IUDAD DEL VATICANO, jueves, 23 noviembre 2006 (ZENIT.org).- A pesar de las dificultades que experimentan actuales entre anglicanos y católicos por cuestiones de carácter teológico y ético, Benedicto XVI impulsó con decisión el diálogo al recibir en audiencia este jueves al primado de la Comunión Anglicana.
El arzobispo Rowan Williams de Canterbury ha visitado al Papa y a la Santa Sede con motivo de los cuarenta años del histórico encuentro del entonces arzobispo de Canterbury, Michael Ramsey con el Papa Pablo VI, que dio origen a una nueva era de relaciones tras la ruptura de tiempos del rey Enrique VIII en el siglo XVI.
«Aquella visita se vivió como una gran promesa, en el momento en el que la Comunión Anglicana y la Iglesia católica daban los primeros pasos en el diálogo sobre cuestiones que hay que afrontar en la búsqueda de la plena unidad visible», recordó.
El obispo de Roma reconoció que en los últimos tres años el mismo arzobispo Williams «ha hablado de manera abierta sobre las tensiones y dificultades que acosan a la comunidad anglicana, así como sobre la incertidumbre sobre el futuro de la misma Comunión».
«Acontecimientos recientes, sobre todo acerca del ministerio ordenado y de ciertas enseñanzas morales, han repercutido no sólo en las relaciones dentro de la Comunión Anglicana, sino también en las relaciones entre la Comunión Anglicana y la Iglesia católica», indicó.
La decisión de la Iglesia de Inglaterra de aprobar la ordenación de mujeres sacerdotes, en 1992, se ha convertido en uno de los problemas en el camino hacia la unidad plena entre las dos iglesias.
En 2003, obispos anglicanos de África, Asia y América Latina criticaron duramente la decisión de la Iglesia Episcopal de Estados Unidos (perteneciente a la Comunión Anglicana) de designar como obispo a un homosexual en New Hampshire.
La Iglesia Episcopal de Estados Unidos ha nombrado presidente su primera mujer, la hasta ahora «obispo» de Nevada Katharine Jefferts Schori.
El Papa reconoció que estos temas, «sobre los que se discute en estos momentos en el seno de la Comunión anglicana, son de vital importancia para la predicación del Evangelio en su integridad, y que los debates actuales influirán en el futuro de nuestras relaciones».
«Es de desear que el trabajo del diálogo teológico, que ha registrado no pocos acuerdos sobre estos y otros importantes argumentos teológicos, se siga tomando en serio en vuestro discernimiento».
Asegurando que «en estas deliberaciones, os acompañamos con la oración» el Papa deseó «fervientemente que la Comunión Anglicana permanezca arraigada en los Evangelios y en la Tradición Apostólica, que conforman nuestro común patrimonio y que son el fundamento de nuestra común aspiración a trabajar por la unidad plena visible».
El arzobispo de Canterbury estuvo acompañado por su esposa, Jane, y su hijo, Philip, así como por una delegación anglicana del más alto nivel.
Se calcula que hay más de 70 millones de anglicanos en todos los continentes.
Tras firmar una «Declaración común», en presencia de los miembros de la delegación anglicana y los representantes católicos, encabezados por el cardenal Cormac Murphy-O'Connor, arzobispo de Westminster, el Santo Padre y el arzobispo de Canterbury se dirigieron a la Capilla «Redemptoris Mater» del Vaticano para rezar la Ora Media. También participaron en la ceremonia las delegaciones anglicana y católica.