ANTIAGO, domingo, 5 diciembre 2004 (ZENIT.org).- El IV Encuentro Interreligioso sobre el sentido del Sufrimiento humano concluyó en Santiago de Chile constatando que «el anciano Juan Pablo II es un icono del sufrimiento victorioso».
El tema de esta edición ha sido «Sufrimiento humano y cultura permisiva» y ha contado con la participación de fieles de distintas confesiones cristianas y de la comunidad judía.
El encuentro ha estado organizado por Ayuda a la Iglesia que Sufre de Chile , la Universitas Albertiana de Barcelona y la Confraternidad de Cristo Flagelado, adscrito a Corporación de Ayuda al Niño Quemado (Coaniquem).
Esta iniciativa ha servido para analizar cómo afecta a la sociedad el olvido de la realidad del sufrimiento, sobre todo en ámbitos como el respeto a la vida, la educación, la publicidad, los medios de comunicación y las políticas poblacionales, entre otros.
Entre los participantes está Adriana, una chica que practicó un aborto y que ha explicado cómo «gracias a la ayuda de un sacerdote pudo descubrir el sentido de ese sufrimiento».
También han intervenido el nuncio apostólico en Chile, monseñor Aldo Cavalli; Mauricio Echeverría, Director del Centro de Estudios Tomistas, el padre Joaquín Alliende Luco, asistente eclesiástico internacional de AIS y Jaume Aymar, decano de la Facultad de Filosofía de la Universidad Ramón Llull, entre otros.
María Bori, del equipo promotor de estos encuentros, que empezaron en Santiago de Chile en 2002, explica a Zenit que «se iniciaron con el fin de conmemorar la carta apostólica Salvifici Doloris del Papa Juan Pablo II, sobre el sentido redentor del sufrimiento humano, que se cumplen este año y también con el deseo de tener un diálogo profundo con otras creencias sobre un tema como el sufrimiento que atraviesa toda realidad humana».
Entre las conclusiones se ha explicitado «cómo el sacrificio es donación de uno mismo por el bien del otro».
Bori relata que «Ayuda a la Iglesia que Sufre y Coaniquem trabajan con el sufrimiento. Las heridas quemantes y dolorosas de los niños quemados, las persecuciones y discriminaciones de muchos cristianos, cada vez más frecuentes también en nuestras sociedades occidentales, por su fidelidad a la fe de Cristo, nos invitan a una reflexión. Necesitábamos esa reflexión y hemos querido hacerlo en conjunto, en forma pública, porque para nosotros es también una forma de agradecer, mejor dicho retribuir, a todos aquellos que nos ayudan con su trabajo, con su aporte o sus oraciones».