CASTELGANDOLFO, jueves, 6 septiembre 2007 (ZENIT.org).- Dejarse transformar por el amor de Dios es la opción de fondo que se presenta a todo cristiano, escribe Benedicto XVI en un mensaje enviado al padre Joseph Chalmers, prior general de la Orden de los Hermanos de la Beata Virgen María del Monte Carmelo.
En septiembre próximo, recuerda el Papa, la «antigua e ilustre Orden» celebrará su Capítulo General, «con motivo del octavo centenario de la entrega por parte de san Alberto, Patriarca de Jerusalén (1205-1214), de la ‘formula vitæ’ en la que se inspiraron los eremitas latinos que se establecieron ‘junto a la Fuente del Monte Carmelo’ (Regla Carmelita, 1)».
Fue el «primer reconocimiento por parte de la Iglesia de este grupo de hombres, que dejaron todo para vivir en obsequio de Jesucristo, imitando los sublimes ejemplos de la Beata Virgen María y del Profeta Elías», indica el pontífice.
Los primeros carmelitas, recuerda el Santo Padre, «acogiendo el señorío de Cristo en sus vidas, se hicieron disponibles a ser transformados por su amor». «Es esta la opción de fondo que se presenta a cada cristiano», subraya.
En su primera encíclica, «Deus caritas est», Benedicto XVI, afirma que «en el inicio del ser cristiano no hay decisión ética o una gran idea, sino el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da a la vida un nuevo horizonte y con esto la dirección decisiva» (nº 1).
«Si este desafío vale para el cristiano --indica el Papa Benedicto XVI en su mensaje--, cuánto más debe sentirse interpelado por él un carmelita, cuya vocación es la subida al monte de la perfección».
El Papa reconoce que «no es para nada fácil vivir fielmente esta llamada». «En cierto sentido --afirma--, hay necesidad de protegerse con armaduras de las insidias del mundo».
A pesar de las dificultades, admite, son muchos los hombres y mujeres que han alcanzado la santidad «viviendo con fidelidad creativa los valores de la Regla carmelita».
El Papa recuerda la constitución conciliar «Lumen gentium» (nº 50) y añade que «por un motivo más, nos sentimos impulsados a buscar la Ciudad futura y a la vez se nos enseña la vía segurísima por la que, entre las mudables cosas del mundo, podremos llegar a la perfecta unión con Cristo, es decir a la santidad, según el estado y condición propia de cada uno».
Según el Papa, el tema del Capítulo de los Carmelitas «‘In obsequio Jesu Christi’. Comunidad orante y profética en un mundo que cambia», pone bien de manifiesto el peculiar estilo con el que la Orden del Carmelo trata de responder al amor de Dios por medio de una vida en la que se entrelazan oración, fraternidad y espíritu profético».
«Con la mirada fija en Cristo y confiando en la ayuda de los santos que, en el curso de estos ocho siglos, han encarnado los dictámenes de la Regla del Carmelo, que cada miembro de la Orden de los Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo se sienta llamado a ser testigo creíble de la dimensión espiritual propia de cada ser humano».
Los fieles laicos podrán así encontrar, en las comunidades carmelitas, auténticas «‘escuelas’ de oración, donde el encuentro con Cristo no se exprese sólo en petición de ayuda, sino también en acción de gracias, alabanza, adoración», añade, citando a Juan Pablo II (Carta Apostólica “Novo millennio ineunte”, 33).
El fin principal del capítulo general de la Orden Carmelita, como escribe el padre Chalmers, en la convocatoria del evento, es el de «escucha y luego tratar de comprender lo que Dios pide a la Orden en este preciso momento de nuestra historia».
«En los últimos años --explica el prior general--, hemos adquirido un nivel de conocimiento más profundo de nuestro carisma y, al mismo tiempo, la Orden se ha difundido en áreas geográficas en las que antes no tenía una presencia».
«El desafío principal para la Iglesia es el de proclamar la Buena Noticia a la gente de hoy en todas las culturas del mundo, y nuestra Orden está también llamada a participar en esta misión».
«Tenemos que tratar de ser fieles a nuestra vocación carmelita en un mundo que está en evolución continua», concluye.