IUDAD DEL VATICANO, lunes, 6 marzo 2006 (ZENIT.org).- Los ejercicios espirituales, que comenzaron en la tarde de este domingo Benedicto XVI y sus colaboradores de la Curia romana, deben ser un momento de encuentro con Dios, explica su predicador, el cardenal Marco Cé.
El patriarca emérito de Venecia propuso al Papa, a los cardenales, obispos, sacerdotes y religiosos presentes en la Capilla «Redemptoris Mater» del Vaticano emprender una «peregrinación interior hacia quien es la fuente de la misericordia», Jesús.
Al mismo tiempo, aclaró según la crónica que ha ofrecido de la meditación de este lunes por la mañana «Radio Vaticano», Cristo «nos acompaña a través del desierto de nuestra pobreza, apoyándonos en el camino hacia la alegría intensa de la Pascua», la pasión, muerte, y resurrección de Cristo, «el corazón de nuestra fe».-
Ahora bien, el cardenal explicó que este encuentro tiene lugar porque antes Cristo ha salido en búsqueda de cada persona.
«Si la gracia del Crucificado resucitado no nos llamara y si no saliera a buscarnos, no saldríamos nunca de nuestra pereza y de nuestro pecado. ¿Quién me liberará de este cuerpo de muerte?», se preguntó el purpurado, y respondió: «La gracia de Dios mediante Jesucristo».
Si los ejercicios espirituales se convierten en un encuentro con Cristo, añadió, serán también «un acto de amor por la Iglesia y por tantos hermanos que caminan por sendas lejanas» a quienes «Jesús quiere salvar».
«El Evangelio nos pide que nos involucremos, que nos sintamos interpelados, que no seamos sólo espectadores encerrados en la fortaleza de nuestra racionalidad, sino que reaccionemos como los que encuentran a Jesús y se dejan envolver por su luz. Este es sentido del vivo deseo de Jesús cuando decía: "Creedme"», señaló el predicador.
Tomar el Evangelio en serio, añadió, «es siempre un encuentro» en el que se encuentra la fuerza para convertirse, «para volver a orientar la vida hacia Dios, abriéndole de par en par el corazón en la fe».
En la segunda meditación de la mañana del lunes, el patriarca dejó este consejo al Papa y a sus colaboradores: «Tenemos que tener una sola ambición, que la gente vea en nosotros, a pesar de nuestros límites, personas que verdaderamente aman al Señor, que están enamoradas de Él, que no hay un abismo entre lo que dicen y lo que realmente son».
La Cuaresma, concluyó el cardenal Cé, es «el tiempo de gracia para decidirse por el Señor». Es bello «pensar que Dios viene a buscarnos», dejemos «que nos encuentre en la Cuaresma».
Los ejercicios espirituales, que tienen por tema «Caminando con Jesús hacia la Pascua, guiados por el evangelista Marcos», concluirán el próximo sábado. En estos días Benedicto XVI no mantiene audiencias públicas para dedicarse particularmente a la oración.