CIUDAD DEL VATICANO, viernes 31 de octubre de 2008 (ZENIT.org).- Publicamos la traducción al español de las Proposiciones 16 a 20 de la última Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos --cuyo texto oficial está en latín--, objeto de voto personal por parte de los padres sinodales, y destinadas al Sumo Pontífice.
El texto en latín, por su naturaleza, es reservado y no será publicado, para respetar el carácter consultivo de la asamblea sinodal. Este texto, como su nombre indica, tiene carácter propositivo.
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Proposición 16
Leccionario
Se recomienda que se inicie un examen del Leccionario Romano para ver si la actual selección y ordenamiento de las lecturas son verdaderamente adecuados a la misión de la Iglesia en este momento histórico. En concreto, la relación de la lectura del Antiguo Testamento con la perícopa evangélica debería ser considerada de nuevo, de modo que no implique una lectura demasiado restrictiva del Antiguo Testamento o una exclusión de pasajes importantes.
La revisión de un Leccionario podría hacerse en diálogo con las contrapartes ecuménicas que usan este Leccionario común.
Se desea que se tome autorizadamente en examen el problema del Leccionario en las liturgias de las Iglesias católicas orientales.
Proposición 17
Ministerio de la Palabra y mujeres
Los padres sinodales reconocen y animan el servicio de los laicos en la transmisión de la fe. Las mujeres, en especial, tienen en este punto un papel indispensable sobre todo en la familia y en la catequesis. De hecho, ellas saben suscitar la escucha de la Palabra, la relación personal con Dios y comunicar el sentido del perdón y del compartir evangélico.
Se desea que el ministerio del lectorado sea abra también a las mujeres, de modo que en la comunidad cristiana se reconozca su papel de anunciadoras de la Palabra.
Proposición 18
Celebraciones de la Palabra de Dios
Según las diversas formas recibidas de la tradición litúrgica, se recomienda la celebración de la Palabra de Dios (cf. SC 35). Muchas comunidades eclesiales, que no tienen la posibilidad de la celebración eucarística dominical, encuentran en la celebración de la Palabra el alimento para la propia fe y para el testimonio cristiano.
La celebración de la Palabra es uno de los lugares privilegiados del encuentro con el Señor, porque en esta proclamación, Cristo se hace presente y sigue hablando a su pueblo (cf. SC 7). Aún en medio del ruido actual, que hace muy difícil una escucha efectiva, se anima a los fieles a cultivar una disposición de silencio interior y escucha de la Palabra de Dios que transforme la vida.
Los padres sinodales recomiendan que se formulen directorios rituales, apoyándose en la experiencia de las Iglesias en las que catequistas formados conducen habitualmente las asambleas dominicales en torno a la Palabra de Dios. Su fin será evitar que tales celebraciones se confundan con la liturgia eucarística.
La acogida de la Palabra, la oración de alabanza, la acción de gracias y la petición, que componen la celebración de la Palabra de Dios, son manifestaciones del Espíritu en el corazón de los fieles y en la asamblea cristiana, reunida en torno a la Palabra de Dios. El Espíritu Santo, en efecto, hace que la Palabra de Dios proclamada y celebrada fructifique en el corazón y en la vida de quien la recibe.
Consideramos además que también las peregrinaciones, las fiestas, las diversas formas de piedad popular, las misiones, los retiros espirituales y días especiales de penitencia, reparación y perdón son una oportunidad concreta, ofrecida a los fieles para celebrar la Palabra de Dios e incrementar su conocimiento.
Proposición 19
Liturgia de las Horas
La Liturgia de las Horas es una forma privilegiada de escucha de la Palabra de Dios porque pone en contacto a los fieles con la Sagrada Escritura y con la Tradición viva de la Iglesia. Por tanto, el Sínodo se augura que los fieles participen en la Liturgia de las Horas, sobre todo en Laudes y Vísperas. Por esto, allí donde aún no existe, sería útil preparar una forma sencilla de la Liturgia de las Horas.
Obispos, sacerdotes, diáconos, religisos y cuantos están ya delegados a ello por la Iglesia recuerden su sagrado deber de orar la Liturgia de las Horas. Esta se recomienda también vivamente a los fieles laicos, de modo que tal Liturgia se convierta, en sentido todavía más verdadero, en la oración de la entera Iglesia.
Proposición 20
Palabra de Dios, matrimonio y familia
La Palabra de Dios está en el origen del matrimonio (cf. Gen 2, 24). Jesús mismo inscribió el matrimonio entre las instituciones de su Reino (cf. Mt 19, 4-8), dándole un estatuto sacramental. En la celebración sacramental, el hombre y la mujer pronuncian una palabra profética de recíproca entrega, el ser "una carne", signo del misterio de la unión de Cristo y la Iglesia (cf. Ef 5, 32). Mediante la fidelidad y la unidad de la vida de familia, los esposos son ante sus hijos los primeros anunciadores de la Palabra de Dios. Hay que apoyarles y ayudarles a desarrollar la oración en familia, la celebración doméstica de la Palabra, la lectura de la Biblia u otras formas de oración.
Los esposos recordarán que la Palabra de Dios es un valioso apoyo también en las dificultades de la vida conyugal y familiar.