ROMA, jueves, 14 febrero 2008 (ZENIT.org).- Maria Pia Gardini es una de las mayores voces críticas italianas contra la Cienciología, la discutida «iglesia» fundada en 1954 por Ron Hubbard, conocido inicialmente como escritor de ciencia ficción
Maria Pia tiene un pasado como empresaria (familiares cercanos han estado en las listas de los empresarios más importantes de su país), habiendo trabajado en el cine y en la publicidad ciematográfica hasta 1985, año en que empezó a ayudar a su hija en su itinerario de desintoxicación de la droga.
La joven Federica decidió seguir a la comunidad de Narconon, la asociación fundada por el mismo Hubbard que se ocupa de drogas. De allí, el paso a la Cienciología fue breve.
Con tal de permanecer al lado de su hija la señora Gardini decidió entrar en la organización, permaneciendo hasta 1994.
En el libro en italiano «I miei anni a Scientology» (Mis años en la Cienciología), de ediciones Paulinas, el periodista Alberto Laggia relata lo que Maria Pia sufrió en los nueves años que permaneció en la iglesia de los divos de Hollywood, su lucha judicial para recuperar el dinero que le sustrajeron y su empeño por ayudar a quien quiere salir de la esclavitud de las sectas.
Así lo cuenta a Zenit.
--Desde cuando dejó Cienciología hace catorce años usted no ha dejado nunca de denunciar el trasfondo de abusos y chantajes en los que se funda la organización. ¿No teme por su incolumidad?
--Maria Pia Gardini: Un día u otro podrían hacerme algo pero soy tan conocida ya que, si me sucediera algo, irían directamente a buscar a los de la Cienciología. ¡Inmediatamente!
--En el libro se lee que entrar en la organización fue una elección que hizo por amor. ¿En qué sentido?
--Maria Pia Gardini: Sí, porque mi hija, que entonces tenía problemas de droga, decidió entrar en el centro Narconon y de allí pasó a la Cienciología... y ahí hacen lo que muchísimas otras sectas: si tu madre o tus padres no están de acuerdo, tienes que dejar de verles, porque se convierten en antagonistas. Por tanto, para seguir a mi hija, empecé también yo.
--Este que usted acaba de describir es sólo uno de los numerosos y tremendos mecanismos que la Cienciología usa. Sobre todo para impedir que la gente se arrepienta y se vaya...
--Maria Pia Gardini: Salir es dificilísimo ¡sobre todo si tienes dinero!
--Pero ¿qué promete la Cienciología?
--Maria Pia Gardini: Antes que nada promete la libertad total, luego la posibilidad de usar el propio potencial humano al máximo, al 100%. Pero tener este poder significa hacerse Dios... en suma, ¡promete lo que no puede dar!
--De lo que ha visto y vivido, ¿qué otras motivaciones pueden empujar a las personas a adherirse a una secta como la de la Cienciología?
--Maria Pia Gardini: Todos nosotros queremos mejorar y vistas sus promesas muchos se dejan involucrar. Pero luego sucede que estos grupos, como también los Testigos de Jehová por ejemplo, pueden sorprenderte en un momento de especial debilidad: un luto, un disgusto o una enfermedad.
En resumen, no se sabe cómo pero parece que siempre lo saben... y llegan. Entonces te invitan a hacer un primer curso sobre la conciencia de sí, por ejemplo, y luego otro y otro y así sucesivamente.... Cursos que al principio cuestan poco y progresivamente cada vez más hasta llegar a miles y miles de euros.
--Dentro de la organización, usted llegó a los máximos niveles de la técnica cienciológica y fue incluso premiada varias veces. Y sin embargo no dejó nunca de rezar...
--Maria Pia Gardini: No he considerado nunca la Cienciología como una religión. Creo en Dios, no dejé nunca de ir a misa y comulgar. Cuando estaba en los Estados Unidos, había un sacerdote simpatiquísimo mexicano que me preguntaba siempre por qué estaba en la Cienciología. «Querido padre --le respondía-- mientras mi hija esté dentro, ¡aquí estoy!»... Cuando luego Federica murió, volví a verle. Quería ayudarme a salir de la Cienciología pero no quería mezclarle. Yo he permanecido siempre católica.
--A pesar de que han pasado años desde que dejó la Cienciología hay todavía consecuencias. ¿Que sucedió?
--Maria Pia Gardini: Hay todavía secuelas porque no me han dejado nunca en paz y cuando empecé a divulgar mi testimonio contra ellos empezaron primero con amenazas telefónicas, luego dejándome un gato muerto delante de la puerta o rajándome las ruedas del coche. Llegan puntualmente cada vez que presento el libro y tratan de no dejarme hablar. Piense que abrieron incluso un sitio para desacreditarme pero he logrado hacerlo cerrar. A pesar de esto, siguen. Siguen porque lo que les molesta es sobre todo el libro que por el momento está yendo muy bien.
--Tras la experiencia de la Cienciología, ¿cómo ha reorganizado su vida?
Maria Pia Gardini: Formo parte de Aris Toscana, Asociación para la Investigación y la Información sobre las Sectas. Y mi empeño es ayudar a la gente a salir de estas arenas movedizas, de estos enredos que te atrapan cada vez más. ¡Cuantas familias están en peligro! Un ejemplo, si el marido entra en la Cienciología y la mujer no quiere seguirlo, el nuevo adepto debe desconectar, es decir cortar con la familia toda relación. Entonces se llega a divorcios dolorosísimos. Y lo mismo sucede con los hijos, si los padres no lo aprueban. La orden es desconectar. Conozco a una señora que por este motivo no ve a su hija desde hace cuatro años.
--¿Cuanto pesa la fascinación de las sectas en esta sociedad que no dudamos en definir como evolucionada?
Maria Pia Gardini: La situación es dramática. En 1998, el Ministerio del Interior hizo un informe sobre el sectarismo en Italia --ahora a distancia de diez años están preparando otro-- y puedo decirle que las sectas se han duplicado. Las figuras de santones y magos crecen exponencialmente, como también las sectas satánicas y el satanismo juvenil. Aumentan también las pseudo religiones que provienen de países como la India y son todas peligrosas. Pero el discurso es más profundo porque está ligado a la falta de comunicación en las familias. ¿Dónde están las veladas en las que encontrarse y hablar? La precariedad, la ausencia de una meta y el problema de llevar a casa el sueldo absorben todas las energías y los hijos buscan fuera lo que no encuentran en casa. Yo haré sentir mi voz mientra tenga aliento.
Por Emanuela Campanile, traducido del italiano por Nieves San Martín