ATICANO, 26 Ene. 07 / 09:37 am (ACI).- Al presidir el jueves por la tarde, en la basílica de San Pablo Extramuros, la celebración de las Vísperas que cerraron la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, el Papa Benedicto XVI señaló que el anuncio de la fe de parte de los católicos no se opone al diálogo ecuménico y que los cristianos deben dar testimonio de la fe con valentía.
El Santo Padre recordó durante la homilía y ante numerosas delegaciones de otras confesiones cristianas, que “la escucha de la Palabra es prioritaria para nuestro compromiso ecuménico. No somos nosotros los que hacemos u organizamos la unidad de la Iglesia. La Iglesia no se hace a sí misma y no vive de sí misma, sino de la palabra que procede de la boca de Dios”.
El Papa subrayó también que “quien escucha la palabra de Dios puede y tiene que transmitirla después a los demás, a quienes nunca la han escuchado o a quien la ha olvidado o sepultado bajo las espinas de las preocupaciones y de los engaños del mundo”.
“Tenemos que preguntarnos –invitó el Papa– si nosotros, los cristianos, no nos hemos quedado demasiado mudos. Si quizá no nos falta la valentía para hablar y dar testimonio”. El Pontífice recordó que “la unidad no se puede imponer; debe ser compartida y fundada en una participación común en la única fe. Escuchar y hablar, comprender a los demás y comunicar la propia fe son dimensiones esenciales de la praxis ecuménica. El diálogo honesto y leal constituye el instrumento típico e imprescindible de la búsqueda de la unidad".
“Es indispensable –explicó luego el Papa– ‘exponer toda la doctrina con claridad’ para un diálogo que afronte, discuta y supere las divergencias todavía existentes entre los cristianos, pero al mismo tiempo, el modo y el método de anunciar la fe católica en ningún caso debe ser un obstáculo para el diálogo con los hermanos”.
Benedicto XVI destacó finalmente que “el diálogo ecuménico conlleva la evangélica corrección fraterna y conduce a un enriquecimiento espiritual recíproco en compartir las auténticas experiencias de fe y de vida cristiana. Para ello es necesario implorar sin descanso la asistencia de la gracia de Dios y la iluminación del Espíritu Santo”.