PETRÓPOLIS, jueves, 2 octubre 2008 (ZENIT.org).- "Espero que el Sínodo diga claramente que la Palabra no es un texto escrito sino un hecho, una persona viva, el Verbo hecho carne que entra en nuestra historia, nos abraza y nos salva", afirma el obispo de Petrópolis, Brasil, Filippo Santoro.
Monseñor Santoro formar parte del Consejo Permanente y en la Comisión para la Doctrina de la Fe de la Conferencia Episcopal de Brasil (CNBB). Fue nombrado miembro de la Asamblea del Sínodo directamente por Benedicto XVI. Ha concedido esta entrevista a Zenit en vísperas de su viaje a Roma.
--¿Cuáles son sus expectativas ante el Sínodo de la Palabra de Dios?
-Monseñor Filippo Santoro: El Sínodo es un gran momento de comunión de los obispos con el Santo Padre y entre ellos y por ello es también una gracia especial para toda la Iglesia, como cuando en la antigüedad los apóstoles se reunían para renovar su fidelidad al Señor y a su mandato de anunciar la Palabra hasta los extremos confines de la tierra. Por eso, estoy muy agradecido al Santo Padre por poder participar en este momento intenso de comunión que será de gran riqueza para nuestras iglesias de Brasil en este momento en el que estamos lanzando en todas las diócesis la Misión Continental.
El tema de la Palabra de Dios tiene una importancia muy especial, porque la Iglesia nace del anuncio y se alimenta de la Eucaristía y de la Palabra. Justamente, después del Sínodo de la Eucaristía de 2005 celebramos el Sínodo de la Palabra de Dios.
--¿Ve algún punto prioritario ante la amplitud del tema?
-Monseñor Filippo Santoro: En primer lugar, espero que el Sínodo diga claramente que la Palabra no es un texto escrito sino un hecho, una persona viva, el Verbo hecho carne que entra en nuestra historia, nos abraza y nos salva. Un texto, un libro, no puede salvar; a no ser que sea el instrumento que atestigua y comunica un hecho. Las personas desean una respuesta a sus inquietudes y a sus preguntas y, sobre todo, desean ser amadas, como sucedió a los apóstoles del mar de Galilea. Los evangelios documentan los hechos y cómo progresivamente las personas quedaban envueltas y fascinadas con el Hijo del carpintero y lo seguían.
Este punto es el más importante de todos porque ronda también alrededor de la Iglesia Católica una tentación típica de ciertos ambientes protestantes que consideran la Palabra en sí, como si no fuera una persona de carne y hueso, sino una filosofía o una ideología, que puede ser interpretada según el gusto de cada uno.
--Una advertencia ante interpretaciones individualistas..
-Monseñor Filippo Santoro: El Sínodo deberá reafirmar que la Palabra, presencia actual del propio Cristo, crea la Iglesia y determina su unidad. Eso ayuda a superar las interpretaciones individualistas de la Palabra que la separan del Cuerpo de Cristo como si fuera una teoría de la que yo asumo a mi gusto lo que quiero.
Especialmente graves son dos tendencias señaladas por el "Instrumentum Laboris" (o instrumento de trabajo) que recibimos para preparar el Sínodo: el fundamentalismo es una lectura ideológica. El fundamentalismo cristiano afirma que la sagrada escritura debe ser leída e interpretada literalmente en todos sus detalles, sin considerar que la Palabra de Dios fue escrita, bajo inspiración divina, por autores humanos y lenguaje humano propio de un determinado tiempo, con detalles históricos y científicos que no son el centro del mensaje. Las "lecturas ideológicas" de la Palabra de Dios llevan a utilizar aspectos de la Sagrada Escritura para justificar posiciones culturales y políticas, fruto de reflexiones puramente humanas que no tienen origen en una verdadera experiencia de fe.
--¿El Sínodo tiene también una dimensión misionera?
-Monseñor Filippo Santoro: El Sínodo debe favorecer y lanzar con renonado vigor la propuesta misionera tal como la podemos encontrar en la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano de Aparecida. La Palabra hecha carne puede ser comunicada a todos. El anuncio fascinante es que, después de su muerte, los discípulos encontraron nuevamente al Señor, vivo y resucitado. Con este hecho único, que cambia el curso de la historia, se encontraron también las mujeres, Pablo y las generaciones sucesivas hasta llegar a nosotros. La Palabra vive en la "traditio", en la tradición de la Iglesia, y puede ser comunicada a Todos. Este Sínodo viene a fortalecer una experiencia de comunión de nuestras diócesis y a dar dinamismo a la Presencia misionera de la Iglesia en la sociedad.
El Sínodo ofrece de nuevo al hombre de hoy, desnortado y decepcionado como los discípulos de Emaús, la presencia del Señor vivo, que camina con nosotros como un amigo y nos habla. Ilumina la razón y rescalda el corazón. El Sínodo es una gran promesa para todos los que buscan la felicidad plena y no sólo para los católicos.