globalizado? ¿Cómo pueden realizar su labor cuando sus alumnos pertenecen a varias religiones o a ninguna?
Esta pregunta surge espontáneamente al descubrir el Instituto Saint Dominique de Roma, una escuela en la que estudian más de 400 alumnos de 50 países, desde el jardín de infancia hasta el último año antes de universidad.
Dirigido por religiosas dominicas y reconocido por el Estado francés, el Instituto participó el pasado miércoles en la audiencia general del Papa Benedicto XVI en el Vaticano. Zenit ha entrevistado a la directora del centro, sor Marie-Laetitia.
--¿Cuáles son las líneas del proyecto educativo del Instituto Saint Dominique?
--Sor Marie-Laetitia: Insistimos, como muchas otras escuelas católicas, en la educación de toda la persona y no sólo en la cuestión académica. Queremos dar a cada niño los valores fundamentales que le permitirán afrontar la vida. Por ello, es necesario partir con cada niño desde donde se encuentra para hacerlo crecer desde su propia vida, sin tratar de meterle en un molde. Lo que es específico de nuestro modo de ver la enseñanza es la idea de que cada persona es única, cada niño tiene su propio modo de ser abordado, cada uno tiene su ambiente, su familia, su pasado. A partir de lo que es, queremos ayudarle a dar lo mejor de sí mismo para hacerle llegar a lo más alto, no sólo en la enseñanza sino en todos los valores humanos y cristianos.
--¿Es algo realista con un número tan grande de niños?
--Sor Marie-Laetitia: Una madre de familia que tiene un niño no ama más a su hijo que una que tiene nueve. Una madre ama a todos sus hijos con la misma plenitud. Lo importante no es el número de niños que tenemos, sino nuestra mirada de amor por cada uno de ellos. Todo ello en un espíritu dominico, es decir, un clima de libertad, responsabilidad y alegría. Libertad no quiere decir que se hace lo que se quiere sino que el reglamento es aceptado libremente.
--Ustedes especifican claramente la identidad católica del centro. ¿Es un problema la presencia en él de numerosos niños de otras religiones?
--Sor Marie-Laetitia: En lugar de ser un problema es una oportunidad, y antes que un problema religioso es un problema humano. Un colegio como el nuestro, como todos los centros de ambientes internacionales, enseña a vivir juntos. El otro es siempre diferente, incluso cuando es de la misma nacionalidad. El otro es siempre considerado como digno de respeto en toda su diferencia. Esto se aprende, porque no es fácil. No es fácil aceptar todo lo que no se comprende en la manera de reaccionar del otro. Pero yo diría que es una oportunidad, pues permite una apertura interior maravillosa, una educación en la escucha y respeto del otro. No es fácil para los educadores. Les vemos todos los días. La convivencia no es fácil y cuando se es más diferente, es más difícil. Dicho esto, es maravilloso, pues se ve que los niños viven verdaderamente unidos. Es muy raro que se den casos de auténtico racismo. Puede haber discusiones pero no un verdadero rechazo del color del otro.
Esto no creo que sea una fuente de problemas para la enseñanza de la religión, aunque ciertamente es motivo de interrogantes. Los alumnos se preguntan, sobre todo en una sociedad donde está muy extendido el relativismo religioso, por qué los católicos, o los cristianos tendrían razón y no los musulmanes. Es difícil hacerles comprender que no se trata de tener razón sino de que Jesucristo nos ha revelado al Dios trinitario. Queremos respetar a los musulmanes en su religión. No hacemos proselitismo. Si un musulmán pide participar en las clases de catequesis, nos aseguramos siempre de que los padres estén de acuerdo. Su libertad se respeta. En cambio, si un niño no tiene religión, especificamos bien, en el momento de la inscripción, que la enseñanza de la religión forma parte del programa educativo del centro. Esto se dice claramente para que las personas no se sientan obligadas. Los niños deben aceptar este aspecto del programa educativo, por una cultura religiosa y una apertura interior. A un cristiano no católico se le pide igualmente que siga los cursos de catequesis. Trabajamos luego bastante sobre las diferencias. Pienso que es una manera de favorecer el ecumenismo.
