ROMA, viernes, 18 enero 2008 (ZENIT.org).- Sigue en Italia la polémica por el aplazamiento de la visita de Benedicto XVI a la universidad «La Sapienza» de Roma. Entre las voces que defienden la libertad de expresión en los ateneos destaca la de una musulmana.
Souad Sbai, que vive desde hace 26 años en Italia, es miembro de la Consulta Islámica del Ministerio del Interior, presidenta de una asociación de mujeres musulmanas y trabaja en el periódico «Al Maghribya», único órgano de prensa árabe en Italia.
La señora Sbai firma con fecha de hoy un artículo editorial en el diario católico «Avvenire», con el título: «Esa intolerancia la conozco bien. Palabra de una islámica reformista».
Indica en su artículo que, cuando llegó la noticia a la sede del Centro Cultural Averroes de Roma, en el que se encontraba en ese momento, «se detuvo todo». En la sede del centro, las amigas y colaboradoras se pasaban «incrédulas de mano en mano aquellos primeros depachos de agencia». Relata Souad Sbai que no les parecía posible que «este Papa se hubiera visto obligado a renunciar a su intervención en la más grande universidad italiana».
«Un hombre --añade-- que para nosotras mujeres de cultura musulmana es sobre todo el hombre de la paz y del diálogo, una figura clemente y generosa que procura el encuentro de los diferentes, socorrer a los indefensos y oprimidos, defender en cualquier parte del mundo los derechos de la persona». Para la señora Sbai lo más increíble es que el veto provenga justo de «una de aquellas universidades de Occidente a las que nosotras, mujeres árabes --que nos inspiramos en un pensador como Averroes, paladín de la razón-- miramos como una tierra prometida de la libre confrontación de conocimientos y de saberes. Un lugar de esperanza y no de intolerancia para nosotras que sabemos bien a dónde conduce la intolerancia».
También para las mujeres a las que representa, dice, fue ese día «una jornada de tristeza y de vergüenza porque se ha celebrado la afirmación de una ideología facciosa y arrogante, de un laicismo iliberal y oportunista que quiere tener las manos libres en la construcción de una sociedad italiana a su imagen y semejanza». Una sociedad, añade la periodista marroquí, «privada de valores, de contenidos, de espiritualidad y de impulsos ideales».
La ideología que impide a Benedicto XVI tomar la palabra en un ateneo de su ciudad, afirma Souad Sbai, «es la misma que invita a hablar en las universidades a algunos extremistas islámicos y exponentes de la izquierda más extrema». «Unidos, no por casualidad --añade--, por la misma repulsa de las grandes verdades de la historia y el mismo rechazo del pensamiento humanístico así como del apasionante debate sobre la relación entre fe y razón que justo Benedicto XVI ha situado en el centro del diálogo entre Islam y Occidente».
Con esta postura, según la señora Sbai, en lugar de aceptar la repetida invitación del Papa a «ensanchar la razón», «se restringe irracionalmente el horizonte del conocimiento y del debate, en detrimento de los estudiantes que están formando su bagaje humano e intelectual y del patrimonio cultural de todo el ateneo». La periodista marroquí advierte que «las pruebas generales de la deriva despótica e iliberal de un país, nos lo enseña la historia, se hacen a menudo en las aulas de las universidades».
A esta situación en un país democrático como Italia contrapone el ejemplo de algunos países árabes «que han tomado la vía de las reformas liberales y donde el extremismo islámico es un peligro bien presente».
En estos países, asegura, «nadie puede permitirse cerrar la puerta a un invitado a una universidad».
«Si sucediera --añade--, los primeros en rebelarse hubieran sido sus estudiantes y sus profesores. Todos, sin excluir ninguno, independientemente de su credo político, religioso o cultural». «Si en Italia no es así --concluye la presidenta de las mujeres musulmanas-- quiere decir que a lo que hemos asistido no es sólo el día de la tristeza y de la vergüenza. Es el alba de la derrota de la civilidad de todo un país».
Souad Sbai fue recibida por Benedicto XVI en 2006.
Por Nieves San Martín