OMA, lunes, 23 julio 2007 (ZENIT.org).- Para comprender el reciente documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre la naturaleza de la Iglesia, hay que armonizar conceptos aparentemente contradictorios, sugiere monseñor Brian Farrell, L.C.
El secretario del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos analiza en declaraciones a Zenit el documento «Respuestas a algunas preguntas de la Doctrina sobre la Iglesia», publicado por la Santa Sede el 10 de julio.
Monseñor Farrell comienza constatando que la presentación del documento que han hecho los medios no ha sido completa.
«Como sucede a menudo, la complejidad teológica se pierde en la medida en que se presenta la noticia, especialmente en los medios --aclara--. No hay una, sino un número de afirmaciones en el documento, y deben ser tomadas en su conjunto».
«El documento no puede reducirse a decir: “La Iglesia católica reclama que es la única Iglesia verdadera”. También dice: «se puede afirmar rectamente, según la doctrina católica, que la Iglesia de Cristo está presente y operante en las Iglesias y en las Comunidades eclesiales que aún no están en plena comunión con la Iglesia católica”».
Monseñor Farrell afirma que «es necesario mantener las diversas afirmaciones juntas al mismo tiempo» para comprender correctamente el documento.
Indica que el documento causó reacciones negativas iniciales entre los no católicos, sin embargo, constata que «no hay nada nuevo o sorprendente en este documento». Por eso, considera que «será visto como una invitación a que todos seamos más exactos teológicamente en nuestros diálogos, y quizás más creativos para procurar que se comprenda mejor nuestra posición».
El prelado de 63 años añade que una falta de comunión implica desacuerdos respecto a la comprensión de ciertos conceptos.
«Por supuesto, a ningún organismo cristiano le gusta oír que nosotros, los católicos, pensamos que ellos han perdido algo que es esencial en el concepto de Iglesia --reconoce--. Lo mismo que a nosotros no nos gusta oír a los hermanos ortodoxos decir que ellos son los únicos que son la verdadera continuación de la Iglesia indivisa del primer milenio».
«También en el centro de la Reforma se da una crítica radical a la Iglesia católica por no haber permanecido fiel a Cristo y las Escrituras».
«De manera que no es una sorpresa para nuestras contrapartes protestantes el que se den diferentes ideas de “Iglesia” en nuestros mutuos puntos de vista».
Monseñor Farrell también afronta la cuestión de la autoridad de la Sede de Pedro y de la comunión con el Sumo Pontífice, considerada por muchos como un problema para la unidad entre las Iglesia.
«El mayor obstáculo no es tanto el ministerio universal del obispo de Roma, sino el modo en que el ministerio ha sido definido y practicado en los últimos siglos en la Iglesia católica», dijo.
«Pero también aquí --añade--, las ‘Respuestas’ pueden ser ecuménicamente útiles. Nos recuerdan que la autoridad del sucesor de Pedro no es algo que va contra las Iglesias particulares, sino que es más bien uno de los principios constitutivos internos de cada Iglesia particular».
«Las "Respuestas" desafían al diálogo ecuménico a clarificar cómo este ministerio forma parte de la vida interna de cada Iglesia particular, y cómo ayuda a liberar la fe y la vida de las Iglesias de una identificación demasiado fuerte con las condiciones culturales o con la pertenencia étnica».
Farrell afirma que el diálogo ecuménico es una tarea urgente para católicos y no católicos: Cuando las «Respuestas» nos recuerdan que a causa de la división entre los cristianos, la universalidad de la Iglesia no está plenamente realizada en la historia, está apuntando a una tarea inacabada que no puede ser soslayada o demorada.
«Lejos de cualquier sentimiento de autosuficiencia, los católicos deben experimentar que la situación de falta de plenitud causada por la división y separación es también una tragedia para ellos. En esa condición es más difícil ofrecer un testimonio convincente para que el mundo pueda creer».