--Los musulmanes fueron invitados a participar en la audiencia con el Papa. ¿Cómo respondieron?
--Sor Marie-Laetitia: Muy pocos rehusaron. Lo vimos desde una doble perspectiva. Una eclesial, por supuesto, pero también como «fiesta de familia». No queremos que los musulmanes se sientan heridos en su pertenencia, porque les gusta el colegio. No queremos que se sientan excluidos. Su libertad fue respetada. Algunos optaron por quedarse en casa pero muchos decidieron venir con nosotros.
--En los últimos años, algunos niños han pedido recibir el bautismo. El colegio les ha preparado y han recibido el sacramento. ¿Cómo ha tenido lugar su conversión en el colegio?
--Sor Marie-Laetitia: Varios niños se interrogaron acerca del bautismo asistiendo a las clases de catequesis. Una alumna de 14 años, que ha comenzado el camino hacia el bautismo este año, oyó hablar de Jesús en su país. Hay algunos mayores (a partir de catorce años) que se hacen la pregunta. En el caso de los más pequeños, si el niño desea el bautismo pero los padres no están de acuerdo, tenemos que pedir al niño que espere, conservando este deseo en su interior. Pero entablamos diálogo con los padres y a menudo, si el niño verdaderamente lo quiere, acaba por convencer a sus padres. Es verdad que algunos padres han rehusado. Pero recuerdo también haber visto a padres no creyentes asistir al bautismo de su hijo, emocionados hasta las lágrimas.
--¿Cuáles son hoy en su opinión los puntos más importantes de la educación de sus hijos en los que deben insistir educadores y padres?
--Sor Marie-Laetitia: Lo primero es el respeto. Nos damos cuenta de que en lo que más se debe insistir es en el respeto. Y el respeto es amplio. No es sólo aceptar al otro en su diferencia. Es también el respeto al ambiente, a los materiales escolares.... Y creo que lo que tenemos que pedir a los padres, pues es un problema de sociedad y de ritmo de vida, es estar cerca de sus hijos. Tenemos cada vez más padres ausentes. El niño trata entonces de llenar de una u otra manera su ausencia. Insisto también mucho a los profesores en la calidad de su presencia y creo que sucede lo mismo con los padres. Digo siempre a los profesores: «A golpe de advertencias no lograréis tener autoridad, sino a través de la calidad de vuestra presencia. Lo que cuenta es el empeño personal que pongáis en la relación». Con los padres sucede lo mismo, hay un modo de estar con los niños que es en realidad una ausencia. Si la televisión se interpone entre los niños y sus padres, no se dará la misma calidad de relación. Es necesario saber crear momentos para estar juntos, aprender a hablar.
--¿Puede explicarnos rápidamente qué es la Congregación Romana de Santo Domingo a la que pertenecen ustedes, las religiosas que dirigen el colegio?
--Sor Marie-Laetitia: Somos el resultado de la fusión de cinco congregaciones de enseñanza. La fusión se realizó a finales de los años cincuenta. Pero, a partir del 68, experimentó una gran diversificación. La mayor parte de nuestros colegios en el mundo están ahora dirigidos por laicos con un enfoque dominico en general. En Francia, se llama «tutela» dominica. Tenemos todavía dos colegios dirigidos por religiosas en Japón y éste de Roma. Vemos que aunque las religiosas hayan diversificado su apostolado, permanecen en gran parte en el servicio de enseñanza. En Francia, muchas religiosas jubiladas se dedican a la alfabetización, a menudo en barrios desfavorecidos. La congregación anima mucho a las religiosas a estudiar. La vocación dominica es anunciar la Palabra. Esto se puede hacer de muchas formas e incluye los medios de comunicación. Tenemos muchas religiosas que han trabajado y trabajan en la radio.
En Roma somos veinte y estamos presentes en Francia, Canadá, Estados Unidos, Brasil, Chile, España, Suecia, Italia, Japón y Benin.