UZHOU, jueves, 1 febrero 2007 (ZENIT.org).- Profunda devoción a la Virgen María y gran humildad son los rasgos que caracterizaron la vida –casi un tercio de ella en prisión- del recientemente fallecido obispo chino de Foochow.
Durante meses había luchado contra un tumor de garganta. Desahuciado, monseñor Giuseppe Zheng Changcheng murió el pasado 18 de diciembre en su residencia de la catedral de Nuestra Señora del Rosario, tras largo rato en el patio frente a la gruta de la Virgen.
94 años tenía el prelado, cuyo fallecimiento comunicó el sábado la Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos a través de su órgano informativo «Fides»; estaba al frente de la diócesis de Foochow (Fuzhou), en la provincia de Fujian, en China continental.
Con mas de 200 mil fieles católicos, se trata de una de las circunscripciones eclesiásticas más antiguas de la República Popular China.
Nacido en el seno de una sencilla familia de carpinteros el 14 de enero de 1912, Giuseppe Zheng Changcheng ingresó en el seminario de Fuzhou en 1926; posteriormente estudió en Shanghai y en Hong Kong.
Ordenado sacerdote el 27 de enero de 1937, antes de comenzar su labor ministerial fue enviado a estudiar Literatura e Historia China a la Universidad Católica Fu Jen, de Pekín. Dio clases después en el seminario de Fuzhou; en 1951 pasó a ser administrador de la archidiócesis.
Fue condenado en 1955 como «contrarrevolucionario». Pasó 28 años en la cárcel; allí sucedieron algunas conversiones gracias a su testimonio, apunta «Fides».
Desde el momento de su puesta en libertad en 1983, se dedicó a revitalizar la Iglesia. Entre 1988 y 1992 fue rector del seminario.
Tenía 79 años cuando recibió la consagración episcopal en Fuzhou.
En sus casi 16 años de episcopado restauró una treintena de iglesias y construyó el santuario diocesano «Rosa Mística» -a 30 kilómetros de Fuzhou-, el cual, inaugurado en 1993, abarca una gran librería católica y una casa de peregrinos.
El prelado es el único eclesiástico de la provincia a quien, por sus muchas obras de caridad, las autoridades distinguieron con un reconocimiento.
Su vida estuvo totalmente consagrada a Cristo; testigo de grandes cambios en la historia de su país, nunca se lamentó por los años pasados en prisión, añade «Fides».
Recalca que pasó su última etapa de vida entre grandes sufrimientos por el cáncer; jamás perdió la lucidez. Incluso desde el hospital, a pesar de su gravedad, seguía con atención los asuntos de la archidiócesis.
«Todos recuerdan con cuánta alegría monseñor Zheng, todavía en el hospital, acogió un anillo episcopal y una carta de la Santa Sede como ulterior signo de su comunión con el Sumo Pontífice, quien, informado de las gravísimas condiciones de salud del prelado, le había enviado una especial Bendición Apostólica», confirma «Fides».
«Murió sin ver realizado su mayor deseo, por el que había ofrecido recientemente su vida: la plena reconciliación entre las dos comunidades católicas en la archidiócesis», prosigue la agencia del dicasterio misionero.
Al conocerse la noticia de su fallecimiento, más de mil fieles se reunieron en una vigilia de oración.
El 20 de diciembre se trasladó su cuerpo de la catedral al santuario «Rosa Mística», donde prosiguieron las vigilias de oración siete días más.
Los funerales se celebraron el 28 de diciembre en la forma que había pedido el propio prelado: con una sola Misa en el santuario mariano, sin ceremonias civiles.