ONDRES, miércoles, 15 noviembre 2006 (ZENIT.org).- La Cámara de Obispos («House of Bishops» de la Iglesia de Inglaterra (anglicana) y la Conferencia Episcopal Católica de Obispos de Inglaterra y Gales han celebrado una importante reunión bilateral del 14 al 15 de noviembre en Hinsley Hall, Leeds.
Los obispos han sido presididos por el arzobispo de Canterbury, el doctor Rowan Williams, y por el arzobispo de Westminster, cardenal Cormac Murphy-O’Connor.
La reunión, de carácter fraternal, según informan los organizadores, se ha basado «en la oración compartida, el debate y el deseo de un ulterior desarrollo de sus puntos de vista cristianos compartidos».
Sus reflexiones se han fundamentado en el trabajo de la Comisión Internacional Anglicano-Católica para la Unidad y la Misión (IARCCUM), cuyo documento final que debería publicarse en 2007.
Con motivo de esta reunión, los arzobispos Williams y Murphy-O’Connor, hicieron una declaración conjunta.
«Esta histórica reunión --dice la declaración--, cuarenta años después de la visita del arzobispo Michael Ramsey al Papa Pablo VI –la reunión de la que surgió el diálogo a través de la Comisión Internacional Anglicano-Católica--, marca un ulterior desarrollo en las cálidas relaciones que ya existen entre los obispos anglicanos y católicos de Inglaterra y Gales».
«Muchos de nosotros --añade la declaración-- nos encontramos ya regularmente en reuniones regionales y locales, y estamos implicados en un amplio arco de proyectos compartidos».
«Reconocemos la importancia de trabajar juntos para presentar un testimonio cristiano compartido a nuestra sociedad, y la importancia de trabajar con otras denominaciones cristianas, y con aquellos de otros credos para hacer progresar el bien común de la sociedad».
«Esta reunión --indican las dos Iglesias-- es un signo significativo del compromiso mutuo para dialogar y para un testimonio conjunto basado e nuestra fe común. Subraya nuestra responsabilidad de trabajar juntos como contrapartes en misión y servicio al pueblo de nuestro país. La misión que nos ha sido dada por Cristo nos obliga e impulsa a comprometernos más profunda y ampliamente en esta colaboración en la misión, basada en el diálogo y la oración compartida».
«Nuestra fe cristiana está enraizada en nuestro bautismo común. Sin embargo, nuestra comunión permanece imperfecta», añade la declaración.
«Nuestro entusiasmo por el diálogo --dicen los dos arzobispos-- significa que debemos ser honestos en tratar los temas en los que estamos en desacuerdo. Esto es posible cuando nos sostiene el Evangelio. Confiamos en que el Espíritu Santo inspire nuestra peregrinación hacia la unidad y la misión común».
La reunión responde al mandato de la Comisión Internacional Anglicano-Católica para la Unidad y la Misión. Se trata de una Comisión de obispos responsable de buscar modos prácticos de expresar los frutos del diálogo entre anglicanos y católicos. Su mandato es consecuencia de las recomendaciones de la Comisión Conjunta Preparatoria Anglicano-Católica, en Malta en 1968.