CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 14 noviembre 2007 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha pedido a todos los creyentes que lean todos los días la Biblia.
Fue el consejo que dejó a las 25 mil personas congregadas este miércoles en la Plaza de San Pedro del Vaticano para participar en la audiencia general.
En su intervención, el pontífice presentó las enseñanzas que ha dejado san Jerónimo (347-419/420), uno de los biblistas más grandes de todos los tiempos, traductor de la versión en latín de las Escrituras, cuya biografía ya había ilustrado en su anterior cita semanal con los peregrinos (Cf. Zenit, 7 de noviembre de 2007).
Acercarse a los textos bíblicos, sobre todo al Nuevo Testamento, es esencial para el creyente, pues «ignorar la Escritura es ignorar a Cristo», explicó el Papa recordando una celebre frase di Jerónimo, citada por el Concilio Vaticano II nella Costituzione «Dei Verbum».
«Enamorado» de la Palabra de Dios, Jerónimo se preguntaba: «¿Cómo es posible vivir sin la ciencia de las Escrituras, a través de las cuales se aprende a conocer al mismo Cristo, que es la vida de los creyentes?», recordó el obispo de Roma.
La Biblia, instrumento «con el que cada día Dios habla a los fieles», indicó el Papa, «se convierte de este modo en estímulo y manantial de la vida cristiana para todas las situaciones y para toda persona».
«Leer la Escritura es conversar con Dios», explicó. Y para ser más claro citó de nuevo al santo: « Si rezas --escribe a una joven noble de Roma--hablas con el Esposo; si lees, es Él quien te habla».
El pontífice recordó que para Jerónimo «un criterio metodológico fundamental en la interpretación de las Escrituras era la sintonía con el magisterio de la Iglesia».
«Por nosotros mismos nunca podemos leer la Escritura. Encontramos demasiadas puertas cerradas y caemos en errores. La Biblia fue escrita por el Pueblo de Dios y para el Pueblo de Dios, bajo la inspiración del Espíritu Santo»¸ explicó Benedicto XVI.
«Sólo en esta comunión con el Pueblo de Dios podemos entrar realmente con el “nosotros” en el núcleo de la verdad que Dios mismo nos quiere decir».
«Para él una auténtica interpretación de la Biblia tenía que estar siempre en armonía con la fe de la Iglesia católica», indicó.
«Dado que Jesucristo fundó su Iglesia sobre Pedro», según Jerónimo, todo cristiano «debe estar en comunión “con la Cátedra de san Pedro”», pues «“yo sé que sobre esta piedra está edificada la Iglesia».
Por tanto el santo declaraba: «Estoy con quien esté unido a la Cátedra de san Pedro»
La lectura de la Escritura lleva al santo a entregarse a los demás: es necesario, dice, «vestir a Cristo en los pobres, visitarle en los que sufren, darle de comer en los hambrientos, cobijarle en los que no tienen un techo».
La Palabra de Dios, concluyó el Papa sintetizando la vida y las enseñanzas de Jerónimo, «indica al hombre las sendas de la vida, y le revela los secretos de la santidad».
Con su meditación, el sucesor de Pedro continuó con sus intervenciones sobre las grandes figuras de los orígenes de la Iglesia.