STAMBUL, jueves, 30, noviembre 2006 (ZENIT.org).- El carácter ecuménico del viaje de Benedicto XVI a las Iglesias hermanas de Turquía se ha subrayado también este jueves con la visita de oración en la catedral armenia apostólica y el encuentro con Su Beatitud el Patriarca Mesrob II Mutafian.
Durante la celebración de la Palabra, tras el discurso del patriarca, el Papa tomó la palabra para constatar que «nuestro encuentro es mucho más que un simple gesto de cortesía ecuménica y de amistad».
«Es un signo de nuestra esperanza compartida en las promesas de Dios y de nuestro deseo de ver cumplida la oración que Jesús elevó por sus discípulos en la vigilia de su pasión y muerte: «Que sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado» (Juan 17,21).
«Por ello --dijo el Papa--, tenemos que seguir haciendo todo lo posible para curar las heridas de la separación y abreviar la reconstrucción de la unidad de los cristianos».
La Iglesia Apostólica Armenia quedó separada de Roma a partir del Concilio de Calcedonia, en el año 451, al que no pudo había podido participar a causa de la guerra.
Malentendidos a la hora de traducir los términos del Concilio, alterando así su comprensión conceptual, y la confrontación política con Bizancio, provocaron el cisma, si bien el «monofisismo» armenio se quedó siempre en un error puramente verbal.
El encuentro personal y la oración común, así como el descubrimiento de una lápida en lengua armena y turca en recuerdo de la visita de Pablo VI, de Juan Pablo II y, ahora, de Benedicto XVI, quisieron expresar el vínculo que existe entre la Iglesia armenia apostólica y la Iglesia católica.
Fue un momento de oración, en el que las secuencias rituales de este momento de oración fueron tomadas de varios elementos de la Celebración Eucarística de la Liturgia Armenia.
Antes de iniciar la procesión de entrada en la catedral, se presentaron al Santo Padre, según la tradición nacional armenia, el pan, la sal y el agua de rosas como símbolos de bienvenida y de buenos deseos.
Durante la entrada en la catedral de Benedicto XVI y Mesrob II, el coro entonó «Herasciapar Asdvadz» («Oh, Dios Maravilloso»), que recuerda la historia de la conversión del pueblo armenio al cristianismo por obra de San Gregorio el Iluminado, primera nación cristiana de la historia.
A los pies del altar se recitó una oración tras la cual el Papa y Su Beatitud ocuparon un lugar ante el sacro altar, desde donde fue solemnemente proclamado el Evangelio, llevado procesionalmente desde la entrada de la catedral.
El momento de oración en la catedral armenia apostólica expresó el gozo de la Iglesia Armenia Apostólica por la visita de Benedicto XVI.
A la salida de la catedral se descubrió la citada lápida -en forma de cruz armenia- conmemorativa de la visita de los tres romanos pontífices.