OSCU, jueves, 4 noviembre 2004 (ZENIT.org).- El Concilio de los obispos de la Iglesia ortodoxa rusa, celebrado en Moscú el pasado 8 de octubre, suscitó temas como la introducción de la religión como materia de estudio en la enseñanza y las relaciones con el catolicismo.
Los resultados de este Concilio y las relaciones entre la Iglesia católica y la ortodoxa rusa, han sido analizados por representante de la Santa Sede ante la Federación Rusa, el arzobispo Antonio Mennini, en una entrevista concedida al periódico «NG Religii» (20 octubre 2004).
El nuncio apostólico revela que «muchos observadores han notado una mayor cordialidad respecto a la Iglesia católica en los textos de las ponencias principales del Concilio».
«En mi opinión --reconoce--, no hay duda de que la jerarquía de la Iglesia rusa, tanto el Santísimo Patriarca como los miembros del Santo Sínodo, han mostrado una tristeza similar a la de Su Santidad el Papa y los fieles de la Iglesia católica por el empeoramiento en las relaciones entre nuestras Iglesias que lamentablemente se ha producido en el último decenio».
«Tanto en el Concilio como anteriormente, se ha aludido varias veces a la necesidad de proseguir el esfuerzo por mejorar las relaciones entre las dos Iglesias, desarrollar el diálogo y ampliar la colaboración. El Concilio ha ratificado con su autoridad las tendencias hacia la comprensión recíproca surgidas últimamente y espero que esto sea fructífero», añade el representante vaticano.
Al preguntársele si la lucha al terrorismo podría acercar a las dos Iglesias, monseñor Mennini responde que «es ciertamente conocida la posición de la Iglesia católica sobre el rechazo de toda forma de violencia y discriminación y especialmente de carácter terrorista».
«En todos los casos de crímenes cometidos, sin excepción, el Santo Padre ha mantenido una postura muy cercana a la manifestada en este sentido por el Concilio. Me parece que es una ulterior posibilidad de trabajo de cara a una colaboración cuya eficacia será evidentemente proporcional al incremento de la confianza recíproca», explica.
Tras la restitución del Papa al patriarcado ruso del icono de la Madre de Dios de Kazan, el «nuncio» en Moscú afirma: «En este caso, no se trata sólo de una obra de justicia, según la interpretación de algunos observadores, sino de sincero y profundo afecto».
«Afecto de muchísimos católicos que, en los años sesenta, habían recolectado, con gran sacrificio, una suma enorme para rescatar este icono con el fin de que no cayera en manos de algún coleccionista sino que pudiera volver a su país, cuando fuera la voluntad de Dios, desde el que había exiliado en los años oscuros, junto a millones de rusos, obligados a vivir durante años en tierra extranjera», subraya monseñor Mennini.
«Es también un signo del afecto del Papa que ama mucho este icono, lo ha custodiado durante muchos años en su capilla privada y rezaba cada día ante él. Es de notar que Su Santidad mostró muchísimo interés en que el icono fuera restituido durante su pontificado», indica.
Monseñor Mennini recuerda que para promover las relaciones entre católicos y ortodoxos rusos se ha creado una comisión mixta de trabajo, en la que participan representantes de las Iglesias locales --ortodoxa y católica-- y un observador de la Sede Apostólica, como «un resultado sensible del trabajo común para mejorar las relaciones entre las dos Iglesias».
Sin embargo, monseñor Mennini precisa que «la comisión ha empezado a actuar muy recientemente» y que «por ahora es prematuro evaluar los resultados», aunque «el camino recorrido en esta dirección nos consiente mirar al futuro con esperanza».
«Hay que hacer un paciente trabajo de clarificación recíproca para superar las diferencias de mentalidad que, a menudo, nos llevan a equívocos e incomprensiones», añade el representante vaticano.
«A las dificultades objetivas existentes --advierte el nuncio apostólico--, se suman, lamentablemente, las interpretaciones de los medios de comunicación que no siempre demuestran suficiente profesionalidad al tratar temas de relaciones interconfesionales y, de esta manera, no contribuyen a la creación de un clima de confianza y simpatía recíproca».