CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 23 noviembre 2008 (ZENIT.org).- En tiempos de teléfonos móviles e Internet, el portavoz de la Santa Sede considera que la vida de oración y contemplación es todavía más necesaria.
Así lo ha constatado el padre Federico Lombardi S.I., director de la oficina de información de la Santa Sede, en el último editorial de "Octava Dies", semanario televisivo del Centro Televisivo Vaticano, del que también es director.
"Existe una dimensión interior y espiritual de la vida que debe ser custodiada y alimentada, pues de no ser así puede hacerse estéril y árida, e inclusive morir", constata el sacerdote.
"La reflexión, la meditación, la contemplación, son necesarias como la respiración --subraya--. Espacios de silencio, exterior pero particularmente interior, son una premisa y una condición indispensables".
El padre Lombardi ha ofrecido su reflexión con motivo de la Jornada "Pro Orantibus", día dedicado a los religiosos que dedican su vida a la contemplación y oración, celebrada el viernes pasado.
"En tiempos de teléfonos móviles y de Internet, es quizá más difícil que antes proteger el silencio y cultivar la dimensión interior de la vida. Es difícil, aunque con frecuencia sentimos una fuerte nostalgia de ella. Difícil, pero necesario".
"De hecho --aclara-- para los creyentes en esta dimensión que se desarrolla la oración, el diálogo con Dios, la vida en el espíritu, que es más importante que la vida física. Jesús nos ha dicho que no debemos temer aquello que mata el cuerpo sino lo que puede hacernos perder nuestra alma".
"Lo que puede aplicarse a una persona se puede aplicar también a la comunidad de la Iglesia y la humanidad. Si para cada uno de nosotros es fundamental saber conservar el diálogo con Dios en la vida cotidiana, para la iglesia es fundamental tener en ella misma el signo y la realidad de la vida dedicada a la contemplación y a la oración, y para la humanidad es fundamental saber que existen puntos de referencia que son como faros de los sabios y de los maestros del espíritu".
"De lo contrario, se pierde el alma. Y este es hoy el grave peligro que se corre y la desgracia más irreparable que nos amenaza.
La Jornada Pro Orantibus, la jornada anual dedicada a la vida de clausura "nos invita a trabajar para que todo esto no suceda", concluye el padre Lombardi.