UEVA YORK, 11 febrero 2006 (ZENIT.org).- Los últimos estudios están confirmando la antigua preocupación sobre la influencia corrupta de la pornografía. En los últimos años, muchos observadores seculares han rechazado las restricciones sobre el contenido sexual de los medios. Pero la inundación de pornografía a través de internet está llevando a un cambio de postura.
El 31 de enero, el New York Times informaba de la creciente preocupación sobre los efectos en los niños. El artículo informaba de los descubrimientos publicados en julio por la revista Pediatrics, en un estudio titulado «Impacto de los Medios en las Actitudes y Comportamientos Sexuales Adolescentes».
El periódico admitía que se sabe poco sobre los efectos de los medios en el comportamiento sexual adolescente, sobre todo por la falta de investigación sobre el tema. No hay dudas, sin embargo, de que los jóvenes están inmersos, con frecuencia sin supervisión paterna, en una cultura mediática en la que abunda cada vez más el contenido sexual gráfico.
Puede que no sea una coincidencia, por tanto, que cada año en Estados Unidos cerca de 900.000 adolescentes se queden embarazadas y la tasa de enfermedades de transmisión sexual sea más alta entre los adolescentes que entre los adultos.
Los riesgos no terminan aquí. «Los datos sugieren que los adolescentes sexualmente activos tienen un riego más alto de depresión y suicidio», indica el reportaje de Pediatrics. «Experiencias sexuales tempranas entre los adolescentes también se asocian con otros comportamientos dañinos para la salud, como el alcohol, la marihuana y otro consumo de drogas».
En cuanto a Internet, el reportaje observaba que una encuesta nacional a chicos y chicas de entre 10 y 17 años encontró que uno de cada cinco había «encontrado de forma inadvertida contenido sexual explícito, y uno de cada cinco se había expuesto a solicitaciones sexuales mientras estaba conectado».
Preocupación en Canadá
El reportaje de Pediatrics ha confirmado las preocupaciones surgidas en un estudio publicado en noviembre de 2004 por el Instituto Canadiense para la Educación en la Familia. El autor, Peter Stock, en un documento titulado «Los Efectos Dañino sobre los Niños de la Exposición a la Pornografía», citaba evidencias publicadas por un hospital de la ciudad australiana de Canberra.
La unidad de niños en riesgo del hospital documentó un drástico aumento en el número de niños implicados en «comportamiento sexual abusivo». A mediados de los noventa, la unidad trataba dos o tres casos al año. En el 2000, este número subió a 28, y a finales de 2003 la unidad trató más de 70 casos. La responsable de la unidad, Annabel Wyndham, comentaba, «creemos que es una cosa nueva del mundo moderno, debida al acceso a la red y – para ser veraces- combinado con unos padres bastante terribles».
Stock también observó que en marzo de 2004 la policía destapó algunos casos de violación perpetrados por niños sobre otros niños en Hamilton, Ontario. Todas las víctimas eran menores de 12 años y el autor más mayor tenía 13. En todos los casos, los agresores indicaron que imitaban el comportamiento que habían visto retratado en los canales pornográficos de televisión por cable y en internet.
El informe también citaba algunos de los diversos estudios y comentarios de expertos en los que se muestra que la exposición a la pornografía, especialmente de naturaleza extrema o violenta, tiende a reforzar el comportamiento agresivo y lleva a los espectadores a imitar lo que ven.
La investigación demuestra que «hay una correlación de modesta a fuerte entre la exposición a la pornografía y la actividad desviada de los individuos», observaba Stock.
También hay preocupación por el hecho de que la pornografía distorsione el desarrollo sexual de niños y adolescentes. La pornografía no sólo no da una adecuada visión de la sexualidad humana, sino que también deshumaniza a las mujeres.
El informe también observaba que, bajo las leyes canadienses, la producción, distribución y posesión de la mayoría de la pornografía no es ya un delito criminal. La mayoría de las leyes que trataban la «obscenidad» fueron invalidadas como inconstitucionales por el Tribunal Supremo de Canadá en 1992.
