OMA, martes, 4 abril 2006 (ZENIT.org).- Benedicto XVI procede de la tierra de Martín Lutero, el hombre que contribuyó a desencadenar la Reforma Protestante.
Hoy, casi quinientos años después, aquellos cuyas raíces eclesiales se remontan a las tierras alemanas, se esfuerzan en cerrar la brecha y sanar las heridas abiertas en la Cristiandad durante siglos.
La semana pasada, delegados de la Iglesia Evangélica Luterana de Estados Unidos (ECLA) visitaron la Ciudad Eterna en una gira «ecuménica» por Europa. En Roma, regalaron a Benedicto XVI un icono de san Agustín, sin duda uno de sus autores preferidos.
El reverendo Lowell Almen, secretario de la ECLA, en declaraciones a Zenit explica que el grupo encontró inspiradora la visita a Roma, especialmente la parada en la Basílica de San Pedro. Pudieron constatar las innumerables oraciones que se han elevado desde este lugar, casi sin cesar, desde antes del siglo IV.
«Es una lección de la continuidad de la Iglesia, la fidelidad del pueblo y la transmisión del Evangelio a través de las generaciones», declaró a Zenit el pastor.
Los miembros de su grupo, reconoció, estaban aquí porque «el ecumenismo es obviamente asunto de eclesialidad y esfuerzo».
«Implica estudio teológico y empeño --indicó--. Pero otra dimensión del ecumenismo es personal: desarrollar la comprensión y la confianza mutua».
Para construir esta comprensión, la delegación se entrevistó con el cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.
«Esta amable relación y contacto dura desde hace años --dijo por su parte a Zenit el obispo luterano Roy Riley de Nueva Jersey--. Más recientemente, tuvimos el privilegio de tener al cardenal Kasper en Chicago, para participar en la celebración del quinto aniversario de la declaración conjunta de católicos y luteranos sobre la doctrina de la justificación».
Mientras el cardenal Kasper hablaba con el grupo sobre avances ecuménicos, la ECLA aprovechó la ocasión para proponer una aceleración en las relaciones entre las dos denominaciones en Estados Unidos.
El reverendo Almen constató con Zenit que «el diálogo entre las Iglesias Católica y Luterana de EE. UU. va adelante desde hace 40 años y ha cosechado algunos frutos muy significativos».
Este año, las dos partes completaron la décima ronda de conversaciones sobre el tema de la Iglesia de salvación, sus estructuras y ministros.
Las relaciones católico-luteranas han avanzado también a nivel básico. «En Camden, Nueva Jersey --explicó el obispo Riley--, la segunda ciudad más pobre del estado, la diócesis católica y la luterana trabajan mucho juntas para proporcionar asesoramiento y tutela legal a la gente que vive en la pobreza. La relación entre los servicios sociales luteranos y las organizaciones humanitarias católicas puede ser decisiva».
Sin embargo, el itinerario ecuménico no es fácil. Algunas cuestiones siguen dividiendo a las dos partes, desde temas teológicos a ministeriales.
Pero la ECLA siente que es su obligación «hacer todo lo que pueda para afrontar estas cuestiones y procurar una mayor comprensión mutua por el bien del Evangelio y en fidelidad a Cristo», consideró el reverendo Almen.
«Reconocemos que como luteranos, sólo tenemos medio milenio de historia. Pero, aquí en Roma, en Estambul, Londres y Ginebra, podemos sentir los miles de años que han transcurrido en la historia de la Iglesia una, santa, católica/universal y apostólica. Esto representa una oportunidad para profundizar nuestra conciencia y transmitirla a la generaciones futuras».