ÉXICO, lunes, 4 septiembre 2006 (ZENIT.org-El Observador).- Con una semana dedicada a colectar fondos de ayuda a los emigrantes mexicanos que van a los Estados Unidos, la Iglesia católica intentará sensibilizar a la sociedad mexicana sobre este grave problema humano.
Fuentes gubernamentales calculan que cada año abandonan al país cerca de medio millón de hombres, mujeres y niños, en busca de oportunidades de trabajo en los Estados Unidos. Cerca de 500 mueren cada año en el intento por cruzar la frontera y adentrarse ilegalmente en territorio estadounidense.
Mediante una celebración eucarística en el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe --coincidente con el Día Nacional del Migrante-- los prelados mexicanos iniciaron este domingo la campaña de recogida de fondos. En la Misa estuvieron presentes cónsules y embajadores de México.
El objetivo de las jornadas a favor de los emigrantes es conseguir dinero para poder ofrecer empleos en México, al tiempo que generar una estructura dentro de la Iglesia, sobre todo en las diócesis fronterizas, para dotar a los emigrantes de asesoría legal y de derechos humanos.
En su oportunidad, el obispo de Ciudad Juárez y presidente de la Comisión Episcopal de la Movilidad Humana, monseñor Renato Ascencio León, exhortó a gobernantes y sociedad en general a encontrar salidas al fenómeno y tragedia que viven los emigrantes.
Monseñor Ascencio León definió la problemática de la migración como «una plaga típica y reveladora de los desequilibrios y conflictos del mundo contemporáneo».
«El fenómeno tiene sus raíces en el nacionalismo exacerbado y, en muchos países, en el odio o la marginación sistemática o violenta de las poblaciones minoritarias, o de los creyentes de religiones no mayoritarias, en los conflictos civiles, políticos, éticos y también religiosos que ensangrientan todos los continentes», dijo el obispo de Ciudad Juárez, enclave fronterizo en el que se vive con mayor violencia este problema.
De ellos, subrayó el purpurado mexicano «se alimentan oleadas crecientes de refugiados y prófugos que a menudo se mezclan con flujos migratorios repercutiendo en sociedades donde se entrecruzan etnias, lenguas y culturas distintas con el peligro de enfrentamientos y choques».
Por su parte, el cardenal Norberto Rivera Carrera, arzobispo primado de México, durante su homilía en la Catedral Metropolitana, pidió no cerrar los ojos «ante las situaciones difíciles que deben afrontar y en ocasiones les cuestan la vida a los migrantes, sobre todo cuando se encuentran con "polleros" (traficantes de indocumentados) que aprovechándose de sus necesidades, ofrecen medios seguros de transporte y no son más que trampas mortales».