HICAGO, sábado, 9 septiembre 2006 (ZENIT.org).- Los últimos estudios confirman una antigua preocupación sobre la influencia de los medios en los niños y adolescentes. El 2 de agosto la revista Pediatrics, publicada por la Academia Americana de Pediatría con sede en Illinois, contenía dos artículos sobre el tema.
Uno de ellos, titulado «Exposición a la Degradación Versus Lírica Musical no Degradante y Comportamiento Sexual entre la Juventud», se basaba en entrevistas telefónicas con 1.461 adolescentes entre 12 y 17 años. El grupo fue entrevistado tres veces: en el 2001, 2002 y 2004. La juventud media, según el artículo, escucha música de 1,5 a 2,5 horas al día, sin contar vídeos musicales. Los temas sexuales son comunes en la mayoría de esta música que va desde la romántica y agradable hasta la degradante y hostil.
Los autores comenzaban observando que hay un fuerte justificación teorética para la noción de que escuchar lírica sexual puede influir en el comportamiento de los adolescentes. Su estudio confirmaba la teoría, encontrando que «los adolescentes que pasan más tiempo escuchando música tardaban menos en tener relaciones».
El artículo precisaba que la correlación entre los dos factores no es una prueba definitiva de una relación causal. No obstante, los resultados mostraban que cuanto más escuchaban los adolescentes contenido sexual musical degradante, más probable era que como consecuencia empezaran a tener relaciones. En contraste, la exposición a música no degradante no lleva a cambios en el comportamiento sexual.
«Reducir la cantidad de contenido sexual degradante en la música de moda o reducir la exposición de los jóvenes a la música con este tipo de contenido podría ayudar a retrasar el inicio del comportamiento sexual», concluía el artículo.
Un segundo estudio, «La Relación entre el ver Lucha Profesional en la Televisión y su Implicación en las Peleas entre los Estudiantes de Instituto», examinaba la cuestión de la violencia.
El estudio, basado en una muestra al azar de 2.485 estudiantes de Carolina del Norte, encontró que había una significativa correlación entre ver lucha en televisión durante las dos semanas anteriores y el implicarse en peleas, luchas en general, y el llevar armas, tanto en varones como en chicas. La relación entre ver por televisión lucha y comportamiento violento era más fuerte entre las chicas que entre los chicos.
Los autores comentaban que hay más factores que se asocian con el uso de la violencia entre los adolescentes. No obstante, añadían que «numerosos estudios han revelado una asociación sólida entre la exposición de los adolescentes a la violencia y a la victimización y el riesgo de que lleven armas, tengan actitudes que aceptan el uso de la violencia o comportamientos agresivos para resolver o lograr objetivos, y que utilicen de verdad la violencia».
El artículo concluía recomendando: «reducir la exposición de los niños y adolescentes a la violencia de los medios debería ser un componente importante de cualquier estrategia de prevención de la violencia».
Incitación a la violencia
La violencia y los medios fue el tema de una recopilación de artículos de casi 500 páginas publicado el pasado diciembre. Uno de los capítulos de «Manual de Niños, Cultura y Violencia» (Sage Publications) consideraba la música violenta y la juventud.
Los autores, Barbara Wilson y Nicole Martins, observaban que géneros como el rap contienen altos niveles de violencia, y que un número significativo de vídeos musicales muestran también actos frecuentes de violencia.
También indicaban que algunos estudios han encontrado una relación entre la preferencia por la música violenta y el comportamiento agresivo. En relación con la cuestión de causalidad, estudios controlados de estudiantes en edad escolar muestran que escuchar música violenta anima a pensamientos violentos.
El número de estudios es limitado, sin embargo, y Wilson y Martins concluían que «una modesta cantidad de evidencias ligan la exposición a la música violenta con la agresión». Además, algunos estudios apuntan a los efectos negativos relacionados con la depresión, la asunción de riesgos y los estereotipos raciales.
Otro capítulo del libro trata la violencia en la televisión. En él, Dale Kunkel y Lara Zwarun afirman: «Está claramente establecido por un cuerpo de evidencia científica que la violencia televisiva es dañosa para los niños».
