IUDAD DEL VATICANO, miércoles, 27 junio 2007 (ZENIT.org).- Benedicto XVI está convencido de que en estos momentos la Iglesia necesita redescubrir la catequesis «global», como la que impartía en el siglo IV san Cirilo de Jerusalén.
A este obispo y doctor de la Iglesia, nacido en torno al año 315 y fallecido en el 387, dedicó el pontífice la audiencia general número cien de su pontificado, en la que participaron más de siete mil peregrinos.
«Se trata de una catequesis integral que implica el cuerpo, el alma y el espíritu y sigue siendo emblemática para la formación catequística de los cristianos de hoy», aclaró el Santo Padre, quien continuó con sus meditaciones sobre los grandes personajes de los inicios del cristianismo.
Cirilo, en sus catequesis, dirigidas a los catecúmenos que se preparaban para recibir el Bautismo, entrelazaba tres elementos: el doctrinal, el moral y el mistagógico (éste último lleva a los fieles a adentrarse cada vez más en los misterios celebrados en la liturgia).
Desde el punto de vista doctrinal, recordó Benedicto XVI, Cirilo presentaba la «relación “sinfónica” entre los dos Testamentos, hasta llegar a Cristo, centro del universo»:
«El Nuevo Testamento está escondido en el Antiguo, mientras que el Antiguo se hace manifiesto en el Nuevo».
La dimensión moral de la catequesis permite que «el dogma descienda progresivamente en las almas, que de este modo son alentadas a transformar los comportamientos paganos en la nueva vida en Cristo, don del Bautismo».
Por último, explicó el Santo Padre, la catequesis mistagógica «llevaba a descubrir, en los ritos bautismales de la Vigilia pascual, los misterios encerrados en ellos».
«El misterio que hay que comprender es el plan de Dios, que se realiza a través de las acciones salvíficas de Cristo en la Iglesia».
«De este modo, la catequesis de Cirilo, en virtud de los tres elementos descritos --doctrinal, moral y, por último, mistagógico-- se convierte en una catequesis global en el espíritu», explicó el Santo Padre.
«La dimensión mistagógica se convierte en síntesis de las dos primeras, orientándolas a la celebración sacramental, en la que se realiza la salvación de todo el hombre», concluyó.