OMA, jueves, 5 abril 2007 (ZENIT.org).- El beato francés Charles de Foucauld (1858-1916) enseña a vivir la identidad y el diálogo interreligioso sin conflicto.
Es una de las constataciones durante la presentación de un libro en Roma sobre este misionero en África, eremita en el Sáhara (donde murió asesinado) y portador de una espiritualidad basada en la imitación de Cristo.
«El diálogo interreligioso es un acto religioso», señaló Raffaele Luise, periodista y escritor, durante la presentación de su volumen «Pregúntale a la arena, sobre las huellas de Charles de Foucauld» («Chiedi alla sabbia. Sulle tracce di Charles de Foucauld», editorial Cittadella) el pasado 28 de marzo en Roma.
Según explicó en el acto el musulmán Adnane Morkani, estudioso del diálogo interreligioso «De Foucauld, es ejemplo de diálogo y del encuentro con el otro como oportunidad de conversión, no es un riesgo, sino una oportunidad para encontrar nuestra verdadera identidad».
Durante el acto, el arzobispo Angelo Comastri, vicario del Papa para la Ciudad del Vaticano, señaló que el libro fue «provocado en la humildad» y que el diálogo interreligioso «a través de la experiencia del desierto, se convierte en De Foucauld, en encuentro con lo esencial y recuperación de la humildad».
El acto contó con la presencia de las «Pequeñas Hermanas», hijas espirituales de Charles de Foucauld, de miembros de la comunidad musulmana y de quienes apoyaron al autor en la redacción del libro
El autor definió al beato como el «primer mártir del tormentoso diálogo islámico–cristiano».
El autor confesó que le aconsejaron no recorrer las huellas de De Foucauld, ya que hoy el lugar es considerado «zona de guerra y peligros, de difícil acceso para la prensa», pero que lo logró gracias a la acogida de las «Pequeñas Hermanas» «en una trinchera espiritual».
Luise recordó que De Foucauld «dejó huellas en las arenas y en la gente del Argelia y Tamanresset», que sirven para «entablar el diálogo con el Islam», porque él se había convertido en el «hermano universal», que tenía esta «intuición de la primacía del Reino en la predicación de Jesús».