BARI, domingo, 24 agosto 2008 (ZENIT.org).-El Sínodo de la Palabra servirá entre otras cosas para aclarar qué se entiende por "unidad del pan de la Palabra y de la Eucaristía", una expresión fácilmente comprensible para un teólogo pero que puede confundir a los fieles.
Es uno de los comentarios del teólogo monseñor Nicola Bux, consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe y para la Causa de los Santos y profesor de ecumenismo en el Instituto de Teología en Bari.
El teólogo, que escribe principalmente sobre cuestiones doctrinales para la agencia Fides, recuerda a Zenit que cuando hablamos de las Escrituras es importante recordar que el texto precisa de imágenes y que éstas también tienen que ser enseñadas más activamente en la catequesis.
--¿Qué expectativa tiene como teólogo ante este Sínodo de los Obispos centrado en la Palabra de Dios que se celebrará en octubre en el Vaticano?
--Monseñor Bux: Permítame ponerle un ejemplo. En el próximo Sínodo, en los "Lineamenta" publicados el año pasado, se habla del pan de la Palabra y de la Eucaristía. Esta expresión, que un teólogo y un fiel bien preparado entiende, en realidad es incomprensible para la mayoría y tiende a confundir.
Sabemos que el Antiguo Testamento dice que el hombre debe nutrirse con la Palabra que sale de la boca del Señor, pero desde el momento en que esta Palabra se hizo carne en la persona divino-humana de Jesús, todo ha cambiado: no hay dos palabras y dos alimentos, sino uno sólo: la carne y la sangre de Jesucristo.
Los padres de la Iglesia decían que él es "verbum brevissimum". Lo mismo puede decirse de la expresión "dos mesas de la Palabra y de la Eucaristía", que a su vez en otros textos se convierte en "una sola mesa".
En nuestro tiempo los mensajes tienen que ser más que nunca simples, inequívocos y comprensibles. El católico debe saber que escuchar la Palabra de Dios cuando leemos la Escritura es pregustar los preparativos para una comida, y que si después no hubiera la comida el almuerzo se suspendería. Es por ello que nos alimentamos con la Palabra hecha carne que es el Señor. Sin el sacramento, la Palabra no se convierte en sólida, sino que sigue siendo aeriforme o con forma líquida. Puede aplicar este enfoque a la expresión del pensamiento débil o líquido.
Así que personalmente espero que el Sínodo disipe esa ambigüedad para el bien de la verdad católica.
--Los fieles saben mucho más sobre de la Biblia que hace 40 años, pero los textos son todavía desconocidos. ¿Qué se puede hacer a nivel de formación teológica, para poner aún más el texto sagrado a disposición?
--Monseñor Bux: Hay ya mucho, pero a menudo se han seccionado los textos y se crea en las personas la idea de que en última instancia no es más que un texto histórico o literario. Trate de preguntar quién es el autor: apenas oirá la respuesta: Dios. O bien, ¿cuál es la inspiración?.
En la civilización de la imagen y del DVD se lee siempre menos: debemos volver a vincular el texto con la imagen en la catequesis y en la liturgia.
Las imágenes de hecho cuentan y sintetizan lo sagrado y santo de la historia de la salvación. Pero hoy en Occidente los fieles, siguiendo el ejemplo del sacerdote, no se dignan en mirar las imágenes de la iglesia empezando por la cruz, en parte porque a menudo están mal colocadas y son feas.
Tenemos que educar a las imágenes con el fin de crear el deseo de acercarse a la Escritura. El Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica es ejemplar en este sentido.
--¿Cuál es el reto más importante de este Sínodo, que también tiene un aspecto ecuménico?
--Monseñor Bux: Un amigo mío sacerdote, que es teólogo, matemático y experto en hermenéutica, notaba que ante la secularización externa y el relativismo teológico interno, en esencia el "ateísmo galopante", en la Iglesia postconciliar ha faltado el compromiso para elaborar una metodología integral para estudiar la Sagrada Escritura.
Se comenzó con el rechazo absoluto de los métodos "modernos" en tiempos de San Pío X (basados en el análisis, que hoy deberían ser reconocidos esencialmente proféticos de lo que habría supuesto el estudio de la Escritura "etsi Deus non daretur" (como si Dios no existiera).
Luego, bajo Pío XII, la apertura ("Divino Afflante Spiritu") continúa y se refuerza mucho. Pero no hay integración entre la insistencia en las verdades de la fe, que se consideran basadas en la Escritura (en la Tradición) y los métodos "ateos" (que excluyen a priori losobrenatural).
Sólo que, cuando el estudio, por ejemplo el llamado histórico-crítico, supera los límites establecidos por la fe, entonces hay una llamada a la fidelidad. Por ejemplo: usted puede leer un libro de texto de física nuclear realizado con el método para el estudio de bellas artes, y algo podría salir, pero no es para nada el método adecuado para el objeto.
De este modo, llegamos, por ejemplo, al restablecimiento de la "doble verdad", como sucede con el teólogo Schillebeeckx, que dice que cree en la concepción virginal de Jesús porque la Iglesia lo enseña, pero que no puede derivarse de la Escritura (que es simplemente debido a un género literario o una intención de la enseñanza teológica, y así sucesivamente).
Schillebeeckx fue corregido públicamente, pero más o menos es así precisamente el modo con el que se enseña, en realidad, en los seminarios y en las Facultades de Teología acerca de todo lo sobrenatural que se nos dice en la Escritura.
En este sentido, admitamos y saquemos el máximo provecho de las metodologías en sí mismas ateas, pero sepamos integrarlas en una metodología integral propia.
Si los cristianos de Oriente y Occidente convergieran en esto...
--¿No puede parecer contradictorio que se subraye la importancia de la Escritura y, al mismo tiempo, se aplique el motu proprio "Summorum Pontificum", donde la Sagrada Escritura no tendría la cabida que el Concilio Vaticano II le asigna?
--Monseñor Bux: Se argumenta que el rito postconciliar es más rico en lecturas y plegarias eucarísticas, mientras que el misal de Pío V es pobre y menos cuidado. Es una tesis anacrónica porque no toma en cuenta la distancia de cuatro siglos: sería como hacer acusaciones contra los sacramentarios anteriores al de Pío V de algunos siglos.
También se olvida que las perícopas de este misal se formaron sobre la base de los antiguos capitulares con epístolas, como el "Liber comitis" de San Jerónimo fechado en el año 471 o con perícopas del Evangelio, una tradición común de Oriente, ya que incluso lo atestigua hoy la liturgia bizantina.
Y la atención de los fieles dura más tiempo si la lectura es corta. Un poco como en la Liturgia de las Horas. Por lo tanto, no existe ninguna contradicción.
Por Miriam Díez i Bosch