OMA, domingo, 15 octubre 2006 (ZENIT.org).- La apertura del año académico en las universidades y ateneos pontificios romanos presenta interesantes novedades, que Zenit ha ido presentado.
Entre ellas está la apertura, en la facultad de Filosofía del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, de una especialización en el pensamiento de santo Tomás de Aquino.
Zenit entrevista ahora al filósofo Jesús Villagrasa, L.C. sobre la actualidad del tomismo filosófico en la vida de la Iglesia.
El padre Villagrasa ha escrito el libro «Neotomismo e Suarezismo: Il confronto di Cornelio Fabro» (Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, Roma 2006), que contiene las actas de una Jornada de Estudios celebrada el pasado mes de noviembre en ese ateneo, como presentación del volumen 4 de las «Obras Completas» del filósofo tomista italiano Cornelio Fabro, titulado «Neotomismo e Suarezismo» (Editrice del Verbo Incarnato, Segni 2005).
--¿Dónde está la actualidad del estudio que usted acaba de publicar?
--Villagrasa: La actualidad propia de las perennes cuestiones filosóficas. El libro de Fabro «Neotomismo e Suarezismo» vio la luz en 1951 al calor de una polémica con Pierre Descoqs, un batallador suareziano. Discutían sobre unas afirmaciones filosóficas que un documento publicado por la Congregación Vaticana para los Estudios en 1914 atribuía a santo Tomás de Aquino y que los seguidores de Francisco Suárez no sostenían. Este documento vaticano, conocido como «Las XXIV tesis tomistas», era una orientación para los profesores de filosofía de los seminarios.
--¿La Iglesia prescribe la filosofía de santo Tomás de Aquino en los seminarios?
--Villagrasa: La prescribía en el Código de Derecho Canónico de 1917. El Código actual, vigente desde 1983, cita casi textualmente el n. 15 del Decreto «Optatam totius» del Concilio Vaticano II que trata sobre los estudios filosóficos de los seminaristas y, sin mencionar a santo Tomás, pide que éstos se fundamenten en el «patrimonio filosófico perennemente válido».
Una interpretación objetiva del n. 15 y de sus notas a pie de página revelan que, con esa expresión, el Concilio quiso colocarse en continuidad con el precedente magisterio de la Iglesia que recomendaba el estudio de santo Tomás de Aquino como maestro de filosofía y de teología.
Como algunos padres conciliares pensaron que la enseñanza de la Iglesia cambiaba en esa materia, fue necesario aclarar antes de la votación que con esa expresión se significaba la filosofía de santo Tomás. No se hizo mención del nombre porque a algunos padres conciliares les pareció inconveniente que pudiera tomarse a santo Tomás como maestro exclusivo en la Iglesia. Temían una Iglesia intelectualmente cerrada al diálogo con el mundo. El papa del renacimiento tomista, León XIII, pedía ya a finales del siglo XIX que se estudiara a santo Tomás en sus fuentes y que se abriera la doctrina tomista a los problemas del tiempo. Estas son, en mi opinión, las características principales del tomismo genuino: estudio serio y científico de las obras de santo Tomás en su contexto; apertura y diálogo a otros pensadores del pasado y contemporáneos; reconocimiento de la virtualidad y actualidad de este pensamiento para los problemas del presente.
--Si antes se prescribía y ahora no, ¿ha habido un cambio en el Magisterio?
--Villagrasa: Se podría decía que sí hay algunos cambios. En los primeros años del siglo XX el Magisterio insistía en la importancia de la metafísica de santo Tomás. Lo sigue afirmando en la actualidad, pero Juan Pablo II subrayó la relevancia de la enseñanza moral de santo Tomás e invitó a los tomistas a estudiar la contribución de su pensamiento al diálogo intercultural e interreligioso. El cambio en la forma de proponer a santo Tomás como «guía de los estudios» no significa cambiar la sustancia, es decir, el aprecio y la recomendación de su pensamiento. El Concilio Vaticano II y los últimos papas han preferido no insistir sobre el aspecto vinculante de las indicaciones sobre santo Tomás.
