IUDAD DEL VATICANO, jueves, 16 febrero 2006 (ZENIT.org).- La crisis provocada por la publicación de viñetas sobre Mahoma en periódicos occidentales ha sido uno de los argumentos de conversación entre Benedicto XVI y el presidente del Consejo de Ministros del Líbano, Fouad Siniora, que tuvo lugar este jueves.
Así lo confirmó el mismo representante libanés, suní de religión musulmana, a un grupo de periodistas al final de la audiencia de unos veinte minutos celebrada en el Vaticano.
Tras los incidentes que han tenido lugar en el Líbano contra estas caricaturas, Siniora explicó que existen diferentes categorías de personas que protestan: los manifestantes «pacíficos», que tienen el derecho de protestar y los «violentos».
Entre estos últimos, desde su punto de vista, hay dos categorías: los que «no saben lo que hacen», porque son «ignorantes», y los agitadores, instigados por Hizbulá (el Partido de Dios) o por Siria. Estos últimos, dijo, como sucede en todo Estado de derecho, están siendo detenidos en el Líbano.
El de 5 de febrero tuvo lugar en Beirut una protesta violenta que provocó el incendio del consulado de Dinamarca, así como enfrentamientos entre la policía y los manifestantes, en los que unas treinta personas resultaron heridas.
Tras encontrarse con el Papa, el primer ministro libanés se entrevistó con el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado.
Según ha explicado un comunicado emitido por la Sala de Prensa de la Santa Sede, «la visita del jefe del gobierno libanés y de la delegación oficial que lo acompañaba confirma la gran devoción del pueblo libanés tanto hacia el romano pontífice, siempre muy cercano a esa noble nación, como a la Santa Sede en general».
En el los coloquios, añade la nota, «se ha dado un intercambio de opiniones sobre la situación en Líbano y Oriente Medio en general y se ha subrayado el compromiso común de trabajar para educar a las poblaciones a la reconciliación y a la paz, en el respeto de los derechos humanos y en particular de la libertad religiosa».
Por último, indica el Vaticano, «se ha reservado una atención especial a la situación de los cristianos y a la aportación que quieren dar al progreso del país, siguiendo las orientaciones, trazadas durante el Jubileo del Año 2000, en la Exhortación Apostólica de Juan Pablo II, de venerada memoria: "Una esperanza nueva para el Líbano"».