Los efectos dañinos incluyen: el aprendizaje de comportamientos agresivos, falta de sensibilidad hacia las víctimas de la violencia, y un aumento del miedo a ser víctimas de la violencia. El articulo indica que literalmente cientos de estudios apoyan la conclusión de que ver violencia en televisión conduce como consecuencia a aumentos en las agresiones.
La probabilidad de encontrarse con contenidos violentos en la televisión es alta. Uno estudio de tres años encontró que el 60% de todos los programas analizados contenían alguna forma de violencia. Además, la mayoría de la violencia aparece «esterilizada» y no llega a mostrar el daño real en las víctimas. Por otro lado, la violencia la suelen cometer personajes atractivos que no sufren de remordimientos o críticas por su comportamiento. La violencia esterilizada o llena de glamour, observaban Kunkel y Zwarun, aumenta el riesgo de efectos dañinos en los niños.
Muchas horas al día :
La preocupación por los efectos negativos se suma a los datos que muestran cuánto tiempo pasan los niños expuestos a los medios. El 24 de mayo, la Kaiser Family Foundation publicaba un estudio que muestra que muchos padres ocupados animan al uso de la televisión entre sus hijos.
El informe, «Media Family: Electronic Media in the Lives of Infants, Toddlers, Preschoolers, and Their Parents», se basaba en una encuesta nacional de 1.051 padres con hijos entre 6 meses y 6 años y una serie de grupos de control a lo largo de Estados Unidos.
Según el estudio, en un día típico el 83% de los niños de menos de 6 años usan medios con pantalla (televisión, vídeos, ordenador), una media de casi dos horas al día. En muchos hogares la presencia de la televisión es casi constante, desde el salón al comedor y al dormitorio. Un tercio de los niños entrevistados tienen una televisión en su dormitorio.
El informe precisaba que programas educativos bien preparados pueden ser beneficiosos para los niños. Asimismo, muchos padres informaban de su satisfacción con los programas televisivos que veían sus hijos. Al mismo tiempo muchos padres expresaban su culpa por el uso que hacían sus hijos de los medios, creyendo que deberían pasar más tiempo con sus hijos. Algunos expresaban su preocupación de que puedan haber puesto en funcionamiento algo que pronto no serán capaces de controlar: que los programas educativos de hoy abrirán el camino a vídeo juegos violentos.
El estudio también encontró que muchos niños se ven expuestos a la televisión cuando sus padres están viendo programas de adultos. De hecho, un tercio de los niños vive en hogares donde sus padres simplemente dejan la televisión encendida la mayor parte del día.
La exposición constante a los medios es un hecho de la vida también en otros países. Los datos recientes de Gran Bretaña mostraban que un tercio de los niños entre 8 y 11 años que normalmente veían la televisión a su gusto, informaba el 3 de mayo el periódico Guardian.
La información procedía de un estudio llevado a cabo por la Oficina de Comunicaciones, un organismo de regulación gubernamental. Además, más de 7 de cada 10 padres en hogares con televisión con cable o por satélite admitían que no habían establecido control alguno para limitar los canales que sus hijos podían ver. Cuatro de cada 10 padres con hijos de 12 a 15 años afirmaban que no tenían reglas en el hogar sobre ver la televisión.
En España, el periódico El País informaba el 24 de mayo de que cerca de 800.000 niños ven la televisión después de las 10 de la noche, que es cuando cesa el control sobre contenidos pensado para protegerlos. El artículo observaba que los niños de entre 4 y 12 años pasan una media de 864 horas al año frente a la pantalla de televisión, en comparación con las 960 horas que van a la escuela.
El potencial para el bien, pero también la necesidad de vigilancia, del uso de los medios fue tratado por Benedicto XVI en su mensaje para la 40 Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. En el texto el Papa invitaba a los medios a ser protagonistas de la verdad y a promover la paz y evitar las distorsiones que tienen lugar cuando «la industria de los medios se reduce al servicio de sí misma o funciona solamente guiada por el lucro, perdiendo el sentido de responsabilidad hacia el bien común» (No. 3).
Benedicto XVI también ponía de relieve la importancia de formar a las personas para ayudarlas a usar los medios de forma inteligente y apropiada. La investigación secular parece indicar que esta tarea es más necesaria que nunca.