Juan Pablo II lo dijo muy claramente: en la actualidad la Iglesia no recurre a directivas de índole jurídica sino que confía en la madurez y sabiduría de alumnos y profesores. Por otra parte, la continuidad del Magisterio de la Iglesia en recomendar a santo Tomás es impresionante. Basta leer los capítulos IV y V de la encíclica «Fides et Ratio». Otra cuestión es que este Magisterio haya encontrado, desde tiempos de León XIII hasta nuestros días, oposiciones y resistencias. Es penoso que un papa tenga que decir que si el Magisterio ha debido reiterar, en diversas circunstancias, el valor del pensamiento de santo Tomás «se ha debido a que las directrices del Magisterio no han sido observadas siempre con la deseable disponibilidad» («Fides et Ratio», n. 61).
--Se escucha que el nuevo pontífice es más «agustiniano» que «tomista». ¿Tendrá menos importancia santo Tomás de Aquino en la Iglesia?
--Villagrasa: El Papa Benedicto XVI profesa desde sus años de estudiante una gran estima por el pensamiento fresco y vital de san Agustín. Como obispo admiraba la generosidad de este santo que renunció a la vida de estudios para entregarse con toda el alma a sus deberes pastorales. Por otra parte, él mismo ha dicho que en sus años de estudiante conoció el impenetrable tomismo de la neoscolástica. Pero el árido tomismo de la neoscolástica no es el pensamiento original de santo Tomás. También Karol Wojtyla, que profesaba una gran estima por la obra de santo Tomás de Aquino, tuvo que batallar como seminarista con la aridez de la metafísica neoscolástica. Además, los gustos personales de un teólogo o de un papa no son el Magisterio de ese pontífice.
--Pero de hecho en su encíclica «Deus Caritas est» el Papa cita a san Agustín y no cita a santo Tomás de Aquino…
--Villagrasa: No habría que sacar rápidas conclusiones de este hecho. Una característica del pensador Joseph Ratzinger es la conciencia de que el teólogo y el pastor no crean la verdad, sino que se ponen a su servicio.
Ambos piensan, hablan y actúan en la fe y en la vida de la Iglesia. En el sujeto vivo de la Iglesia se da una continuidad. Desde el papa León XIII hasta nuestros días, todos los papas, con tonos y en circunstancias diversas, han recomendado a santo Tomás de Aquino como modelo de filósofo y teólogo. Las intervenciones principales han sido las encíclicas «Aeterni Patris» de León XIII, «Studiorum Ducem» de Pío XI, «Fides et Ratio» de Juan Pablo II y la carta apostólica «Lumen Ecclesiae» de Pablo VI. Hasta ahora, las intervenciones del papa Benedicto XVI en esta materia han sido breves pero significativas.
En el Ángelus posterior a la publicación de su encíclica, mencionó algunos santos «testigos privilegiados» de la primacía del amor, y entre ellos a santo Tomás de Aquino por ser «el modelo del teólogo católico, que encuentra en Cristo la suprema síntesis de la verdad y del amor» (Cf. 29 de enero de 2006).
En su visita a la Universidad del Sagrado Corazón, el pasado mes de diciembre, el Papa puso a santo Tomás como ejemplo de diálogo entre fe y razón. Hace unos días, el 6 de octubre, en la homilía dirigida a la Comisión teológica internacional reunida en el Vaticano para la sesión plenaria anual menciona a santo Tomás de Aquino, en dos ocasiones: presentó una idea de santo Tomás sobre la naturaleza de la teología y su ejemplo de teólogo contemplativo.
--¿Cómo ve en la actualidad los estudios tomistas?
--Villagrasa: Una institución de solera como la Pontificia Academia de Santo Tomás fue renovada con nuevos estatutos por el Papa Juan Pablo II. En muchos países, hay jóvenes y valiosos estudiosos que giran en torno a la Sociedad Internacional Tomás de Aquino. Se va desarrollando con fuerza el ICUSTA (International Council of Universities of Saint Thomas Aquinas). En la última década se han multiplicado las traducciones de obras de santo Tomás a varias lenguas. Otra iniciativa es la reciente apertura de la especialización en el pensamiento de santo Tomás de Aquino en la facultad de Filosofía del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum. Pienso que la vitalidad de estas instituciones e iniciativas, y más en general del tomismo, dependerá de la seriedad con que se estudie a santo Tomás en sus fuentes y de su apertura a los problemas del presente.