Desde entonces los tribunales canadienses han seguido eliminando restricciones, con la sentencia más reciente antes de Navidad. En lo que el periódico Globe and Mail llamó el 22 de diciembre una «sentencia histórica», el Tribunal Supremo de Canadá afirmó que dos clubs de alterne de Montreal no habían violado las leyes de obscenidad puesto que el sexo en grupo que se practicaba allí no causaba daño a los participantes ni a la sociedad en su conjunto.
La decisión, según el periódico, «legaliza en esencia los clubs de sexo en grupo mientras los participantes sean adultos con consentimiento». Un editorial del periódico criticaba duramente la sentencia: «La comercialización del sexo en lugares públicos puede ofender los estándares de la comunidad, y los tribunales no deberían tener miedo de decirlo».
Clubs de alterne
Janet Epp Buckingham, directora de derecho y política pública en la Evangelical Fellowship de Canadá, con sede Ottawa, comentaba la sentencia en un artículo publicado el 27 de diciembre en el Globe and Mail. Observaba que en su sentencia del 21 de diciembre el tribunal afirmaba que los clubs no incurrían en conductas criminales debido a que no dañan «el funcionamiento apropiado de la sociedad canadiense». En realidad coloca la línea de lo «dañino» a un nivel increíblemente alto.
Pero liberalizar la actividad sexual, sostenía Buckingham, dañará de hecho y herirá las relaciones familiares, rompiendo matrimonios y causando problemas psicológicos que surgirán de la infidelidad.
Estas preocupaciones se presentaron en una misiva del representante de la Heritage Foundation de Washington al senado de Estados Unidos. El 9 de noviembre, Jill Manning, testificó ante Comité sobre la Constitución, los Derechos Civiles y los Derechos de Propiedad.
«La investigación revela muchos efectos sistemáticos de la pornografía en internet que están minado una cultura del matrimonio y la familia ya de por sí débil», indicaba Manning. «Además, la investigación de los numerosos efectos negativos apunta que resulta extremadamente difícil, si no imposible, que los ciudadanos individuales y sus familias los combatan por sí mismos».
Los estudios publicados en las revistas de investigación indican que el consumo de pornografía se asocia con seis tendencias, entre otras:
- aumento de las tensiones maritales, y riesgo de separación y divorcio;
- descenso de la intimidad marital y de la satisfacción sexual;
- infidelidad;
- apetito en aumento de formas más gráficas de pornografía y actividad sexual asociada con prácticas abusivas, ilegales e inseguras;
- devaluación de la monogamia, el matrimonio y la crianza de los hijos;
- un creciente número de personas debatiéndose con un comportamiento sexual compulsivo y adictivo.
Aunque la pornografía de internet se consume normalmente por un miembro de la casa de forma solitaria, sostenía Manning, el impacto del material sexualmente explícito se siente en toda la familia, y en la comunidad en general.
Los datos recogidos en el encuentro de noviembre del 2002 de la Academia Americana de Abogados Matrimoniales en Chicago consideraban el impacto del uso de internet sobre los matrimonios. En este encuentro, el 62% de los 350 asistentes dijeron que Internet ha sido un factor significativo en los divorcios que pasaron por sus manos el año anterior.
También observaron que en el 68% de los casos de divorcios, a una de las partes había encontrado un nuevo interés amoroso en internet. Y en el 56% de los casos de divorcios, una de las partes tenía un interés obsesivo en las páginas webs pornográficas.
La nueva tecnología da más posibilidades a la industria porno. El Washington Post informaba el 15 de noviembre que a Apple Computer le llevó 20 días alcanzar un millón de descargas de archivos de vídeo en su almacén online. En comparación, una página web que ofrece vídeos de modelos desnudas alcanzó ese millón en una semana.
Según el Post, ya es un negocio multimillonario la venta de entretenimiento de adultos para descargar a los móviles. Apenas en sus comienzos, el mercado de Estados Unidos podría crecer cerca de 200 millones de dólares al año antes del 2009, según la empresa de investigación de Boston Yankee Group.
El Catecismo de la Iglesia Católica advierte contra la pornografía. El No. 2.354 observaba que no sólo ofende la castidad, sino que también atenta contra la dignidad de las personas al convertirlas en objeto de placer. Además, «introduce a unos y a otros en la ilusión de un mundo ficticio». Ficticio o no, su impacto causa cada vez más daños.