orum Libertas, 12/05706 - Kazuo Ishiguro es el autor japonés en lengua inglesa más importante de la actualidad. Nació en Nagasaki en 1954 y se trasladó (mejor lo trasladaron) al Reino Unido en 1960, donde estudió en las universidades de Kent y East Anglia. Suyo es el superventas Lo que queda del día, del cual tenemos la película homónima dirigida por James Ivory en 1993, con Anthony Hopkins y Emma Thompson en los roles principales.
Ishiguro es un especialista en aunar las ventas elevadas con una alta calidad literaria, cosa más bien difícil viendo a Dan Brown y sus pastelazos. Lo ha demostrado más de una vez, y esta obra no es una excepción. La acción se desarrolla en el Reino Unido, y el tiempo principal es el de la protagonista en sus treinta y un años, cumplidos en algún momento de los años noventa. A partir de aquí se construye toda la novela tomando como base sus recuerdos de infancia y juventud, falsamente bellos y substancialmente espeluznantes.
La protagonista y narradora es Kathy. Sus amigos de infancia, Ruth y Tommy, están presentes a lo largo de todo el texto. El lugar principal de la acción es el internado Hailsham, lugar donde se educan de forma elitista sin ver nunca a sus padres, puesto que no tienen.
Del mismo modo, tampoco ellos podrán ser nunca padres (que no se enfade el lector de este artículo, dado que lo que estoy revelando consta en la excesiva contraportada del libro), ya que son estériles. Ishiguro nos sumerge poco a poco en el horror de una escuela que es algo más que eso, demasiado más. La tensión se mantiene firme a lo largo de las páginas a través de una introspección densa que proporciona un aire sombrío imprescindible para tal texto.
Cabe decir que la novela no aporta nada nuevo, absolutamente nada, pero está magníficamente bien escrita. Está en la línea apocalíptico-utópica de Un mundo feliz de Aldous Huxley, aunque enfocada más bien en el sentido de la reciente película La Isla (no estoy diciendo que Ishiguro y tal película tengan relación alguna, aunque nunca se sabe).
La traducción es buena en general, aunque tenga defectos posiblemente debidos a las prisas con que las editoriales suelen editar. Un ejemplo es traducir “to have sex” por “tener sexo”, en lugar de ‘practicar el sexo’ u otro circunloquio. De todos modos, más allá de ese detalle, la obra y el autor valen muchísimo la pena. Nunca permiten que los abandones.