STAMBUL, viernes, 1 diciembre 2006 (ZENIT.org).- «Una parte de mi corazón se queda en Estambul, en esta ciudad magnífica», afirmó Benedicto XVI durante la ceremonia de despedida en el aeropuerto de Estambul.
Dirigiéndose al gobernador de la ciudad, Muammar Guler, quien en nombre de las autoridades le acompañó hasta el avión de las líneas aéreas turcas en el que regresó a Roma, el Papa mantuvo un diálogo espontáneo en el que expresó sus sentimientos.
«Creo que para el pastor supremo de la Iglesia católica el diálogo es un deber --dijo al representante de la ciudad--. Doy gracias al Señor por haber podido dar un signo de este diálogo y de una mayor comprensión entre las religiones y las culturas, en particular con el Islam».
El pontífice subrayó que «Turquía es un puente entre Asia y Europa».
El gobernador de Estambul dio las gracias personalmente al Papa por «sus declaraciones sobre el islam, que nos han hecho felices», alejando «demasiadas malas interpretaciones».
Hablando espontáneamente, el Papa aclaró que «si bien no ha podido ver todo en esas joyas que son la Mezquita [Azul, ndr.] y Santa Sofía, se me han quedado grabadas para siempre. Mi gratitud a Estambul es profunda».
«Ha sido una visita serena, gracias también a la colaboración de la población y espero que quede como signo de amistad entre los pueblos y las religiones», confesó el obispo de Roma.
Benedicto XVI añadió que «Estambul es una ciudad verdaderamente europea, un puente entre Occidente y Asia, para acercar estructuras y organizaciones».
Al escuchar que la ciudad será en 2010 capital europea de la cultura, el Papa afirmó: «se lo merece verdaderamente» y con una sonrisa explicó que «su ciudad natal había pedido ese reconocimiento, pero no se lo concedieron».
Muammar Guler le invitó a regresar a Estambul, y el Santo Padre le respondió: «soy viejo y no sé cuánto tiempo me dejará el Señor. Ponemos todo en sus manos».